El virtuoso Scott McKeon y los ardientes Right Ons se lucen en la encrucijada de guitarras voladoras del festival Isla del Blues
Sebastiana González, la abuela gaditana del guitarrista de los Right Ons, gobierna el ambiente del Baluarte de Candelaria. Su nieto, Rafa Fernández, lleva catorce horas sin apenas dormir, tan sólo un cabezazo viniendo de Santiago de Compostela, donde el quinteto compartió honores con Muse en el Monte del Gozo. Hoy toca volar con la guitarra Flying y mostrar las credenciales, la etiqueta negra. "¡Un saludo a la familia bluesera de Rafael Fernández!", exclama el vocalista en claro guiño de complicidad a la gran madre, los tíos, los primos y la patulea que se reúne alrededor del festival Isla de Blues. Los músicos sienten "la conexión del Atlántico" con el blues y derivados, salen en tromba, apabullan con un sonido demoledor y trazan un concierto exuberante, a velocidad endiablada, a veces suicida, otras directa al estómago de los presentes, con el ritmo incrustado en las costillas de esta esquina del océano esdrújulo. Antes, la valiente Susan Santos evidencia buenas maneras pese a los problemas técnicos, y el británico Scott McKeon, cabeza de cartel, se luce en las distancias cortas y deja un grato sabor de boca, y cierto fresquito en el aire. No muy lejos, escenifican el blues de la caballa en las últimas del presunto verano infinito.
Mujer, zurda, guitarrista, rockera. Todas las papeletas, Susan Santos posee todas las virtudes que nadie exige en tiempos de chicas pop, chicas folkies, chicas franquicia, chicas no tan osadas como la extremeña, que abre la noche al frente de su trío de rock clásico, funk, jazz y demás ingredientes de música negra. Más guitarrista que cantante, ella sufre la avería de un amplificador Marshall, se repone con rabia, tocando con cuello de botella, aplicando acero y seda ante un público comprensivo, mayormente mayorcito, entendido y respetuoso con las circunstancias y los artistas. Tal vez, los asistentes con más quinquenios en lo alto reclamen con razón unas sillitas, pero el blues eléctrico se impone, al pie del cañón, y mantiene en vilo a la gente. Los Right Ons aportan tal cantidad de energía que suda hasta la luna ante tamaña vehemencia de repertorio y actitud. El quinteto arrasa con temas propios y un toque a Freddie King, puro soul, rock & roll de verdad, diversión a raudales y una intensidad que se agradece, la familia "bluesera" de Rafa Fernández se lo pasa de garabatillo, el guitarrista se emplea a fondo, vuela alto con su Flying en uve, una pieza de coleccionistas en manos de un tipo con patillas largas y notable cultura musical. Sus compañeros no andan a la zaga. Confirman el excelente estado de forma y la ascensión internacional de los Right Ons.
El jovencito maqueón, que viene del aeropuerto gibraltareño con gorrita oscura y cara de niño, se aleja de sus discos en la escena gaditana, se preocupa por el sonido de primeras, otros estrellones veteranos hubieran subido a las tablas a última hora, aquí me las den todas, pero Scott quiere sonar bien, lo logra de veras, dirige un trío compacto, sin fisuras, y habla a la gente con la guitarra. Nada que ver con su obra editada. McKeon exhibe su técnica y pasión guitarrera, acaso obtenga más aplausos en los momentos reposados que a través de la fiera que lleva dentro este chico blanquito y educado. La versión de Robert Johnsson, la célebre "Crossroads", que el artista combina con detalles sueltos de otras piezas como la inesperada "Miss you" de los Stones, quizá explique el momento que atraviesa el músico inglés. La encrucijada entre la carrera convencional de un guitarrista compositor que ronda la categoría de niño prodigio y las ansias de partir la pana en un escenario y de quemarlo tó y de perder los papeles en el sentido más amplio del término. Scott pide unas cervezas, bromea con las primeras filas, domina los tempos del espectáculo, a veces parece un trueno, luego un virtuoso del macramé, agita la guita que llora, acaricia el paño o se abandona en una nota imposible.
Si no fuera por La Isla del Blues, esta tierra no conocería a músicos tan dispares como brillantes. Y escandalosos, oiga, a tenor del festival decibélico, que mueve a una señora a conminar a su maromo a coger una puerta, "vámonos que tengo la cabeza loca", parece murmurar ella. Matrimonios con coches de capota, treintañeros hambrientos de rock en directo, agradecidos prejubilados del sol en do mayor, algún despistado, muchos aficionados del siglo pasado, amigos históricos, visitantes asiduos del cuarto-baño, y la familia "bluesera" cierran el estío a la hora convenida por la autoridad. La abuela más enrollada del planeta gadita se marcha con una sonrisa y la satisfacción del deber cumplido. Cualquiera le dice algo. Su nieto es un hacha.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
lunes, 30 de agosto de 2010
El cobazo del siglo y la libertad de impresión
¿Qué fue del cobazo del siglo? Nada más se supo de la gripe A, se forraron las farmacéuticas de turno y apareció la tal Margarita Chan Tarata Cha, de la Organización Mundial del Constipao Múltiple, y nos dejó más tranquilos. Nos han robao por la cara pero seguimos más o menos vivos. Y gozamos de la presunta libertad de acordarnos de las familias de estos mequetrefes, la libertad de impresión, porque de la otra carece medio mundo, aunque parezca mentira, aunque los telediarios y los mandamases del planeta apliquen varas de medir distintas a cada dictadura postica. Por ejemplo: China, dictadura; Marruecos, dictadura amiga; Cuba, dictadura eterna, y así hasta casi el infinito. Los peperos, que no recuerdan habernos enviado a Afganistán ni haber pringao la costa gallega de chapapote ni otras lindezas de las que ahora acusan al adversario, exigen firmeza, jaja, firmeza estilo Peregil, pa echarle cohone a los moros. Por cierto, ¿Hassan no era amigo íntimo de Juancarlo? También enternece ver a Zapatiesto vendiendo el pescao en la dictadura china, ay, ay, lo que se ha perdío Shangai. Luego vendrán a darnos lecciones de democracia. Demos gracias al señó. Por cierto, sobran mascarillas, huele que te cagas a excedente de honradez y de vacunas contra la mentira global. ¿Alguien tiene un poco de dignidad? Los muertos del aire acondicionao.
¡Viven!
Ay, Chile, el sur del mundo, alto y delgaducho, grande y hermoso, único y diferente. En Chile todo se hace a lo grande, hasta el drama supera a la ficción de otros lugares remotos. De qué manera. Chile, que se protege a sí mismo gracias a sus peculiaridades geográficas, alejado del mundanal ruido, ostenta el título mundial de terremotos y, ahora, de derrumbes mineros con consecuencias imprevisibles. No conviene olvidar la truculenta desaparición de aquellos jugadores de rugby en la cordillera andina, que llegó a los cines y tocó la fibra sensible del planeta. Ocurre lo mismo, anque en mayor medida merced a la sobredosis de información y desinformación. Los 33 mineros chilenos mantienen a la gente pendiente, las historias paralelas que ofrece la noticia no tienen parangón: historias humanas, detalles técnicos, olvidos políticos y empresariales, un show poco pudoroso en las teles de medio mundo, la sobrexposición de tantas familias humildes a los focos, mala cosa. Un poco de cautela, piden por favor algunas familias afectadas, pero se desató el imperio mediático para absorberlo y luego tirarlo todo por la borda. Cuidado. Por supuesto, hay periodismo del bueno que relata los sucesos con rigor y honestidad, ahí va un enlace
http://www.elpais.com/articulo/internacional/cuidar/33/hombres/varios/meses/tierra/depriman/elpepuint/20100826elpepuint_11/Tes
pero me repatean esos presuntos reporteros a pie de mina, los cánticos de Inti Illimani, parece mentira que se hayan prestado a actuar sobre el terreno de la incertidumbre inmediata. No hay caso: allá donde se enciende una cámara aparecen las moscas y se activa cierto mecanismo humano indecente y exhibicionista, pura sociología de masas. Más respeto a los mineros y a los delicados trabajos de salvamento. Y denunciemos a los empresarios y políticos que han causado tanto mal al no aplicar las medidas de seguridad pertinentes y al no controlarlas como es debido. Con unas escaleras de salida nos hubiéramos ahorrado el espectáculo y la desazón, este siniestro gran hermano bajo tierra.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/cuidar/33/hombres/varios/meses/tierra/depriman/elpepuint/20100826elpepuint_11/Tes
pero me repatean esos presuntos reporteros a pie de mina, los cánticos de Inti Illimani, parece mentira que se hayan prestado a actuar sobre el terreno de la incertidumbre inmediata. No hay caso: allá donde se enciende una cámara aparecen las moscas y se activa cierto mecanismo humano indecente y exhibicionista, pura sociología de masas. Más respeto a los mineros y a los delicados trabajos de salvamento. Y denunciemos a los empresarios y políticos que han causado tanto mal al no aplicar las medidas de seguridad pertinentes y al no controlarlas como es debido. Con unas escaleras de salida nos hubiéramos ahorrado el espectáculo y la desazón, este siniestro gran hermano bajo tierra.
sábado, 28 de agosto de 2010
The Right Ons: "La cultura musical lleva varias generaciones de retraso en este país"
Rafa Fernández, guitarrista de Right Ons, satisfecho con la proyección internacional del grupo e ilusionado por ver a su abuela, tíos y primos gaditanos en el concierto de esta noche
"Mi abuela nació en la calle Pelota, tengo familia en Loreto, en la barriada de La Paz, en Puerta Tierra. De chico, todos los años pasaba los tres meses de verano en Cádiz. Mi padre nació en Conil, también tenemos parientes en Bornos y en Alcalá del Valle. Mi abuelo trabajó como remolcador en el muelle. Dicho ésto, mi corazón está en Cádiz", comenta Rafa Fernández, uno de los guitarristas de Right Ons. Menudo libro de familia. Tras acreditarse, vía telefónica, minutos antes de la prueba de sonido del festival gallego que anoche citaba al grupo madrileño con bandas de la talla de Muse y Pet Shop Boys, Rafa señala que ayer fue un día grande para el quinteto, "pero a mí me hace más ilusión tocar mañana delante de mi abuela, mis tías y mis primos, cerca de La Caleta ... ", suspira. Ojo, no confundan estas palabras con la típica coba del artista foráneo o local a su llegada a la Tacita de Plata, una manera como otra cualquiera de tocar la fibra sensible del personal indígena. Rafa lo dice de veras. Y se muestra sincero y rotund cuando denuncia la escasa cultura musical de este país.
Los Right Ons se tomaban el festival de anoche, uno de los más rutilantes del verano, como una oportunidad de "darse a conocer, de que nos conozca más gente y de hacer posible que la gente sepa cómo se encuentra el producto nacional. Vamos creciendo, la carretera es lo que ayuda", los kilómetros que acumulan estos músicos a lo largo de diversos continentes y culturas. Con prestigio en Estados Unidos, Inglaterra y otros rincones europeos. Se dice pronto. "Quizá donde menos hemos tocado haya sido en Andalucía". Pronto viajarán a Suramérica.
El músico admite que este año los recortes presupuestarios de ayuntamientos y demás organismos públicos han afectado sobremanera a la música en directo, salvo excepciones playeras con medio millón de machacantes públicos en liza. "A ver si cambian la tendencia, porque siempre recortan donde más duele", y señala, entre bormas y veras, que "tendrían que recortar el sueldo a quienes se alegran de ello o aplaudan las restricciones en la música que tanta vida da al verano. Nadie apostaría por recortar los presupuestos para el concurso del Falla, ¿verdad?", pone el dedo en la llaga. "Jamás callarían a las chirigotas, y en el caso del rock hay muchísimo talento en este país, y también en Cádiz". Rafa recuerda a uno de sus "grupos míticos", pioneros precisamente del blues rock en la provincia gaditana, junto a los jerezanos Los Solos. Se refiere a los Simun del gran Nono Ábalo y un tal Tony Reguera. "Me declaro fan de Siun", remarca el joven guitarrista, que critica el "ostracismo del rock en este país; parece que la cultura musical no van con nosotros, en Estados Unidos o Inglaterra nos llevan varias generaciones de ventaja, ellos han valorado y defendido lo suyo como debe ser, y aquí no escuchamos ni siquiera a los nuestros y nos dejamos llevar por cosas de fuera", muchas de ella de dudoso gusto o valor artístico. Un tupido velo. "Los músicos españoles podemos competir de tú a tú con cualquiera. Conozco el pasado por lo que he escuchado en casa y por lo que luego investigué, y en los años sesenta y setenta los grupos hispanos nada tenían que envidiar a los anglosajones, pero ahora, aquí y ahora, existe una explosión de estilos musicales, España ofrece un estado de salud creativo realmente bueno", pero ni sus prebostes ni los medios convencionales lo quieren ver así y promocionan a lady gagas y demás basura. Qué va a escuchar un país cuyo presidente se declara fan de Melendi y Supertramp (sic). En fin. Rafa se despacha sin tapujos. "Quizá no hemos sabido vendernos bien y la industria no ha trabajado bien, quizá no haya interesado hacerlo de verdad, pero hay cambiar la situación y dar más bola a los músicos españoles. Nosotros hemos comprobado fuera de España que los aficionados respetan a las bandas de calidad. Llevamos más de diez años en formaciones diferentes, permutando posiciones, somos amigos desde hace mucho tiempo y hemos tenido mucha suerte, amén de esfuerzo y trabajo. Podemos decir en voz alta que vamos a cantar a Estados Unidos o Gran Bretaña, o lugares más remotos y exóticos, y no nos miran como a gente sospechosa, nos escuchan y valoran, bailan y rockean con nosotros con total naturalidad". Sin prejucios.
