"Ya no dependemos de nosotros mismos". La frase de la semana. La repiten en los bares, en las plazas, en los mentideros donde se cuecen las habas y las cosas importantes de Cádiz. Por la salvación de Cádiz, el Cádiz y su Madrugá. "Si el Submarino se hunde, ¿qué nos quedará?", pregunta al aire un veterano gaditano sentado al borde del mundo mundial, en San Juan de Dios, esperando uno, dos, quizá tres milagros. Nunca se sabe. En el fútbol, como en la vida, el destino dura noventa minutos. Ya se sabe que la tanda de penatis se inventó en Cádiz. Con el agua al cuello, a pique de un repique. "Y para colmo, el Mundial", sugiere un compañero de fatigas. Abordados al azar numerosos paganinis al sol decisivo de la semana fantástica del "´sálvese quien pueda", la gente ríe y llora por los cuatro costados, se acuerda mayormente de Muñoz y parte de su familia, de la crisis, del segundo puente y de los bancos suizos, de primos y primas, de centenarios y bicentenariazos, de excusas perfectas para tirar hacia adelante y de los argumentos del caracol. Siempre nos quedará el cazón en adobo. Tampoco es pa ponerse así. Retrasos en las obras del Doce, el Cádiz a un paso del descenso, el segundo puente en el aire, apocalipsis ya y un poco de guasa. "Mira tú por dónde, el Baldasano nos empujó al pozo, Florentino va a parar las obras de La Pepa y ahora, el asesor que ficharon pa buscar la ruína al Cádiz, Del Bosque, nos da el primer disgusto del Mundial", dice Manuel Pinto, simpático pensionista congelado a quien el porvenir ni siquiera asusta. "Hay que ganar y esperar, no dependemos de nosotros mismos, ojalá se den los resultados favorables". Ay, qué casualidad, ahora una reforma laboral, la gente no respeta ni que estamos en el Mundial. El Mundial del olvido. La Liga de Ciudades Fenicias.
"Ya no dependemos de nosotros mismos". "Antes dependíamos de Astilleros, luego del turismo, ¿y ahora?" Manuel se contesta a sí mismo. "De unos políticos torpes, de unos banqueros avariciosos, del chapú y de un balón". La religión, el nuevo opio del pueblo, el pantallazo.
Si Cádiz pertenece al pasado, la gente viene de vuelta. Atentos a la jugada. Camino de la plaza de las Flores, donde Luisa reina en el país de nunca jamás, una señora responde al primer toque. "¿El Cádiz? Lo único que nos queda, hijo, pero como dice el Ayuntamiento en la tele, con el Cádiz en Primera, en Segunda y en Segunda B. Y quince años ya con la Teo". Y otros quince con el señor Muñoz. "Pa mí que nos salvamos", sentencia ella sin dejar hablar a su marido. Como si fueran Abelardo y Eloísa, ambos dos enfilan Compañía hacia el desastre total, contentos de haberse conocido. María Dolores y Agustín, el amor contrapuesto y paradójico, el amor a unos colores. Estos días, la gente cuelga la bufanda amarilla a sus vírgenes de cabecera, reza al Santísimo Cristo de la Liga Profesional y aguarda otro milagrito. "Veo más fácil que se quede el Cádiz en Segunda a que hagan el puente para el Doce", suelta Agustín. Pero se lo piensa un poco: "También corremos el riesgo de desaparecer". ¿Así de pronto? Nada se pierde, todo se transforma. Salvemos la categoría de La Pepa.
