martes, 3 de junio de 2008

No-lo-tiles

Las puertas de los hospitales están llenas de colillas. Los domingos se acumulan en las escaleras y desprenden un olor característico, tabaco pisoteao, alquitrán sobre alquitrán, y la gente pasa, y arroja su pitillo al aire, es el aire quien lo estrella contra el suelo. Adentro, la salud. Tu madre pierde peso rodeada de artilugios milagrosos contra el dolor, ella no siente el dolor como cualquiera, se siente sola rodeada de gente diferente que también se siente sola y habla de carrerilla. Ella cree que a la gente no le importa nada, alehop de la negación, y que le cuenta sus cosas azorada, como si estuviera sentada en el confesionario virtual, y nadie quiere hablar del dolor. Una botella cargada de nolotiles, el agua de la vida, las ganas de nada, mañana estará mejorcito de lo suyo, ya tiene mejor cara, tu padre no le pierde ojo, los días se juntan con las noches a paso lento, hasta que la mañana anuncia las altas y las camareras del bar lo celebran percutiendo los platos contra el olvido, la gente cierra los ojos ante tal estruendo y sale a contar los cigarros de ayer.

3 comentarios:

Breuil dijo...

Me encantó, me encantó. Cómo disfruto de sus escritos.
Enhorabuena. :)

Anónimo dijo...

Reconozco esos paisajes. Al leerlos me haces salir de las cotidianias para recordar nuestra vulnerabilidad y los desasosiegos ante el dolor y los dolores.
¡Que la madre tenga alivio!,¡que el padre tenga la calma!,¡que el hijo tenga fuerzas!.
Un beso muy fuerte
Eduardo Albaladejo

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Muchas gracias !!!