Es curioso, pero Rafa asistió años atrás al festival Isla de Blues con su padre, gran aficionado a la música. "Vimos a Hook Herrera, un tipo con una calidad de lujo, y sé que luego estuvieron los Ten Years After. ¿Alvin Lee vive en la Costa del Sol? No sabe ná el tío ... Aunque yo me iría a vivir a Zahora, por ejemplo". De momento, mejor no retirarse del mundanal ruido, hay gente que jamás lo hará. El rock & roll tira mucho. "La música negra en general", matiza Rafa, quien anuncia sorpresas para esta noche. "Hacemos rock, soul, blues en el amplio sentido de la palabra, pero admitimos que los tres acorden siempre funcionan, desde el mismo Robert Johnson al maestro T Bone Walker, que me parece súper rockero, Charlie Patton o Bukka White", leyendas del blues universal, "a quienes todos le debemos mucho, casi todo. Gracias a ellos hacemos música tocada con el corazón, la mejor droga que pueda existir".
"Mi abuela nació en la calle Pelota, tengo familia en Loreto, en la barriada de La Paz, en Puerta Tierra. De chico, todos los años pasaba los tres meses de verano en Cádiz. Mi padre nació en Conil, también tenemos parientes en Bornos y en Alcalá del Valle. Mi abuelo trabajó como remolcador en el muelle. Dicho ésto, mi corazón está en Cádiz", comenta Rafa Fernández, uno de los guitarristas de Right Ons. Menudo libro de familia. Tras acreditarse, vía telefónica, minutos antes de la prueba de sonido del festival gallego que anoche citaba al grupo madrileño con bandas de la talla de Muse y Pet Shop Boys, Rafa señala que ayer fue un día grande para el quinteto, "pero a mí me hace más ilusión tocar mañana delante de mi abuela, mis tías y mis primos, cerca de La Caleta ... ", suspira. Ojo, no confundan estas palabras con la típica coba del artista foráneo o local a su llegada a la Tacita de Plata, una manera como otra cualquiera de tocar la fibra sensible del personal indígena. Rafa lo dice de veras. Y se muestra sincero y rotund cuando denuncia la escasa cultura musical de este país.
Los Right Ons se tomaban el festival de anoche, uno de los más rutilantes del verano, como una oportunidad de "darse a conocer, de que nos conozca más gente y de hacer posible que la gente sepa cómo se encuentra el producto nacional. Vamos creciendo, la carretera es lo que ayuda", los kilómetros que acumulan estos músicos a lo largo de diversos continentes y culturas. Con prestigio en Estados Unidos, Inglaterra y otros rincones europeos. Se dice pronto. "Quizá donde menos hemos tocado haya sido en Andalucía". Pronto viajarán a Suramérica.
El músico admite que este año los recortes presupuestarios de ayuntamientos y demás organismos públicos han afectado sobremanera a la música en directo, salvo excepciones playeras con medio millón de machacantes públicos en liza. "A ver si cambian la tendencia, porque siempre recortan donde más duele", y señala, entre bormas y veras, que "tendrían que recortar el sueldo a quienes se alegran de ello o aplaudan las restricciones en la música que tanta vida da al verano. Nadie apostaría por recortar los presupuestos para el concurso del Falla, ¿verdad?", pone el dedo en la llaga. "Jamás callarían a las chirigotas, y en el caso del rock hay muchísimo talento en este país, y también en Cádiz". Rafa recuerda a uno de sus "grupos míticos", pioneros precisamente del blues rock en la provincia gaditana, junto a los jerezanos Los Solos. Se refiere a los Simun del gran Nono Ábalo y un tal Tony Reguera. "Me declaro fan de Siun", remarca el joven guitarrista, que critica el "ostracismo del rock en este país; parece que la cultura musical no van con nosotros, en Estados Unidos o Inglaterra nos llevan varias generaciones de ventaja, ellos han valorado y defendido lo suyo como debe ser, y aquí no escuchamos ni siquiera a los nuestros y nos dejamos llevar por cosas de fuera", muchas de ella de dudoso gusto o valor artístico. Un tupido velo. "Los músicos españoles podemos competir de tú a tú con cualquiera. Conozco el pasado por lo que he escuchado en casa y por lo que luego investigué, y en los años sesenta y setenta los grupos hispanos nada tenían que envidiar a los anglosajones, pero ahora, aquí y ahora, existe una explosión de estilos musicales, España ofrece un estado de salud creativo realmente bueno", pero ni sus prebostes ni los medios convencionales lo quieren ver así y promocionan a lady gagas y demás basura. Qué va a escuchar un país cuyo presidente se declara fan de Melendi y Supertramp (sic). En fin. Rafa se despacha sin tapujos. "Quizá no hemos sabido vendernos bien y la industria no ha trabajado bien, quizá no haya interesado hacerlo de verdad, pero hay cambiar la situación y dar más bola a los músicos españoles. Nosotros hemos comprobado fuera de España que los aficionados respetan a las bandas de calidad. Llevamos más de diez años en formaciones diferentes, permutando posiciones, somos amigos desde hace mucho tiempo y hemos tenido mucha suerte, amén de esfuerzo y trabajo. Podemos decir en voz alta que vamos a cantar a Estados Unidos o Gran Bretaña, o lugares más remotos y exóticos, y no nos miran como a gente sospechosa, nos escuchan y valoran, bailan y rockean con nosotros con total naturalidad". Sin prejucios.
Es curioso, pero Rafa asistió años atrás al festival Isla de Blues con su padre, gran aficionado a la música. "Vimos a Hook Herrera, un tipo con una calidad de lujo, y sé que luego estuvieron los Ten Years After. ¿Alvin Lee vive en la Costa del Sol? No sabe ná el tío ... Aunque yo me iría a vivir a Zahora, por ejemplo". De momento, mejor no retirarse del mundanal ruido, hay gente que jamás lo hará. El rock & roll tira mucho. "La música negra en general", matiza Rafa, quien anuncia sorpresas para esta noche. "Hacemos rock, soul, blues en el amplio sentido de la palabra, pero admitimos que los tres acorden siempre funcionan, desde el mismo Robert Johnson al maestro T Bone Walker, que me parece súper rockero, Charlie Patton o Bukka White", leyendas del blues universal, "a quienes todos le debemos mucho, casi todo. Gracias a ellos hacemos música tocada con el corazón, la mejor droga que pueda existir".
La isla de los descubrimientos
El festival internacional de blues, que cada año sorprende con joyas musicales, cumple catorce ediciones renovando su pasión por la música negra y apostando por figuras emergentes como Scott McKeon y The Right Ons
Van catorce, siete en San Fernando y siete en Cádiz. El festival La Isla del Blues, auténtico oasis de música de calidad que cada temporada estival descubre nuevos colores para regocijo de la sufrida y ávida afición al rock y derivados, cumple una generación completa de carteles de postín. José Peinado, alma mater de Blueshow y regidor del cotarro, posee un ojo clínico envidiable. Nunca pincha en hueso, suele dar en el clavo en la elección de guitarristas de postín o grupos de futuro inmediato incuestionable, aunque su memoria guarda con especial cariño y emoción su contratación más sonada, la de Ten Years After, la banda de Alvin Lee, los triunfadores de Woodstock, que brindaron un sensacional espectáculo en el teatro Pemán. "Quién me iba a decir de jovencito, cuando los escuchaba con tanta pasión, que iba a traer a semejantes monstruos a la Bahía", a su particular isla de los descubrimientos.
Esta noche, a partir de las diez en el Baluarte de la Candelaria, corresponde turno a otro guitarrista de los buenos, el británico Scott McKeon, de 24 años, que ya ha dejado patente su talento en un par de discos de altos vuelos; a un grupo español de prestigio internacional, los Right Ons, que pronto se embarcarán en otra gira, esta vez suramericana, y la extremeña Susan Santos, autodidacta de la energía. Contra viento y marea, con un presupuesto modesto y la imaginación por bandera, La Isla del Blues mantiene el tipo pese a la cacareada crisis y aun sin contar con el apoyo decidido de todas las administraciones, como ocurre en festivales de blues de la Piel de Toro, que corren mejor suerte y crecen en condiciones. Como está la cosa corta, sobre todo para la música no verbenera ni latinizada, La Isla del Blues no puede competir con los grandes, pero se hace fuerte en virtud de su coherencia y paladar. Atrás quedan carteles de gran categoría, figuras rutilantes como Hook Herrera, Deborah Coleman, guitarristas sensacionales como Lance López o Matt Schofield, o bandas hispanas del estilo de Red House. Ya nadie engaña a nadie, ahí están los myspaces o spotifys para comprobar el género y el acierto de Peinado, Robinson Crusoe al sur del blues en la tierra de la alegría, donde, aparte del tirititrán, también apasiona la música negra, la madre de todos los ritmos.
Encabeza al cartel de esta noche un chaval con cara de haber roto pocos platos que esconde un gusto furioso por tocar fuerte y componer canciones rotundas. Scott McKeon, cuenta la promoción de copiar y pegar, apareció en la tele a los siete años, por primera vez. Otra gente ha salido mil veces y no deja de ser un tarambana, así que el mérito del músico inglés reside tal vez en su manera de hacer música desde que era un imberbe. Premio al mejor guitarrista joven de la Guitar Magazine, prodigio y pródigo hijo del blues de Chicago, el género creado por los negros que emigraron al Norte de los Estados Unidos y enriquecieron el las seis notas del blues del Delta del río de los esclavos. Hijo de la Fender, compañero de escenario de gente tan puntera y dispar como Joe Bonamassa Dereck Trucks, Jimmy Vaughan o Buddy Guy, y telonero de Eric Clapton o Sheryl Crow en el Hard Rock Calling de hace un par de años, el guitarrista sigue sumando adeptos en sus conciertos. Si en el par de discos que ha registrado hasta ahora se muestra más respetuoso con la estructura de las canciones que salvaje a la hora de tocar su instrumento, en directo libera sus demonios de aquella manera, a la manera de Clapton o John Mayer. Explorador celeste, que debutó en el o6 con "Can't take no more" y rubrica ahora su poderío con "Trouble", el fino guitarrista acaba de participar en algunos festivales junto a su majestad BB King y dedicará el otoño a salir de gira como soporte de la banda del mítico bajista de Deep Purple, el gran Glenn Hughes. De hecho, McKeon acaso se sienta en deuda con los rockeros de los sesenta y setenta, los negors y sus paliduchos discípulos anglosajones. Quienes han visto a este chico en directo se han convertido a su religión, por así decirlo.
La Isla del Blues consagra este año a los extraordinarios Right Ons, madrileños con ramificaciones sureñas que obtienen un triunfo tras otro allá donde pisan sus pies. Con otro par de discos bajo el brazo, producidos por Paco Loco en El Puerto de Santa María, el primero, y en Boston, el segundo, "Look inside, now", por Ed Valauskas, responsable del sonido de los primeros álbumes de Paperboy Reed, el quinteto actuaba anoche en el festival de Santiago de Compostela que reunía a miles de personas en torno a Muse y Pet Shop Boys. Otro paso adelante. Los Right Ons no paran, han realizado dos giras por Estados Unidos, conocen los escenarios de lugares tan distantes como Japón, Alenania e Italia, su nombre se codea con los mejores, y se bandean a la perfección entre el soul, el funk, el blues y la psicodelia rockera. Sus conciertos se transforman en fiestas enérgicas de complicidad y expresividad en su máximo exponente. Son buenos de verdad.
La extremeña Susan Santos completa la noche con su Papa's read band, un trío que cuida el blues rock y apunta alto a base de grandes festivales y garitos de buena muerte. Dos discos en su haber, esta noche todos cuentan con dos discos en su historial y mucha carretera por delante. Con más kilómetros que el propio Peinado y su irreductible Isla del Blues.
Van catorce, siete en San Fernando y siete en Cádiz. El festival La Isla del Blues, auténtico oasis de música de calidad que cada temporada estival descubre nuevos colores para regocijo de la sufrida y ávida afición al rock y derivados, cumple una generación completa de carteles de postín. José Peinado, alma mater de Blueshow y regidor del cotarro, posee un ojo clínico envidiable. Nunca pincha en hueso, suele dar en el clavo en la elección de guitarristas de postín o grupos de futuro inmediato incuestionable, aunque su memoria guarda con especial cariño y emoción su contratación más sonada, la de Ten Years After, la banda de Alvin Lee, los triunfadores de Woodstock, que brindaron un sensacional espectáculo en el teatro Pemán. "Quién me iba a decir de jovencito, cuando los escuchaba con tanta pasión, que iba a traer a semejantes monstruos a la Bahía", a su particular isla de los descubrimientos.