Las esperanzas van por barrios, como las alegrías o los martinetes. En esta encuesta nada científica se comprueba fielmente que las ilusiones decrecen, la llama del optimismo se va apagando a medida que se acerca el lugar del crimen. En el casco histórico, una de cal y otra de arena, y en las inmediaciones del estadio Carranza, miedo al terror, pánico al futuro inmediato, no se mueve ni la célebre china de la avenida, el personaje creado por un internauta que tanto juego ha dado en el foro cadista en las últimas semanas. El misterioso caso de la china de la avenida, otro enigma gaditano por resolver. La china espera también un milagro, y nadie cree los rollazos de primavera de políticos, mandamases políticos y demás prebostes que tanto en Cádiz dan que hablar. En el mismo sitio, a la misma hora, como Canelo pero con falda tobillera, la submarina amarilla no aparece esta vez. Lástima. Habrá ido a coger sitio. Ya venden entradas pa la catástrofe mayor. En Cádiz ponen chinchetas a las pamplinas encadenadas, siempre nos quedará Tornadito. "Con las carnes abiertas", ilustra a las claras Tomás Molinero, vecino de La Laguna, industrial, sufridor de Cádiz y sus circunstancias. "Se veía venir, llevamos unos años en el alambre, jugando con fuego". ¿Tres mil años? "Desde que el Cádiz bajó a Segunda, hace cinco años, no levantamos cabeza, Hay que invertir dinero, señor Muñoz, no siempre llega el milagro". ¿Que no? Aparece un tipo, que responde por José Luis López, que porta en su cartera las cábalas y cálculos de la última jornada futbolística, saca el recorte del Diario y echa cuentas. Toda la vida echando cuentas. Cincuenta puntos. Triple empate con Albacete y Murcia. "Vamos con los maletines, señores". "Como bajemos otra vez, pasaremos años en el olvido". Qué sabe nadie. Otro milagro espera La Pepa. "Vaya chantaje con el segundo puente", incide José Luis. "Ahí van a quedar los cuatro pilotes, lo que el viento se llevó". La Pepa y Carlos el Legionario. Tampoco es pa ponerse así. Buena excusa la crisis. "Ahora vendrán con cuentos chinos". La amenaza amarilla. "Dirán que el Cádiz ha bajado por la crisis y que no hay dinero pa ná". Ni pal Museo del Ná, la puerta del mal, la aduana, la plaza de Sevilla, la estación de buses, la doble vía hacia la eternidad, el oratorio del submarino, la chalada claridad, los proyectos del Doce al mismo cielo cuadrado y el Cádiz, a punto de caramelo. "Lo siento, no todo el mundo puede ser de una ciudad de Segunda B".
Cerca de la playa, en jornada la mar de agradable, hay quien se presta a hablar sin tapujos. Dos prejubilados, Diego Muro y Juan Santamarina, apostados en la barandilla del sol, atribuyen la culpa de todo a Muñoz, Zapatero y Nostradamus, por este orden. La Profecía del Trece, el centenario del Cádiz y la estadística. "Tanto decir que nos bastaban cuatro puntos de seis, hombre por favor, un presidente y unos deportistas tienen que ir a por la victoria, no confiar en un punto para luego buscar un milagro. Así nos va, camarones que se duermen se los lleva la corriente, toda la vida así, dejando las cosas pa pasado mañana". "Y sin hacer fichajes para mantener el nivel". "Se han creído que somos tontos". "Un poco tontos sí que somos". "Carajotes". Terapia en grupo. Primos hermanos, primas a terceros, borreguismo ilustrado, y la Madrugá que se pierde sin remedio.
Otra vez a la vera del tres cuartos de estadio Carranza, un joven en camiseta aparca la moto, arroja el casco al asfalto y apunta: "Muñoz, vete ya". Yuyu, compra ya. "Teófila, nos comemos la Tribuna con papas". Centros comerciales, hoteles de cinco estrellas, trabajo para dos mil millones de gaditanos ... Algo ha pasado con el futuro, parece que ha dado esquinazo justo antes de pasar por Cádiz. Cádiz pasa mucho del futuro. Raquel Puente, de La Laguna: "Ya vale de fútbol, de fiestas y de cachondeo, a ver si nos ponemos a trabajar". Siempre quedará la economía submarina, el porvenir sin iva, el centenario de la ruína, el bicentenario de Doña Josefa cabreá. La gente parece cabreá. Cuidado, que viene el despido baratito. "Más excusas para llorar nuestra suerte". Se buscan culpables, se buscan excusas, se espera un milagro. "Ya no dependemos de nosotros mismos".
Junio 10, Cádiz, Diario de Cádiz