Esta noche, a partir de las diez en el Baluarte de la Candelaria, corresponde turno a otro guitarrista de los buenos, el británico Scott McKeon, de 24 años, que ya ha dejado patente su talento en un par de discos de altos vuelos; a un grupo español de prestigio internacional, los Right Ons, que pronto se embarcarán en otra gira, esta vez suramericana, y la extremeña Susan Santos, autodidacta de la energía. Contra viento y marea, con un presupuesto modesto y la imaginación por bandera, La Isla del Blues mantiene el tipo pese a la cacareada crisis y aun sin contar con el apoyo decidido de todas las administraciones, como ocurre en festivales de blues de la Piel de Toro, que corren mejor suerte y crecen en condiciones. Como está la cosa corta, sobre todo para la música no verbenera ni latinizada, La Isla del Blues no puede competir con los grandes, pero se hace fuerte en virtud de su coherencia y paladar. Atrás quedan carteles de gran categoría, figuras rutilantes como Hook Herrera, Deborah Coleman, guitarristas sensacionales como Lance López o Matt Schofield, o bandas hispanas del estilo de Red House. Ya nadie engaña a nadie, ahí están los myspaces o spotifys para comprobar el género y el acierto de Peinado, Robinson Crusoe al sur del blues en la tierra de la alegría, donde, aparte del tirititrán, también apasiona la música negra, la madre de todos los ritmos.
Encabeza al cartel de esta noche un chaval con cara de haber roto pocos platos que esconde un gusto furioso por tocar fuerte y componer canciones rotundas. Scott McKeon, cuenta la promoción de copiar y pegar, apareció en la tele a los siete años, por primera vez. Otra gente ha salido mil veces y no deja de ser un tarambana, así que el mérito del músico inglés reside tal vez en su manera de hacer música desde que era un imberbe. Premio al mejor guitarrista joven de la Guitar Magazine, prodigio y pródigo hijo del blues de Chicago, el género creado por los negros que emigraron al Norte de los Estados Unidos y enriquecieron el las seis notas del blues del Delta del río de los esclavos. Hijo de la Fender, compañero de escenario de gente tan puntera y dispar como Joe Bonamassa Dereck Trucks, Jimmy Vaughan o Buddy Guy, y telonero de Eric Clapton o Sheryl Crow en el Hard Rock Calling de hace un par de años, el guitarrista sigue sumando adeptos en sus conciertos. Si en el par de discos que ha registrado hasta ahora se muestra más respetuoso con la estructura de las canciones que salvaje a la hora de tocar su instrumento, en directo libera sus demonios de aquella manera, a la manera de Clapton o John Mayer. Explorador celeste, que debutó en el o6 con "Can't take no more" y rubrica ahora su poderío con "Trouble", el fino guitarrista acaba de participar en algunos festivales junto a su majestad BB King y dedicará el otoño a salir de gira como soporte de la banda del mítico bajista de Deep Purple, el gran Glenn Hughes. De hecho, McKeon acaso se sienta en deuda con los rockeros de los sesenta y setenta, los negors y sus paliduchos discípulos anglosajones. Quienes han visto a este chico en directo se han convertido a su religión, por así decirlo.
La Isla del Blues consagra este año a los extraordinarios Right Ons, madrileños con ramificaciones sureñas que obtienen un triunfo tras otro allá donde pisan sus pies. Con otro par de discos bajo el brazo, producidos por Paco Loco en El Puerto de Santa María, el primero, y en Boston, el segundo, "Look inside, now", por Ed Valauskas, responsable del sonido de los primeros álbumes de Paperboy Reed, el quinteto actuaba anoche en el festival de Santiago de Compostela que reunía a miles de personas en torno a Muse y Pet Shop Boys. Otro paso adelante. Los Right Ons no paran, han realizado dos giras por Estados Unidos, conocen los escenarios de lugares tan distantes como Japón, Alenania e Italia, su nombre se codea con los mejores, y se bandean a la perfección entre el soul, el funk, el blues y la psicodelia rockera. Sus conciertos se transforman en fiestas enérgicas de complicidad y expresividad en su máximo exponente. Son buenos de verdad.
La extremeña Susan Santos completa la noche con su Papa's read band, un trío que cuida el blues rock y apunta alto a base de grandes festivales y garitos de buena muerte. Dos discos en su haber, esta noche todos cuentan con dos discos en su historial y mucha carretera por delante. Con más kilómetros que el propio Peinado y su irreductible Isla del Blues.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
¡Vámonos de supercopas!
viernes, 27 de agosto de 2010
Calamaro manda al carajo a los profetas de la nada
Leído en Efe Eme:
Lo cierto es que nos parecía un asunto sin mayor importancia, pues sabemos que Calamaro lleva un tiempo de amor-odio hacia las nuevas tecnologías, especialmente con internet y las opiniones del personal, pero visto que la noticia corre de aquí para allá, dejemos testimonio de ella: Andrés Calamaro se ha cansado de Twitter y desde su web anuncia el abandono del mismo proclamando que “140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con Blackberry o lo que es peor…. conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles consecuencias de sangrientos años que deterioraron los mínimos gramos de dignidad”.
Y luego añade, con respecto a quienes le seguían en Twitter: “Cuando el coro de pichaflojas llegó a cien mil (no voy a decir almas porque no se puede generalizar), algunos de los cuales fueron contertulios con sustancia (siempre hay un margen de un 2% que se salvan del naufragio de las vergüenzas), después de un gracioso coqueteo con un aparente cabinet (lobby) de abogados y publicistas lisérgicos, reclutados para gestionar la ahora ex cuenta, pues le puse punto final al feedback con el carnaval careta, los falsos profetas de la nada misma y la resaca de la fauna humana irrespetable, insolente y desinteresante… sigo con mi vida, que es suficiente”.
ahí va el texto íntegro en la web de Calamaro
http://www.calamaro.com/ac/ac.asp
Por cierto, las próximas fechas del artista en España son:
04-IX San Sebastián. Kursaal.
08-IX Barcelona. Razzmatazz.
11-IX Barakaldo. Rockstar Live.
15-IX Madrid. La Riviera (entradas agotadas).
16-XI Madrid. La Riviera.
18-IX Vigo. Pabellón As Travesas
Lo cierto es que nos parecía un asunto sin mayor importancia, pues sabemos que Calamaro lleva un tiempo de amor-odio hacia las nuevas tecnologías, especialmente con internet y las opiniones del personal, pero visto que la noticia corre de aquí para allá, dejemos testimonio de ella: Andrés Calamaro se ha cansado de Twitter y desde su web anuncia el abandono del mismo proclamando que “140 caracteres pueden metérselos profundo en el medio del ojete, me importa tres pepinos perder un segundo más en el rebaño de boludos con Blackberry o lo que es peor…. conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles consecuencias de sangrientos años que deterioraron los mínimos gramos de dignidad”.
Y luego añade, con respecto a quienes le seguían en Twitter: “Cuando el coro de pichaflojas llegó a cien mil (no voy a decir almas porque no se puede generalizar), algunos de los cuales fueron contertulios con sustancia (siempre hay un margen de un 2% que se salvan del naufragio de las vergüenzas), después de un gracioso coqueteo con un aparente cabinet (lobby) de abogados y publicistas lisérgicos, reclutados para gestionar la ahora ex cuenta, pues le puse punto final al feedback con el carnaval careta, los falsos profetas de la nada misma y la resaca de la fauna humana irrespetable, insolente y desinteresante… sigo con mi vida, que es suficiente”.
ahí va el texto íntegro en la web de Calamaro
http://www.calamaro.com/ac/ac.asp
Por cierto, las próximas fechas del artista en España son:
04-IX San Sebastián. Kursaal.
08-IX Barcelona. Razzmatazz.
11-IX Barakaldo. Rockstar Live.
15-IX Madrid. La Riviera (entradas agotadas).
16-XI Madrid. La Riviera.
18-IX Vigo. Pabellón As Travesas
domingo, 22 de agosto de 2010
Antonio Smash, una leyenda verdadera
El músico sevillano, superviviente y precursor del rock andaluz, comienza a publicar con "Balas de amor" una trilogía de discos breves y rotundos
He aquí un superviviente del rock. "Antonio es una de nuestras leyendas verdaderas, heredero directo de los grandes", apunta su colega Santiago Auserón, quien por cierto cantaba anoche en Cádiz. Antonio Smash dispara ahora con "Balas de amor", la primera de sus tres entregas al más puro estilo de los epés de antaño. "Poquito a poco. Me lo tomo con paciencia y filosofía", apunta el legendario músico sevillano, quien recuerda con emoción los discos de cuatro canciones, dos por cada cara, que los Beatles, los Kinks o los Stones publicaban para regocijo de la afición. Aquel jovencísimo batería de la primera banda que se atrevió a fusionar flamenco y rock, Smash, año 68, sigue caminando sin perder el compás. "Atrás quedaron las prisas de la juventud, aunque en el fondo mantenemos el espíritu y el sentido". Y el corte de pelo psicodélico.
El músico, que en su nueva etapa canta y toca batería, guitarras, bajo y teclados, ha estampado su firma y dejado su influjo en ritmos, arreglos y melodías, en trabajos fundamentales: dos discos con Smash, incluyendo "El Garrotín"; el "14 de abril" de Goma; elepés de Granada, Lole y Manuel y el eterno Silvio, y las etapas cumbre de Kiko Veneno y Pata Negra, hasta el mismísimo "Blues de la frontera", entre otros álbumes históricos.
"Empecé a los dieciséis años, creo que Manolito Rodríguez lo hizo antes. Los compañeros eran como hermanos mayores, se acentuaba la edad, pero ahora, cuando volvemos a reunirnos, gente como Gualberto, que es como mi hermano mayor, insisto, me siguen llamando Antoñito, no hay manera", bromea, "y discutimos como si no hubiera pasado el tiempo". "En realidad nunca me retiré del ambiente, he tocado con todos, manteniendo la identidad, y trabajo como solista desde hace nueve años, desde "El jardín secreto" que produjo, precisamente, Santiago Auserón. "Me decidí por necesidad artística, tenía un montón de temas escritos y Santiago me animó a dar el paso, lo conocí en la gira con Kiko Veneno, sacábamos la guitarras y cantábamos en el hotel para divertirnos. Fue Santiago quien me alentó a cantar en español, antes cantaba todo el mundo en inglés, en esa época tan fantástica".
Reconoce Antonio la huella sonora de la Base de Rota en la música andaluza. "Aquí se escuchaban los discos extranjeros antes que en Madrid y Cataluña". Y rulaban los instrumentos y equipos de sonido. El músico sevillano evoca las noches del Club Don Gonzalo de Sevilla, las emisiones de Joaquín Salvador, el ambiente en Cádiz y Málaga. "Escuchamos el primer disco de Pink Floyd, con Syd Barret, antes de que llegase a las tiendas, y nos cautivaron Frank Zappa, Jeff Beck, Ron Wood o Rod Stewart".
"Los rockeros estamos acostumbrados a luchar contra las adversidades", subraya, no sin antes relativizar: "Si todos estuvieran en el lugar que quisieran, sería aburrido, estamos acostumbrados a que haya 'un por saco', algo que lo desarregle todo, el espíritu del rock nace de la rebeldía y sigue teniendo sentido, y existen muchísimas razones para la rebeldía. Supongo que pervive esa actitud crítica ante la sociedad, pues vivimos los mismos problemas aunque camuflados y revestidos de la misma hipocresía. Son tiempos de confusión. Antes quedaban más patentes las diferencias de actitudes. El sistema lo absorbe todo, trata de restarle interés, los chavales acuden a lo que hay. Todo controlado. Cuando alguien saca los pies del plato, por propia iniciativa y mostrando sinceridad con lo que pasa, si no conviene ... sucedió siempre. Llega un momento en que me pierdo y me remito a caminar, a cuidar el entorno y a ser coherente".
"No me considero un superviviente, ni creo que este disco signifique mi retorno", interpela Antonio Samuel Rodríguez. "Siempre hemos estado ahí. A veces te ignoran, pero sigues ahí. No he parado de tocar, aunque he evitado estar por dinero, he gozado de experiencias enormes con grandes músicos". Los menciona, antes de suspirar: "El arte es una profesión de riesgo, estimulante pero peligrosa, es un lujo estar vivo y poder dedicarte a lo que te gusta. Miro hacia atrás y me considero un hombre con suerte, tengo la cabeza más o menos bien", bromea de nuevo, "y cantamos para que se nos escuche y llegar a la gente que tiene que llegar". Antonio trabaja ahora en tres formatos: banda eléctrica, trío acústico y acústico con chello y viola. Su mujer Lourdes canta de categoría, Antonio lo toca todo y se encuentra satisfecho con la banda, con la que se presentará en Cádiz el 24 de septiembre en la sala W, un día antes que Cai. Antonio recuerda, a lo largo de la conversación, los tiempos remotos, los festivales, los problemas de sonido que generaban equipos (sin monitores) de eficacia insospechada, la noche que telonearon a Family, la época en que el blues-rock representaba la vanguardia y el flamenco se dejaba querer. Antoñito tocó con todos, aprendió a vivir, y ahora dispara con balas de amor, como el llanero solitario, y juega al tres por cuatro. Espera editar la segunda parte a principios de año y quizá antes del verano del Once completar la trilogía con la tercera entrega o un álbum completo. "Internet ofrece unas posibilidades y una libertad que no concedían antes las compañías de discos". Y brinda tardes de ensueño a través de youtubes y spotifys, "ahí está todo lo que los chavales de entonces imagínabamos".
He aquí un superviviente del rock. "Antonio es una de nuestras leyendas verdaderas, heredero directo de los grandes", apunta su colega Santiago Auserón, quien por cierto cantaba anoche en Cádiz. Antonio Smash dispara ahora con "Balas de amor", la primera de sus tres entregas al más puro estilo de los epés de antaño. "Poquito a poco. Me lo tomo con paciencia y filosofía", apunta el legendario músico sevillano, quien recuerda con emoción los discos de cuatro canciones, dos por cada cara, que los Beatles, los Kinks o los Stones publicaban para regocijo de la afición. Aquel jovencísimo batería de la primera banda que se atrevió a fusionar flamenco y rock, Smash, año 68, sigue caminando sin perder el compás. "Atrás quedaron las prisas de la juventud, aunque en el fondo mantenemos el espíritu y el sentido". Y el corte de pelo psicodélico.
El músico, que en su nueva etapa canta y toca batería, guitarras, bajo y teclados, ha estampado su firma y dejado su influjo en ritmos, arreglos y melodías, en trabajos fundamentales: dos discos con Smash, incluyendo "El Garrotín"; el "14 de abril" de Goma; elepés de Granada, Lole y Manuel y el eterno Silvio, y las etapas cumbre de Kiko Veneno y Pata Negra, hasta el mismísimo "Blues de la frontera", entre otros álbumes históricos.
"Empecé a los dieciséis años, creo que Manolito Rodríguez lo hizo antes. Los compañeros eran como hermanos mayores, se acentuaba la edad, pero ahora, cuando volvemos a reunirnos, gente como Gualberto, que es como mi hermano mayor, insisto, me siguen llamando Antoñito, no hay manera", bromea, "y discutimos como si no hubiera pasado el tiempo". "En realidad nunca me retiré del ambiente, he tocado con todos, manteniendo la identidad, y trabajo como solista desde hace nueve años, desde "El jardín secreto" que produjo, precisamente, Santiago Auserón. "Me decidí por necesidad artística, tenía un montón de temas escritos y Santiago me animó a dar el paso, lo conocí en la gira con Kiko Veneno, sacábamos la guitarras y cantábamos en el hotel para divertirnos. Fue Santiago quien me alentó a cantar en español, antes cantaba todo el mundo en inglés, en esa época tan fantástica".
Reconoce Antonio la huella sonora de la Base de Rota en la música andaluza. "Aquí se escuchaban los discos extranjeros antes que en Madrid y Cataluña". Y rulaban los instrumentos y equipos de sonido. El músico sevillano evoca las noches del Club Don Gonzalo de Sevilla, las emisiones de Joaquín Salvador, el ambiente en Cádiz y Málaga. "Escuchamos el primer disco de Pink Floyd, con Syd Barret, antes de que llegase a las tiendas, y nos cautivaron Frank Zappa, Jeff Beck, Ron Wood o Rod Stewart".
"Los rockeros estamos acostumbrados a luchar contra las adversidades", subraya, no sin antes relativizar: "Si todos estuvieran en el lugar que quisieran, sería aburrido, estamos acostumbrados a que haya 'un por saco', algo que lo desarregle todo, el espíritu del rock nace de la rebeldía y sigue teniendo sentido, y existen muchísimas razones para la rebeldía. Supongo que pervive esa actitud crítica ante la sociedad, pues vivimos los mismos problemas aunque camuflados y revestidos de la misma hipocresía. Son tiempos de confusión. Antes quedaban más patentes las diferencias de actitudes. El sistema lo absorbe todo, trata de restarle interés, los chavales acuden a lo que hay. Todo controlado. Cuando alguien saca los pies del plato, por propia iniciativa y mostrando sinceridad con lo que pasa, si no conviene ... sucedió siempre. Llega un momento en que me pierdo y me remito a caminar, a cuidar el entorno y a ser coherente".
"No me considero un superviviente, ni creo que este disco signifique mi retorno", interpela Antonio Samuel Rodríguez. "Siempre hemos estado ahí. A veces te ignoran, pero sigues ahí. No he parado de tocar, aunque he evitado estar por dinero, he gozado de experiencias enormes con grandes músicos". Los menciona, antes de suspirar: "El arte es una profesión de riesgo, estimulante pero peligrosa, es un lujo estar vivo y poder dedicarte a lo que te gusta. Miro hacia atrás y me considero un hombre con suerte, tengo la cabeza más o menos bien", bromea de nuevo, "y cantamos para que se nos escuche y llegar a la gente que tiene que llegar". Antonio trabaja ahora en tres formatos: banda eléctrica, trío acústico y acústico con chello y viola. Su mujer Lourdes canta de categoría, Antonio lo toca todo y se encuentra satisfecho con la banda, con la que se presentará en Cádiz el 24 de septiembre en la sala W, un día antes que Cai. Antonio recuerda, a lo largo de la conversación, los tiempos remotos, los festivales, los problemas de sonido que generaban equipos (sin monitores) de eficacia insospechada, la noche que telonearon a Family, la época en que el blues-rock representaba la vanguardia y el flamenco se dejaba querer. Antoñito tocó con todos, aprendió a vivir, y ahora dispara con balas de amor, como el llanero solitario, y juega al tres por cuatro. Espera editar la segunda parte a principios de año y quizá antes del verano del Once completar la trilogía con la tercera entrega o un álbum completo. "Internet ofrece unas posibilidades y una libertad que no concedían antes las compañías de discos". Y brinda tardes de ensueño a través de youtubes y spotifys, "ahí está todo lo que los chavales de entonces imagínabamos".
Agosto, Cultura, Diario de Cádiz
El blues de los ausentes
Dos horas de ventolera al calor de Juan Perro, que apenas recurre a la nostalgia en un notable concierto acústico
Salta el Levante. Una pareja de tortolitos sale escopetada de una limusine de dos metros y medio de largo. Otra boda en La Caleta, que es plata quieta. Santiago Auserón agota las entradas, cuarentones hacen fila india, gente de la Bola de Cristal "p'arriba". Juan Perro luce sombrero Keaton y sonrisa de medio lao. Imagina en voz alta que la gente "se habrá puesto fijador en el flequillo, pues hace un vientecillo que dificulta la navegación", comenta en plan jocoso. Y advierte que la noche se antoja proclive a disfrutar de un concierto como "en el patio de casa", ideal para "rodar las nuevas canciones" antes de registrarlas en disco o similar. Problemas técnicos. Un blues vacilón para comenzar, "A ver si cae del cielo una canción", pero el cielo anda remolón. Y el Levante, amnésico perdido. El que fuera líder de Radio Futura deja su impronta de primeras y dedica la segunda pieza a Joe Strummer, el recordado cantante de los Clash. Cuenta que cultivó su amistad en Lavapiés, cuando el artista pasaba por una mala temporada. Dibuja un Strummer tragicómico, un punky de Valle Inclán, castellaniza al personaje con "José Rasca" y luego estrena otra pieza inspirada acaso en la pena negra de García Lorca, canción de cuna de extraña crueldad. El publiquito variopinto consume cerveza como si rondase el juicio final. Al final, el trovador acústico, que acude a la llamada junto al maestro Vinyals, un estupendo guitarrista, no consigue dominar el viento pero al menos doma a la fierecilla anestesiada y dispersa, la gente parece dispersa por los flancos postreros, al fondo hay quien se ha equivocado de barbacoa, Juan Perro ataca temas antiguos como "El carro", sintetizan las guitarras estampas de ayer y de hoy. "Cuando sea sesentón ..." Auserón emula los sones vodevilescos y traviesos, acaso un guiño al "When I'm sixty four" de Los Beatles, pero del tirón se abandona de nuevo a los blues carpetovetónicos, la noche se presenta propicia, el artista no recurre al pasado, da vida a numerosos temas nuevos y esta vez elige destino americano del norte, pocos toques cubanos, algún detallito extra y buen rocanrol sin apenas electrificar. Está la cosa cortita. Auserón sortea las señales oscuras del destino, roba girasoles y engancha poco a poco. En los bises logrará poner en pie y arremolinar al personal sobre la escena. Antes, se lo trabaja con hechuras de cantor de jazz, alas rotas, las charlita del pescado o la perla negra. El juglar riza el rizo, presenta a los músicos ausentes, su verdadera banda. Inaudito. La gente aplaude a los instrumentistas invisibles. Ironías al viento. Está la cosa cortita. Dos botellines de agua y pa la casa. "La próxima vez esperamos venir con toda la banda". Auserón lo deja caer. El formato no parece el adecuado, o quizá el lugar, el fantástico Castillo de Santa Catalina, no se ajuste al espectáculo. O quizá sea todo lo contrario. "¡Muy bien, Santiago!", exclama una veraneante de traje floripondeado que se ha hartado de charlar antes. Hay gente que oye llover mientras habla. La mujer, luego, sale a bailar. Otros cuentan los vasos de cerveza que sus próximos se han metido ya entre pecho y espalda. Vasos superpuestos, grandes cambayás, noche surrealista, será el Levante. Alguien discute a Auserón cierto acento italiano, antes de un country blues de categoría, y el cantante no se deja amilanar y responde al graciosillo, vuelan las veletas violetas, el artista luce el sombrero a rosca, arrecia la ventolera a traición, Santiago ronea, ejecuta fraseos inconfundibles y provoca otro milagro: la gente reconvierte un 5 por 8 al compás flamenco, "ole ahí, todo puede ocurrir en Cai", suelta el artista ambulante, que pesca sin caña, desde media distancia tienen un punto de James Dean, nadie discute que se conserva en formol, a sus 56. Gracias a Grecian 2012, por otra parte. Sin tiempo para pensar, las dos horas de ventolera y de bulla íntima sirven postres de boleros ibéricos, un tributo a Malasaña, universo de barrio republicano donde los haya, y Santiago convida a viajar en la nave estelar del absurdo, un cómic estilo Kiko Veneno. Perro flaco contesta "no me da la gana" a cierta petición, y envuelve los bises en celofán, en cambio. Sólo un recuerdo a Radio Futura, la inmensa, más serena y pausada, "La estatua del jardín botánico", que valió por toda la noche. Esperando un eclipse, hasta "La fonda de Dolores" final. Un respeto a los músicos ausentes.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Salta el Levante. Una pareja de tortolitos sale escopetada de una limusine de dos metros y medio de largo. Otra boda en La Caleta, que es plata quieta. Santiago Auserón agota las entradas, cuarentones hacen fila india, gente de la Bola de Cristal "p'arriba". Juan Perro luce sombrero Keaton y sonrisa de medio lao. Imagina en voz alta que la gente "se habrá puesto fijador en el flequillo, pues hace un vientecillo que dificulta la navegación", comenta en plan jocoso. Y advierte que la noche se antoja proclive a disfrutar de un concierto como "en el patio de casa", ideal para "rodar las nuevas canciones" antes de registrarlas en disco o similar. Problemas técnicos. Un blues vacilón para comenzar, "A ver si cae del cielo una canción", pero el cielo anda remolón. Y el Levante, amnésico perdido. El que fuera líder de Radio Futura deja su impronta de primeras y dedica la segunda pieza a Joe Strummer, el recordado cantante de los Clash. Cuenta que cultivó su amistad en Lavapiés, cuando el artista pasaba por una mala temporada. Dibuja un Strummer tragicómico, un punky de Valle Inclán, castellaniza al personaje con "José Rasca" y luego estrena otra pieza inspirada acaso en la pena negra de García Lorca, canción de cuna de extraña crueldad. El publiquito variopinto consume cerveza como si rondase el juicio final. Al final, el trovador acústico, que acude a la llamada junto al maestro Vinyals, un estupendo guitarrista, no consigue dominar el viento pero al menos doma a la fierecilla anestesiada y dispersa, la gente parece dispersa por los flancos postreros, al fondo hay quien se ha equivocado de barbacoa, Juan Perro ataca temas antiguos como "El carro", sintetizan las guitarras estampas de ayer y de hoy. "Cuando sea sesentón ..." Auserón emula los sones vodevilescos y traviesos, acaso un guiño al "When I'm sixty four" de Los Beatles, pero del tirón se abandona de nuevo a los blues carpetovetónicos, la noche se presenta propicia, el artista no recurre al pasado, da vida a numerosos temas nuevos y esta vez elige destino americano del norte, pocos toques cubanos, algún detallito extra y buen rocanrol sin apenas electrificar. Está la cosa cortita. Auserón sortea las señales oscuras del destino, roba girasoles y engancha poco a poco. En los bises logrará poner en pie y arremolinar al personal sobre la escena. Antes, se lo trabaja con hechuras de cantor de jazz, alas rotas, las charlita del pescado o la perla negra. El juglar riza el rizo, presenta a los músicos ausentes, su verdadera banda. Inaudito. La gente aplaude a los instrumentistas invisibles. Ironías al viento. Está la cosa cortita. Dos botellines de agua y pa la casa. "La próxima vez esperamos venir con toda la banda". Auserón lo deja caer. El formato no parece el adecuado, o quizá el lugar, el fantástico Castillo de Santa Catalina, no se ajuste al espectáculo. O quizá sea todo lo contrario. "¡Muy bien, Santiago!", exclama una veraneante de traje floripondeado que se ha hartado de charlar antes. Hay gente que oye llover mientras habla. La mujer, luego, sale a bailar. Otros cuentan los vasos de cerveza que sus próximos se han metido ya entre pecho y espalda. Vasos superpuestos, grandes cambayás, noche surrealista, será el Levante. Alguien discute a Auserón cierto acento italiano, antes de un country blues de categoría, y el cantante no se deja amilanar y responde al graciosillo, vuelan las veletas violetas, el artista luce el sombrero a rosca, arrecia la ventolera a traición, Santiago ronea, ejecuta fraseos inconfundibles y provoca otro milagro: la gente reconvierte un 5 por 8 al compás flamenco, "ole ahí, todo puede ocurrir en Cai", suelta el artista ambulante, que pesca sin caña, desde media distancia tienen un punto de James Dean, nadie discute que se conserva en formol, a sus 56. Gracias a Grecian 2012, por otra parte. Sin tiempo para pensar, las dos horas de ventolera y de bulla íntima sirven postres de boleros ibéricos, un tributo a Malasaña, universo de barrio republicano donde los haya, y Santiago convida a viajar en la nave estelar del absurdo, un cómic estilo Kiko Veneno. Perro flaco contesta "no me da la gana" a cierta petición, y envuelve los bises en celofán, en cambio. Sólo un recuerdo a Radio Futura, la inmensa, más serena y pausada, "La estatua del jardín botánico", que valió por toda la noche. Esperando un eclipse, hasta "La fonda de Dolores" final. Un respeto a los músicos ausentes.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Tom Petty y los Heartbreakers rompen ocho años de silencio
Un buen disco, con alguna sorpresa en su interior, adorna el regreso de Tom Petty y sus entrañables y sensacionales Heartbreakers. Ocho años sin tocar juntos. Vuelven con fuerza y elegancia, atacan de inicio con un blues quebrantahuesos, en verdad emplean el blues con sapiencia a lo largo del disco, y luego muestran su maestría. El segundo corte asombra por su estructura, parece una suite, no me atrevería a situar la pieza en el campo del rock sinfónico, pero casi, oiga, increíble pero cierto. Un reggae, furiosos pasajes guitarreros, una hermosa y escueta balada country, rocanrol rompedor, en fin, el disco contiene un poco de todo y se deja escuchar con naturalidad. Dicen que el álbum ha encontrado feroces críticas, quizá por parte de algún crítico inmovilista. En la primera escucha, chapó para Petty y sus compinches.
viernes, 20 de agosto de 2010
Juan Perro vuelve a la escuela de calor
Santa Catalina conocerá esta noche las nuevas canciones de Santiago Auserón, piedra angular del rock hispano
Hace falta valor. Aquí está, él tiene la llave de la escuela de calor. Juan Perro ha vuelto para no quedarse quieto. "Todo el que sale a un escenario se siente un poco prostituta", afirma en su web. Santiago Auserón, la voz cantante de uno de los grupos fundamentales de la historia del rock hispano, Radio Futura, presenta esta noche en Santa Catalina su nueva colección de canciones, "La nave estelar" y muchas más, y acaso suenen en formato inesperado algunas de las piezas registradas a fuego en la memoria colectiva, tal vez Anabell Lee, puede que La Estatua del Jardín Botánico, seguro que 37 grados a la sombra. Juan Perro lleva años gestionando su propia dignidad artística a través de su editorial, La Huella Sonora, y ha librado auténticas batallas contra la rutina, amén de vivir aventuras variadas desde los inicios del punk, la frivolidad enamorada de la moda juvenil, la profundidad del mar, el rock moderno, el acento latino que desembocó en amor incondicional al son cubano y el jazz pintiparado y arreglado expresamente con vistas al futuro de la radio muerta. Atada y bien matada. Auserón rompió una lanza recientemente por Diego Manrique, el último locutor superviviente de Radio 3. Juan Perro fue periodista aficionado antes que fraile de la presunta movida, con la que nunca comulgaron en exceso los hermanos Auserón y compañía, quienes firmaban a finales de los setenta curiosos artículos musicales en Disco Expréss bajo el seudónimo de Corazones Automáticos. Poco antes, en vertiginosa transición, Luis y Santiago trabajaban como delineantes en una empresa constructora, hasta que éste se marchó a completar sus estudios de Filosofía en la Sorbona parisina, nada que ver con la Gomorra madrileña. Radio Futura viró en diversas ocasiones, pasó del colorín al claroscuro, teloneó a Elvis Costello en el 79 y a renglón seguido, convertido ya en piedra angular del rock español, gobernó la Piel de Toro merced a un directo demoledor, supo dar calidad y diversión y volvió a reinventarse con La Canción de Juan Perro, el eslabón de esta cadena, el disco glorioso en la frontera de casi todo. Radio Futura prefirió no vivir de las rentas, ni del ralentí, y se despidió de la afición en gran momento creativo y comercial, con veneno en la piel, y Santiago bautizó su estilo de nuevo, vino a llamarse Juan Perro y se juntó con otro que tal baila, el gran Kiko Veneno, para pasear un cancionero doble sensacional por el país en llamas. Auserón cantó en el colegio La Salle de Puerto Real, por entonces templo del rock en la provincia, tanto con Radio Futura como con su alter ego perruno, aún se recuerdan sus interesantes, sesudas e inteligentes ruedas de prensa. El lenguaje de Juan Perro siempre se diferenció de sí mismo y del resto del planeta rockero. Santiago escribe con precisión, se bandea entre lo complejo y lo sencillo, deja huella sonora y literaria en todo lo que hace o deja de hacer. Zaragozano del 54, personaje de cómic, voz emulada por extraños devotos, trovador del rock contemporáneo, desencantado de tanto rollazo mediático, autor de cuatro discos en solitario, un álbum de versiones en comandita con su hermano y un fantástico paseo por la negra flor de su repertorio con orquesta, Santiago Auserón ya sabe que Cádiz es La Habana con más parados de larga duración, y que Compay Segundo, de cuya amistad gozaba, tenía alma de comparsista. Desmarcado y siempre en su papel, Juan Perro garantiza felicidad cantante y sonante, invita a bailar y a reflexionar, hace falta valor, Juan Perro vuelve a la escuela de calor.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Hace falta valor. Aquí está, él tiene la llave de la escuela de calor. Juan Perro ha vuelto para no quedarse quieto. "Todo el que sale a un escenario se siente un poco prostituta", afirma en su web. Santiago Auserón, la voz cantante de uno de los grupos fundamentales de la historia del rock hispano, Radio Futura, presenta esta noche en Santa Catalina su nueva colección de canciones, "La nave estelar" y muchas más, y acaso suenen en formato inesperado algunas de las piezas registradas a fuego en la memoria colectiva, tal vez Anabell Lee, puede que La Estatua del Jardín Botánico, seguro que 37 grados a la sombra. Juan Perro lleva años gestionando su propia dignidad artística a través de su editorial, La Huella Sonora, y ha librado auténticas batallas contra la rutina, amén de vivir aventuras variadas desde los inicios del punk, la frivolidad enamorada de la moda juvenil, la profundidad del mar, el rock moderno, el acento latino que desembocó en amor incondicional al son cubano y el jazz pintiparado y arreglado expresamente con vistas al futuro de la radio muerta. Atada y bien matada. Auserón rompió una lanza recientemente por Diego Manrique, el último locutor superviviente de Radio 3. Juan Perro fue periodista aficionado antes que fraile de la presunta movida, con la que nunca comulgaron en exceso los hermanos Auserón y compañía, quienes firmaban a finales de los setenta curiosos artículos musicales en Disco Expréss bajo el seudónimo de Corazones Automáticos. Poco antes, en vertiginosa transición, Luis y Santiago trabajaban como delineantes en una empresa constructora, hasta que éste se marchó a completar sus estudios de Filosofía en la Sorbona parisina, nada que ver con la Gomorra madrileña. Radio Futura viró en diversas ocasiones, pasó del colorín al claroscuro, teloneó a Elvis Costello en el 79 y a renglón seguido, convertido ya en piedra angular del rock español, gobernó la Piel de Toro merced a un directo demoledor, supo dar calidad y diversión y volvió a reinventarse con La Canción de Juan Perro, el eslabón de esta cadena, el disco glorioso en la frontera de casi todo. Radio Futura prefirió no vivir de las rentas, ni del ralentí, y se despidió de la afición en gran momento creativo y comercial, con veneno en la piel, y Santiago bautizó su estilo de nuevo, vino a llamarse Juan Perro y se juntó con otro que tal baila, el gran Kiko Veneno, para pasear un cancionero doble sensacional por el país en llamas. Auserón cantó en el colegio La Salle de Puerto Real, por entonces templo del rock en la provincia, tanto con Radio Futura como con su alter ego perruno, aún se recuerdan sus interesantes, sesudas e inteligentes ruedas de prensa. El lenguaje de Juan Perro siempre se diferenció de sí mismo y del resto del planeta rockero. Santiago escribe con precisión, se bandea entre lo complejo y lo sencillo, deja huella sonora y literaria en todo lo que hace o deja de hacer. Zaragozano del 54, personaje de cómic, voz emulada por extraños devotos, trovador del rock contemporáneo, desencantado de tanto rollazo mediático, autor de cuatro discos en solitario, un álbum de versiones en comandita con su hermano y un fantástico paseo por la negra flor de su repertorio con orquesta, Santiago Auserón ya sabe que Cádiz es La Habana con más parados de larga duración, y que Compay Segundo, de cuya amistad gozaba, tenía alma de comparsista. Desmarcado y siempre en su papel, Juan Perro garantiza felicidad cantante y sonante, invita a bailar y a reflexionar, hace falta valor, Juan Perro vuelve a la escuela de calor.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
25 años sin Rock Ola
"El templo de la movida" relata en libro y documental los años gloriosos de la discoteca madrileña emblemática de los ochenta
"El templo de la movida" era un antro de buena muerte donde se juntaban lo peorcito de cada casa, los esnobs de alta alcurnia, los noctámbulos impenitentes y los amantes de la música con o sin etiquetas. Así se titulan el lbro y el documental de Antonio de Prada, que abunda en la leyenda del local de moda de la segunda edad de oro del pop español, que permaneció abierto entre abril del 81 y marzo del 85. Tan fugaz como mítica, la discoteca ejerció de imán, de punto de encuentro y, sobre todo, de escenario de tendencias y hechuras musicales aparentemente nuevas, desde el punk a la nueva ola, cuando la libertad tenía un precio. Hasta que los rockers y mods de turno se enzarzaron en una pelea más, la última bronca, un muerto en la puerta, y adiós a Rock Ola. Hoy es un almacén de trasteros, ayer fue tienda de muebles, mañana nadie se acordará de aquellas noches de garrafón y rocanrol. Veinticinco años sin templo son muchos para un mito casi fantasmal, el de la movida que jamás existió.
"Ese bar fue como un viento juvenil", ilustra el fotógrafo Alberto García Álix en el documental complementario al libro conmemorativo, repleto de entrevistas a personajes de la época. Ambos testimonios dejan constancia de una época creativa y efervescente que luego se extendió por todo el país también de forma efímera, hasta que el sistema engulló y explotó un movimiento ecléctico que, no obstante, ha influido sobremanera en costumbres y géneros musicales hasta hoy en día. No cabían más de setecientas personas en el caótico y desordenado Rock Ola, un sitio oscuro, el tugurio más célebre del lugar, sito en la calle Padre Xifré, Prosperidad, de Madrid al cielo. Lástima que un incendio destruyera casi todos los vestigios del local, apenas queda rastro de la movida, ni siquiera carteles, y mucho menos recuerdos fidedignos del baile del pogo y de las bullas incesantes que los punkies montaban a modo de fuegos de artificio, ni de los salivazos que recibía el inefable Poch de sus impresentables Derribos Arias. Curiosamente, el tiempo ha borrado del mapa sentimental a las hornadas irritantes, las bandas siniestras o epatantes, y ha indultado a los grupos menos favorecidos por los medios de entonces, los locos locutores de radio y la afición desmedida a los pelos de colores chillones. El tiempo ha salvado de la quema a Nacha Pop, Secretos, Mamá, Radio Futura y algunos más, no necesariamente adscritos al sector considerado blando. Las tribus urbanas se han devorado a sí mismas o se arrastran por televisiones y franquicias. En los años gloriosos de Rock Ola, estos grupos punteros de Madrid, Barcelona o Vigo presentaban sus discos ante una voraz audiencia y pugnaban por telonear a los foráneos que pasaban por sus tablas, Souxsie & the Banshees, Echo & the Bunnymen, Stranglers, Simple Mindas y hasta un tal Nick Cave. Luego vinieron los pabellones, las plazas de toros, los ayuntamientos mataron la gallina de los huevos de oro.
"Conocí a tu madre en Rock Ola". Qué tierno.
Agosto, Cultura, Diario de Cádiz
"El templo de la movida" era un antro de buena muerte donde se juntaban lo peorcito de cada casa, los esnobs de alta alcurnia, los noctámbulos impenitentes y los amantes de la música con o sin etiquetas. Así se titulan el lbro y el documental de Antonio de Prada, que abunda en la leyenda del local de moda de la segunda edad de oro del pop español, que permaneció abierto entre abril del 81 y marzo del 85. Tan fugaz como mítica, la discoteca ejerció de imán, de punto de encuentro y, sobre todo, de escenario de tendencias y hechuras musicales aparentemente nuevas, desde el punk a la nueva ola, cuando la libertad tenía un precio. Hasta que los rockers y mods de turno se enzarzaron en una pelea más, la última bronca, un muerto en la puerta, y adiós a Rock Ola. Hoy es un almacén de trasteros, ayer fue tienda de muebles, mañana nadie se acordará de aquellas noches de garrafón y rocanrol. Veinticinco años sin templo son muchos para un mito casi fantasmal, el de la movida que jamás existió.
"Ese bar fue como un viento juvenil", ilustra el fotógrafo Alberto García Álix en el documental complementario al libro conmemorativo, repleto de entrevistas a personajes de la época. Ambos testimonios dejan constancia de una época creativa y efervescente que luego se extendió por todo el país también de forma efímera, hasta que el sistema engulló y explotó un movimiento ecléctico que, no obstante, ha influido sobremanera en costumbres y géneros musicales hasta hoy en día. No cabían más de setecientas personas en el caótico y desordenado Rock Ola, un sitio oscuro, el tugurio más célebre del lugar, sito en la calle Padre Xifré, Prosperidad, de Madrid al cielo. Lástima que un incendio destruyera casi todos los vestigios del local, apenas queda rastro de la movida, ni siquiera carteles, y mucho menos recuerdos fidedignos del baile del pogo y de las bullas incesantes que los punkies montaban a modo de fuegos de artificio, ni de los salivazos que recibía el inefable Poch de sus impresentables Derribos Arias. Curiosamente, el tiempo ha borrado del mapa sentimental a las hornadas irritantes, las bandas siniestras o epatantes, y ha indultado a los grupos menos favorecidos por los medios de entonces, los locos locutores de radio y la afición desmedida a los pelos de colores chillones. El tiempo ha salvado de la quema a Nacha Pop, Secretos, Mamá, Radio Futura y algunos más, no necesariamente adscritos al sector considerado blando. Las tribus urbanas se han devorado a sí mismas o se arrastran por televisiones y franquicias. En los años gloriosos de Rock Ola, estos grupos punteros de Madrid, Barcelona o Vigo presentaban sus discos ante una voraz audiencia y pugnaban por telonear a los foráneos que pasaban por sus tablas, Souxsie & the Banshees, Echo & the Bunnymen, Stranglers, Simple Mindas y hasta un tal Nick Cave. Luego vinieron los pabellones, las plazas de toros, los ayuntamientos mataron la gallina de los huevos de oro.
"Conocí a tu madre en Rock Ola". Qué tierno.
Agosto, Cultura, Diario de Cádiz
miércoles, 18 de agosto de 2010
Paco de Lucía, en Jerez, calladitos los puristas
Mutis por el foro de los talibanes del flamenco. Paco de Lucía nunca había actuado en Jerez, salvo una aparición fugaz en el 62. Cosas del purismo exacerbado. Paco ha llenado la plaza de toros. Nunca es tarde. De vergüenza ajena para quienes ahora elogian al guitarrista por bajini. Doctor honoris causa del olvido. Desprecio al fanático. Elogio del fracaso. Ahí va la crónica publicada en Diario de Jerez, firmada por Francisco Sánchez Múgica.
Guitarra: Paco de Lucía. Segunda guitarra: Antonio Sánchez. Cante: Duquende, David de la Jacoba. Baile: El Farru. Armónica y teclado: Antonio Serrano. Bajo: Alain Pérez. Percusión: El Piraña. Lugar: Plaza de toros. Hora: 22,30. Fecha: Lunes, 16 de agosto. Aforo: Lleno.
Dentro de unos años podremos decir que estuvimos allí. La cita tenía carácter de acontecimiento histórico y cumplió con las expectativas de manera sobresaliente. Jerez no tiene nada que ver con San Francisco. No estaban McLaughlin ni Di Meola. Pero todo estaba impregnado con el olor de algo memorable, digno de recordar y remarcar en la hemeroteca mental del buen aficionado. Como aquel viernes de diciembre de hace treinta años. Al igual que el mítico Friday night in San Francisco, que muchos hemos podido revivir gracias a las grabaciones, lo del pasado lunes noche en la plaza de toros de la ciudad sonará y resonará en la cabeza para siempre. Era don Francisco Sánchez Gomes, Paco de Lucía, el que subía a tocar por primera vez a un escenario jerezano desde que se pasea por los coliseos del planeta como Dios en el Olimpo de la música. Figura adorada, icono flamenco y pope de las cien mil vueltas de tuerca a un flamenco siempre joven, siempre ávido de nuevas vibraciones e itinerarios desconocidos. Infatigable reinvención de lo ya creado y oído. Eterno retorno. Desasosiego en la lucha eterna entre el genio y su arma cargada de futuro. Expectación máxima, colas kilométricas desde horas antes. Llenazo absoluto y no hay billetes. Y fue recibido Paco con honores de superestrella pop. Jamás se vio mayor concentración de artistas por metro cuadrado. Los flashes rebotaban desde las cámaras digitales para inmortalizarle cual Cristiano o Beckham. Alguna que otra videocámara doméstica se coló para que Youtube testificase el inmortal encuentro. Los más de 5.500 espectadores reunidos entre tendidos y albero de la plaza de toros se pusieron en pie desde el minuto cero y dedicaron una ovación cerrada antes de arrancar la función que vino a simbolizar que Jerez y De Lucía, De Lucía y Jerez, ajustaban cuentas definitivamente. Cuarenta años después de aquella fugaz aparición del maestro algecireño en los premios de la Cátedra, era como si en la cuna del flamenco, que él mismo considera "la tierra de más arte", se cerrara un círculo. Era lunes noche. No una noche cualquiera. Algo de fresco en el aire y calor en el coso para recibir con cosquilleo e ilusión al guitarrista y su grupo. El duende taciturno junto a Paco, que con sólo alzar el pulgar llenaba toda la boca de la escena. Arrancó solo. Con su habitual estética de chaleco, camisa blanca, pantalón y botines negros, los acordes iniciales de Mi niño Curro rompieron en otra de sus grandes rondeñas introspectivas, Camarón. Era el preludio de una velada para la memoria. De su último disco, Cositas buenas, rescató la soleá por bulerías Antonia, una creación en la que se gustaron sus camaroneras voces de acompañamiento, el experimentado Duquende y el joven David de Jacoba. Ambos cumplieron con más que corrección. Poco a poco, el maestro fue liberándose, desprendiéndose de los nervios iniciales ante un concierto de máxima responsabilidad. A partir de ese momento, Paco fue cediendo el sitio de forma intermitente y gradual al septeto que le escoltaba para emprender un periplo por lo más granado de una prolija obra que también es una vida. Falsetas por bulerías de Río de la miel y aires de El chorruelo dieron paso a las variaciones por alegrías de Calle Munición y La Barrosa, rematada ésta por la atmósfera porteña impresa por la proverbial armónica de Antonio Serrano, que en parte ha venido a suplir con acierto la añorada flauta y saxo de Jorge Pardo. Intensa ida y vuelta en el recíproco intercambio de texturas y matices entre instrumentos. La evolución del flamenco, decía recientemente en estas páginas el de Algeciras, se basa en el matiz. Pequeños acentos y tonalidades que engrandecen, más si cabe, la bandera de creador avant-garde que ondea el algecireño. Hubo química entre el grupo con un Paco menos protagonista y más director de un ensemble que conmovió y agitó a la masa al compás del metrónomo que su sonanta representa. Su guitarra es como una gran orquesta que con sus seis cuerdas colorea y rasguea paisajes de fantasía. A veces sus notas merodean zonas escarpadas, con picados vertiginosos. O cambia de ritmo e introduce ondulaciones a base de trémolos y arpegios. Pura delicia, mucha improvisación a caballo entre el flamenco y el jazz. Sin pestañear pica de composición en composición sin que prácticamente se noten los saltos. Todo ejecutado con una facilidad (aparente) y puntillosa maestría únicamente al alcance de quien tiene tal dominio de la técnica que no la necesita para nada. Virtuosismo sin pedantería, con la sencillez y humanidad de los genios. Como aludió Manolo Sanlúcar en su día, Paco es "el mejor símbolo de lo que significa ser una estrella". Tan deidad en la destreza al sublimar su concepción artística como humano y humilde al repartir protagonismos. Su parquedad de palabra a lo largo de la noche se vio sólo interrumpida al pedir un aplauso para Moraíto y Diego del Morao: "Dos de los guitarristas más grandes que ha dado la historia y que esta noche me tienen nervioso", admitió con un semblante serio que sólo se relajaba en los pasajes individuales, a veces excesivos, que interpretaban sus músicos. Cuando es su guitarra la que habla y sentencia, para qué abrir la boca…Cerró la primera parte del espectáculo con bulerías construidas sobre la base de Volar, en las que pasó al primer plano de la acción el baile explosivo y cargado de testosterona de El Farru. Ametrallar y rematar, constantes en la saga del legendario Farruco. Al gran público esos alardes le emocionan, y se notó en los agradecidos aplausos que dedicó al bailaor sevillano. Para mí fueron pequeños descansos para que las sexagenarias manos del genio recobraran fuerzas y nuevas energías. Paco, instantes más tarde, puso de nuevo temple y equilibrio en los altibajos de Palenque, otra de esas composiciones míticas de trabajos básicos en su legado discográfico como es Sólo quiero caminar. Llegaría a continuación la revisión personal de la rítmica y bailable seguiriya Luzía, las Campanas del alba, y la fantasía arabesca que representa Zyryab, en las que, por momentos, las meteóricas pulsaciones del algecireño se rebuscaron en escalas imposibles. Estos temas se fueron engarzando con jaleos y ritmos de rumbas y tangos, que nuevamente dieron paso a la luz cenital para que Duquende, El Farru y Jacoba liberaran adrenalina. Insuperable y laberíntica melodía, por cierto, la de Zyryab, en la que el maestro se raspó un sensacional diálogo a doce cuerdas con su sobrino y prometedor segundo guitarra Antonio Sánchez. En el tramo final del concierto, más de dos horas después del arranque, una escueta y lacónica presentación de su banda para que, en unos bises precedidos de una atronadora ovación, De Lucía arreglase la eterna rumba de Entre dos aguas, en la que incluso hubo cabida para que la armónica de Serrano recrease los ecos del sabroso Buana buana king kong. Justo fin de fiesta de una noche eterna, de un recital que no terminara nunca en el recuerdo y la retina de devotos, melómanos y aficionados de toda edad y condición que un lunes noche cualquiera de agosto en Jerez vivieron una experiencia para siempre de la mano de una estrella con un aura sobrenatural.
Guitarra: Paco de Lucía. Segunda guitarra: Antonio Sánchez. Cante: Duquende, David de la Jacoba. Baile: El Farru. Armónica y teclado: Antonio Serrano. Bajo: Alain Pérez. Percusión: El Piraña. Lugar: Plaza de toros. Hora: 22,30. Fecha: Lunes, 16 de agosto. Aforo: Lleno.
Dentro de unos años podremos decir que estuvimos allí. La cita tenía carácter de acontecimiento histórico y cumplió con las expectativas de manera sobresaliente. Jerez no tiene nada que ver con San Francisco. No estaban McLaughlin ni Di Meola. Pero todo estaba impregnado con el olor de algo memorable, digno de recordar y remarcar en la hemeroteca mental del buen aficionado. Como aquel viernes de diciembre de hace treinta años. Al igual que el mítico Friday night in San Francisco, que muchos hemos podido revivir gracias a las grabaciones, lo del pasado lunes noche en la plaza de toros de la ciudad sonará y resonará en la cabeza para siempre. Era don Francisco Sánchez Gomes, Paco de Lucía, el que subía a tocar por primera vez a un escenario jerezano desde que se pasea por los coliseos del planeta como Dios en el Olimpo de la música. Figura adorada, icono flamenco y pope de las cien mil vueltas de tuerca a un flamenco siempre joven, siempre ávido de nuevas vibraciones e itinerarios desconocidos. Infatigable reinvención de lo ya creado y oído. Eterno retorno. Desasosiego en la lucha eterna entre el genio y su arma cargada de futuro. Expectación máxima, colas kilométricas desde horas antes. Llenazo absoluto y no hay billetes. Y fue recibido Paco con honores de superestrella pop. Jamás se vio mayor concentración de artistas por metro cuadrado. Los flashes rebotaban desde las cámaras digitales para inmortalizarle cual Cristiano o Beckham. Alguna que otra videocámara doméstica se coló para que Youtube testificase el inmortal encuentro. Los más de 5.500 espectadores reunidos entre tendidos y albero de la plaza de toros se pusieron en pie desde el minuto cero y dedicaron una ovación cerrada antes de arrancar la función que vino a simbolizar que Jerez y De Lucía, De Lucía y Jerez, ajustaban cuentas definitivamente. Cuarenta años después de aquella fugaz aparición del maestro algecireño en los premios de la Cátedra, era como si en la cuna del flamenco, que él mismo considera "la tierra de más arte", se cerrara un círculo. Era lunes noche. No una noche cualquiera. Algo de fresco en el aire y calor en el coso para recibir con cosquilleo e ilusión al guitarrista y su grupo. El duende taciturno junto a Paco, que con sólo alzar el pulgar llenaba toda la boca de la escena. Arrancó solo. Con su habitual estética de chaleco, camisa blanca, pantalón y botines negros, los acordes iniciales de Mi niño Curro rompieron en otra de sus grandes rondeñas introspectivas, Camarón. Era el preludio de una velada para la memoria. De su último disco, Cositas buenas, rescató la soleá por bulerías Antonia, una creación en la que se gustaron sus camaroneras voces de acompañamiento, el experimentado Duquende y el joven David de Jacoba. Ambos cumplieron con más que corrección. Poco a poco, el maestro fue liberándose, desprendiéndose de los nervios iniciales ante un concierto de máxima responsabilidad. A partir de ese momento, Paco fue cediendo el sitio de forma intermitente y gradual al septeto que le escoltaba para emprender un periplo por lo más granado de una prolija obra que también es una vida. Falsetas por bulerías de Río de la miel y aires de El chorruelo dieron paso a las variaciones por alegrías de Calle Munición y La Barrosa, rematada ésta por la atmósfera porteña impresa por la proverbial armónica de Antonio Serrano, que en parte ha venido a suplir con acierto la añorada flauta y saxo de Jorge Pardo. Intensa ida y vuelta en el recíproco intercambio de texturas y matices entre instrumentos. La evolución del flamenco, decía recientemente en estas páginas el de Algeciras, se basa en el matiz. Pequeños acentos y tonalidades que engrandecen, más si cabe, la bandera de creador avant-garde que ondea el algecireño. Hubo química entre el grupo con un Paco menos protagonista y más director de un ensemble que conmovió y agitó a la masa al compás del metrónomo que su sonanta representa. Su guitarra es como una gran orquesta que con sus seis cuerdas colorea y rasguea paisajes de fantasía. A veces sus notas merodean zonas escarpadas, con picados vertiginosos. O cambia de ritmo e introduce ondulaciones a base de trémolos y arpegios. Pura delicia, mucha improvisación a caballo entre el flamenco y el jazz. Sin pestañear pica de composición en composición sin que prácticamente se noten los saltos. Todo ejecutado con una facilidad (aparente) y puntillosa maestría únicamente al alcance de quien tiene tal dominio de la técnica que no la necesita para nada. Virtuosismo sin pedantería, con la sencillez y humanidad de los genios. Como aludió Manolo Sanlúcar en su día, Paco es "el mejor símbolo de lo que significa ser una estrella". Tan deidad en la destreza al sublimar su concepción artística como humano y humilde al repartir protagonismos. Su parquedad de palabra a lo largo de la noche se vio sólo interrumpida al pedir un aplauso para Moraíto y Diego del Morao: "Dos de los guitarristas más grandes que ha dado la historia y que esta noche me tienen nervioso", admitió con un semblante serio que sólo se relajaba en los pasajes individuales, a veces excesivos, que interpretaban sus músicos. Cuando es su guitarra la que habla y sentencia, para qué abrir la boca…Cerró la primera parte del espectáculo con bulerías construidas sobre la base de Volar, en las que pasó al primer plano de la acción el baile explosivo y cargado de testosterona de El Farru. Ametrallar y rematar, constantes en la saga del legendario Farruco. Al gran público esos alardes le emocionan, y se notó en los agradecidos aplausos que dedicó al bailaor sevillano. Para mí fueron pequeños descansos para que las sexagenarias manos del genio recobraran fuerzas y nuevas energías. Paco, instantes más tarde, puso de nuevo temple y equilibrio en los altibajos de Palenque, otra de esas composiciones míticas de trabajos básicos en su legado discográfico como es Sólo quiero caminar. Llegaría a continuación la revisión personal de la rítmica y bailable seguiriya Luzía, las Campanas del alba, y la fantasía arabesca que representa Zyryab, en las que, por momentos, las meteóricas pulsaciones del algecireño se rebuscaron en escalas imposibles. Estos temas se fueron engarzando con jaleos y ritmos de rumbas y tangos, que nuevamente dieron paso a la luz cenital para que Duquende, El Farru y Jacoba liberaran adrenalina. Insuperable y laberíntica melodía, por cierto, la de Zyryab, en la que el maestro se raspó un sensacional diálogo a doce cuerdas con su sobrino y prometedor segundo guitarra Antonio Sánchez. En el tramo final del concierto, más de dos horas después del arranque, una escueta y lacónica presentación de su banda para que, en unos bises precedidos de una atronadora ovación, De Lucía arreglase la eterna rumba de Entre dos aguas, en la que incluso hubo cabida para que la armónica de Serrano recrease los ecos del sabroso Buana buana king kong. Justo fin de fiesta de una noche eterna, de un recital que no terminara nunca en el recuerdo y la retina de devotos, melómanos y aficionados de toda edad y condición que un lunes noche cualquiera de agosto en Jerez vivieron una experiencia para siempre de la mano de una estrella con un aura sobrenatural.
Solidaridá mix, show de vacaciones
La catástrofe de Pakistán ha pillado al mundo de vagasione, la solidaridad se ha tomado un mes reglamentario de vámonos que nos vemos y Pakistán se ha quedao sin ayuda, sin compasión, sin tele en directo, sin hipocresía de la soberbia Occidente y sin futuro. Tampoco quedó mucho de la memoria de Haití, y de otros tantos rincones del mundo azotados por la desgracia o la vil mano del hombre brutícola, egoísta, vanidoso, fullero, ambicioso, carajote, glamuroso, aparentón, vicioso. Se impone un programa televisivo estilo Arena Mix, guarrindongo, con lo peorcito de cada casa, las vísceras al aire y las vergüenzas de medio lao, se impone un show solidario de medio pelo, estilo Españoles en el Mundo, todos emulan ahora el mismo estilo, hola, buenos días, soy Mojamé, vivo aquí, con mi mujer Cassandra, en medio de la nada, os vamos a enseñar lo más chungo de esta tierra ... ¿ah, sí? ¿y usted cuánto gana, cuánto gasta, cuánto hace que no sube a la montaña, cómo viven sus churumbeles, a cómo está el kilo de desidia por estos lares? Pronto volverán los fascículos y la solidaridá reality show, se trata de redimir pecados a la velocidad de la luz y de aparentar.
No se puede caer bien a todo el mundo
Es más, a veces siente uno el aliento en la nuca, la mirada del rencor, el resquemor ajeno sin venir a cuento, y sale a relucir el provocador y la hemos liado, y crecen los malentendidos, y le dan por saco al qué dirán, qué pensarán, qué preparará en esta ocasión el puto destino. Nada. Un simple juego. Luego, risas al por mayor y un falserío atroz, conjuguemos verbos traviesos en la pretemporada de lluvias insospechadas, el tiempo es el único que no regresa al lugar del crimen, escena final, un tío con cara de avión murmura frases de primera clase, hoy almorzamos patatas absurdas. Lo dicho, no se puede caer bien a tol mundo.
Cuatro años sin Hilario Camacho
Se fue en agosto, dejó una carta y un montón de discos redondos. Él ya probó el olvido en vida, así que no le extrañará que casi nadie le recuerde, piedra angular de la transición musical interminable y frustrada. Cantó hermosas canciones, se atrevió con todo, incluso con el silencio. Folk, rock, blues, baladas y hasta funky en contramano, letras aparentemente románticas o claroscuros intensos, lírica violenta o sutil, malas/buenas compañías, la honestidad y la melancolía, la libertad con todas sus consecuencias, la música ...
Hilario Camacho vino una vez a Jerez, actuó en la Feria, nos sentamos más allá de la primera fila, delante de las vallas, nos aprendimos sus gestos de memoria y mascamos sus mejores palabras al ritmo incierto de los ochenta y pocos, en la encrucijada. Aún podemos GritaR sus canciones.
Hilario Camacho vino una vez a Jerez, actuó en la Feria, nos sentamos más allá de la primera fila, delante de las vallas, nos aprendimos sus gestos de memoria y mascamos sus mejores palabras al ritmo incierto de los ochenta y pocos, en la encrucijada. Aún podemos GritaR sus canciones.
lunes, 16 de agosto de 2010
Evohé, Pablo Guerrero
Si te aburres tanto como en noche de bodas, evohé,
si oyes rumor de naves y batir de olas, evohé,
si roncan tus pulmones como una tubería, evohé,
si el ángel de tu vida no llegó todavía, evohé.
Si tu esposa la dulce te dijo ahí te quedas, evohé,
si tu esposo y tu amante son la misma moneda, evohé,
si al pasar lista a tu cuerpo te falta la cabeza, evohé,
si mueren solemnes tus últimas certezas, evohé.
Si los profetas te hablan del día del espanto, evohé,
si la rica heredera fue insensible a tu encanto, evohé,
si es de noche y no encuentras dioses ni aspirinas, evohé,
si piensas ir montado en taxi a la oficina, evohé.
Si de pronto estás muerto y eres tú el asesino, evohé,
si luego resucitas con un vaso de vino, evohé,
si el infierno se acerca y todo te marea, evohé,
si sólo tus zapatos saben de qué pie cojeas, evohé.
Si el autobús ignora el camino del cielo, evohé,
si echaste a la basura tu mayor consuelo, evohé,
si el horizonte es humo y el mar es gasolina, evohé,
si te lo recomienda tu mejor vecina, evohé.
Si el día de tu santo te regalan corbatas, evohé,
si tu mejor amigo asalta tu cubata, evohé,
si te quedan rasguños de aquella despedida, evohé,
si una historia comienza y otra historia termina, evohé.
Pablo Guerrero, Los Momentos del Agua
si oyes rumor de naves y batir de olas, evohé,
si roncan tus pulmones como una tubería, evohé,
si el ángel de tu vida no llegó todavía, evohé.
Si tu esposa la dulce te dijo ahí te quedas, evohé,
si tu esposo y tu amante son la misma moneda, evohé,
si al pasar lista a tu cuerpo te falta la cabeza, evohé,
si mueren solemnes tus últimas certezas, evohé.
Si los profetas te hablan del día del espanto, evohé,
si la rica heredera fue insensible a tu encanto, evohé,
si es de noche y no encuentras dioses ni aspirinas, evohé,
si piensas ir montado en taxi a la oficina, evohé.
Si de pronto estás muerto y eres tú el asesino, evohé,
si luego resucitas con un vaso de vino, evohé,
si el infierno se acerca y todo te marea, evohé,
si sólo tus zapatos saben de qué pie cojeas, evohé.
Si el autobús ignora el camino del cielo, evohé,
si echaste a la basura tu mayor consuelo, evohé,
si el horizonte es humo y el mar es gasolina, evohé,
si te lo recomienda tu mejor vecina, evohé.
Si el día de tu santo te regalan corbatas, evohé,
si tu mejor amigo asalta tu cubata, evohé,
si te quedan rasguños de aquella despedida, evohé,
si una historia comienza y otra historia termina, evohé.
Pablo Guerrero, Los Momentos del Agua
domingo, 15 de agosto de 2010
Maestro Malikian
De cómo el violinista invita a recorrer la ruta de los zíngaros a modo de lección de música universal, magia en Santa Catalina
Sencillamente magistral. No hay países extranjeros. El pañuelo es un mundo. Sin rollos macabeos, ni fuegos de artificio, a la fresquita, lleno total en el Castillo de Santa Catalina. "Un lugar mágico y maravilloso", preludia Ara Malikian, melena al viento, pantalones vaqueros, violín pegado al corazón, el artista libanés de origen armenio comanda un viaje excepcional por la ruta de los zíngaros, que se transforma en lección sublime de música sin fronteras. De la India a Cádiz, sin llegar a explosionar en el flamenco. De la frenética, caótica, abstracta y efímera Danza de la Felicidad a los Aires Bohemios de Sarasate. Malikian quiebra una cuerda, señal de buena fortuna, "eso me pasa por correr", y entabla una encantadora relación con el público, se expresa con fraseos únicos al violín y con un característico sentido del humor a viva voz. Tenía razón, los libaneses poseen un "age" especial, la gente sonríe por bajini o se deja mecer por las historias del artista, que recuerda el paso de romanos, griegos, persas u otomanos por el pequeño país natal de sus padres, Armenia. "Nos han dado bofetadas por todas partes". Luego invita a Adán y Eva al Arca de Noé, reinventado las escrituras, hasta culminar la montaña sagrada de Ararat. "¿No estuvieron Adán y Eva en el Arca de Noé? Yo estoy convencido de que fue así".
Como los vascos o los gaditanos, que nacen donde les da la gana, los libaneses de origen armenio establecidos en España o en cualquier rincón del mundo se sienten partícipes de la creación. Como Charles Aznavour, francés de origen armenio, "o como Nadal y Alonso, que cuando ganan también son de origen armenio. Y Obama, armenio de toda la vida", bromea el artista antes de bordar las danzas de Armenia y del Sable, respectivamente. A renglón seguido, cambia el rumbo hacia los sones árabes con su insultante sencillez, la noche se antoja vibrante y espiritual, madre e hija suspiran en las últimas filas, ambas dos ataviadas con elegantes mantones de Manila. A ls postre bailarán como dos niñas. El público, mismamente, pierde edad por momentos, Malikian imparte una clase de música a todos los niños. El niño que creció en refugios antiaéreos del Líbano y que padeció guerras consecutivas sin alma ni razón, cautiva ahora al personal en una antigua prisión militar. Habla de la influencia de los zíngaros en clásicos como Rachmaninoff, Listz, Schumann o Mendelsson. Relata una surrealista peripecia de Khatchaturian, el músico ruso de origen armenio, con Salvador Dalí, que lo recibió en pelotas montado en una caballo de cartón, y entonces las cuerdas pugnan entre sí por Dvorak, a modo de nana traviesa, la Danza Húngara y una pieza de su cosecha, Pisando Flores, con tintes judíos. Malikian dibuja cuadros entreverados de hechuras de tango, vals o ritmos mediterráneos, todo vale en constante diálogo con el cielo y la gente, y de pronto alguien presagia un asesinato de película, Malikian brinca, mira al tiempo en cuclillas o pone el acento en las claves de cada pieza. Cuenta cómo se buscaba la vida en Alemania, siendo un adolescente imberbe, tocando en bodas judías. Este hombre tiene mundo, tiene humor, carece de auras chungas, compró un billete sin retorno y aquí está, junto a las barquitas de La Caleta, dejándose querer. Piden algo de Falla. ¿"Sabéis algo de Falla?", pregunta a sus músicos. Torna el viento por Ástor Piazzola, el revolucionario del tango argentino universal, violines por bandoneones, y ya al final de la vía, pura improvisación, con guiños incluso a Deep Purple, y gloria bendita Ara Malikian percute sus nudillos contra el contrabajo incandescente y el cuarteto pisa la hierba y juega con el público a su altura. Malikian corre por el pasillo, la gente pulsa su memoria digital y Malikian anuncia que la próxima vez traerá un concierto gitano puro, dedicado al flamenco, al último viaje de los zíngaros, y otro concierto para Falla. "No tiene guasa el tío", sugiere una señora al fondo del mar, entre amores brujos y danzas del fuego. Baila el maestro.
La foto es de Lourdes de Vicente
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Sencillamente magistral. No hay países extranjeros. El pañuelo es un mundo. Sin rollos macabeos, ni fuegos de artificio, a la fresquita, lleno total en el Castillo de Santa Catalina. "Un lugar mágico y maravilloso", preludia Ara Malikian, melena al viento, pantalones vaqueros, violín pegado al corazón, el artista libanés de origen armenio comanda un viaje excepcional por la ruta de los zíngaros, que se transforma en lección sublime de música sin fronteras. De la India a Cádiz, sin llegar a explosionar en el flamenco. De la frenética, caótica, abstracta y efímera Danza de la Felicidad a los Aires Bohemios de Sarasate. Malikian quiebra una cuerda, señal de buena fortuna, "eso me pasa por correr", y entabla una encantadora relación con el público, se expresa con fraseos únicos al violín y con un característico sentido del humor a viva voz. Tenía razón, los libaneses poseen un "age" especial, la gente sonríe por bajini o se deja mecer por las historias del artista, que recuerda el paso de romanos, griegos, persas u otomanos por el pequeño país natal de sus padres, Armenia. "Nos han dado bofetadas por todas partes". Luego invita a Adán y Eva al Arca de Noé, reinventado las escrituras, hasta culminar la montaña sagrada de Ararat. "¿No estuvieron Adán y Eva en el Arca de Noé? Yo estoy convencido de que fue así".
Como los vascos o los gaditanos, que nacen donde les da la gana, los libaneses de origen armenio establecidos en España o en cualquier rincón del mundo se sienten partícipes de la creación. Como Charles Aznavour, francés de origen armenio, "o como Nadal y Alonso, que cuando ganan también son de origen armenio. Y Obama, armenio de toda la vida", bromea el artista antes de bordar las danzas de Armenia y del Sable, respectivamente. A renglón seguido, cambia el rumbo hacia los sones árabes con su insultante sencillez, la noche se antoja vibrante y espiritual, madre e hija suspiran en las últimas filas, ambas dos ataviadas con elegantes mantones de Manila. A ls postre bailarán como dos niñas. El público, mismamente, pierde edad por momentos, Malikian imparte una clase de música a todos los niños. El niño que creció en refugios antiaéreos del Líbano y que padeció guerras consecutivas sin alma ni razón, cautiva ahora al personal en una antigua prisión militar. Habla de la influencia de los zíngaros en clásicos como Rachmaninoff, Listz, Schumann o Mendelsson. Relata una surrealista peripecia de Khatchaturian, el músico ruso de origen armenio, con Salvador Dalí, que lo recibió en pelotas montado en una caballo de cartón, y entonces las cuerdas pugnan entre sí por Dvorak, a modo de nana traviesa, la Danza Húngara y una pieza de su cosecha, Pisando Flores, con tintes judíos. Malikian dibuja cuadros entreverados de hechuras de tango, vals o ritmos mediterráneos, todo vale en constante diálogo con el cielo y la gente, y de pronto alguien presagia un asesinato de película, Malikian brinca, mira al tiempo en cuclillas o pone el acento en las claves de cada pieza. Cuenta cómo se buscaba la vida en Alemania, siendo un adolescente imberbe, tocando en bodas judías. Este hombre tiene mundo, tiene humor, carece de auras chungas, compró un billete sin retorno y aquí está, junto a las barquitas de La Caleta, dejándose querer. Piden algo de Falla. ¿"Sabéis algo de Falla?", pregunta a sus músicos. Torna el viento por Ástor Piazzola, el revolucionario del tango argentino universal, violines por bandoneones, y ya al final de la vía, pura improvisación, con guiños incluso a Deep Purple, y gloria bendita Ara Malikian percute sus nudillos contra el contrabajo incandescente y el cuarteto pisa la hierba y juega con el público a su altura. Malikian corre por el pasillo, la gente pulsa su memoria digital y Malikian anuncia que la próxima vez traerá un concierto gitano puro, dedicado al flamenco, al último viaje de los zíngaros, y otro concierto para Falla. "No tiene guasa el tío", sugiere una señora al fondo del mar, entre amores brujos y danzas del fuego. Baila el maestro.
La foto es de Lourdes de Vicente
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Muchachito y la noche por delante
La noche blanca de los gatos pardos. Muchachito Bombo Infierno vuelve a Cádiz. Jairo, Santos Veracruz y la compaña actúan esta noche en el "marco incomparable" que les vio conocer la Tacita, el Baluarte de la Candelaria, el imposible Museo del Ná, donde estos catalanes con tantas luces tocaron por vez primera hace cuatro veranos, toda una lesgislatura del sol. Muchachito Jairo presenta su tercer disco, "Idas y vueltas", que fue grabado en La Cueva de Barcelona y la Bodega de Jerez, el estudio de Josema García Pelayo, cuartel general de los Delinquentes, por cierto. Mucho veneno. Ambas formaciones comparten amistad y admiración por el gran Kiko Veneno, que en septiembre publicará su esperado álbum. Muchachito Bombo Infierno combina también el amor por la rumba de Peret y el rock sin etiquetas, la música y la palabra en el escenario y un punto de poeta callejero con más veras. Jairo comenzó cantando en la calle, y luego en los bares, y no reniega de ello, más bien traslada la naturalidad y el ángel de la música accidental a los nuevos puntos de encuentro. Muchachito vive hoy en Cádiz la noche más larga, su concierto servirá de preludio a la noche blanca, el no va más de la cultura noctámbula, así que la afición espera que Jairo y compañía rompan la quietud del viento y sumen dos domingos de rumbas cuerpo a cuerpo, dos domingos consecutivos, fiestas de guardar poco y pisar nubes. La hermandad del canalleo lo agradecerá. Muchachito pertenece a la misma congregación imaginaria que Veneno, Pata Negra, los Mártires del Compás, los jerezanos Delinquentes y muchos más. En la frontera del blues aflamencado sublime y el maldito lolailo, ellos saben distinguir y se hacen respetar por los magos del ritmo y la expresividad, y huyen del mainstream de radiofórmula castizo y pinturero, hartible y peleado con la cultura popular. Ni que decir tiene que la explosiva combinación de rumba catalana y sones del sur han creado escuela en la Piel de Toro. Otra escuela de calor, hace falta valor. Con toda la noche por delante.
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sábado, 14 de agosto de 2010
Paula Gómez, "spanish star" en Irlanda
La cantante chiclanera cautiva en el Waterfront Festival y graba su segundo disco en Clonakilty
Los diarios irlandeses hablan de una jovencísima "spanish star" llamada Paula Gómez. La chiclanera de voz de ébano cautiva a los británicos estos días. Paula ha participado con notable éxito en el Waterfront Festival de Clonakilty, ejerciendo de telonera del grupo Aslan, muy conocido por aquellos lares, y aprovecha para cantar en numerosas sesiones nocturnas y grabar nuevas piezas y versiones de cara a su próximo disco. Con sólo diecisiete años, y unas condiciones artísticas privilegiadas, la cantante gaditana sigue creciendo y cautivando a quienes la escuchan. El día 27, de regreso a su tierra, volverá a actuar en Chiclana, y pronto se encargará de la presentación de un programa musical en la televisión local. Para tal menester, traerá material grabado en Irlanda con músicos de postín. Y experiencias la mar de edificantes.
La artista confirma desde Irlanda que esta semana la dedicará de pleno a trabajar en los Surgery Studios, donde ya registró su primer álbum promocional junto a instrumentistas que de nuevo se ponen a su servicio, por así decirlo, entre ellos Stephen Housden, de los legendarios Little River Band, una de las formaciones más importantes de la historia del rock en Australia, que triunfó en Estados Unidos con su peculiar y fresco country rock. Housden estuvo con ellos entre 1981 y 2006. En las últimas noches, asimismo, Paula ha sido invitada a numerosas jam sessions, en pubs y locales nocturnos donde la música reina por sí sola. Gómez ha podido cantar con John Cullinane, Bill Shanley o Eric Bell, que formase parte desde su fundación, en 1969, de otro grupo fundamental de la música irlandesa,Thin Lizzy, liderado por el desaparecido Phil Lynott. Curiosamente, Bell fue sustituido en el 73 por un tal Gary Moore, otro guitarrista puntero del rock setentero.
Paula también mostrará su talento en el Lee Delta Blues Club de Cork Pero el festival Waterfront ha sido el momento culminante de la gira de Paula, una nueva "spanish star" en ciernes.
Agosto, Cultura, Diario de Cádiz
Los diarios irlandeses hablan de una jovencísima "spanish star" llamada Paula Gómez. La chiclanera de voz de ébano cautiva a los británicos estos días. Paula ha participado con notable éxito en el Waterfront Festival de Clonakilty, ejerciendo de telonera del grupo Aslan, muy conocido por aquellos lares, y aprovecha para cantar en numerosas sesiones nocturnas y grabar nuevas piezas y versiones de cara a su próximo disco. Con sólo diecisiete años, y unas condiciones artísticas privilegiadas, la cantante gaditana sigue creciendo y cautivando a quienes la escuchan. El día 27, de regreso a su tierra, volverá a actuar en Chiclana, y pronto se encargará de la presentación de un programa musical en la televisión local. Para tal menester, traerá material grabado en Irlanda con músicos de postín. Y experiencias la mar de edificantes.
La artista confirma desde Irlanda que esta semana la dedicará de pleno a trabajar en los Surgery Studios, donde ya registró su primer álbum promocional junto a instrumentistas que de nuevo se ponen a su servicio, por así decirlo, entre ellos Stephen Housden, de los legendarios Little River Band, una de las formaciones más importantes de la historia del rock en Australia, que triunfó en Estados Unidos con su peculiar y fresco country rock. Housden estuvo con ellos entre 1981 y 2006. En las últimas noches, asimismo, Paula ha sido invitada a numerosas jam sessions, en pubs y locales nocturnos donde la música reina por sí sola. Gómez ha podido cantar con John Cullinane, Bill Shanley o Eric Bell, que formase parte desde su fundación, en 1969, de otro grupo fundamental de la música irlandesa,Thin Lizzy, liderado por el desaparecido Phil Lynott. Curiosamente, Bell fue sustituido en el 73 por un tal Gary Moore, otro guitarrista puntero del rock setentero.
Paula también mostrará su talento en el Lee Delta Blues Club de Cork Pero el festival Waterfront ha sido el momento culminante de la gira de Paula, una nueva "spanish star" en ciernes.
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viernes, 13 de agosto de 2010
La noche zíngara de Ara Malikian
"Voy de un lado a otro de España", comenta Ara Malikian desde Santander. Esta noche, el virtuoso violonista libanés de origen armenio ensamblará músicas tradicionales de numerosos rincones del mundo en el Castillo de Santa Catalina, al calor de La Caleta, con todas las localidades agotadas. "Me alegra mucho, será una noche especial, siempre intentamos que la música llegue a la gente, será un encuentro de culturas, en realidad abordamos las influencias que tuvieron los zíngaros a lo largo de la historia y que a su vez influyeron a otros". El polifacético artista, componente de la Orquesta Sinfónica de Madrid, tan clásico como rompedor, capaz de abandonarse a los catorce caprichos de Paganini o de colaborar en discos de rock y, cómo no flamenco, se presenta con un cuarteto de violín, viola, contrabajo y guitarra. Sus admiradores esperan que saque a su relucir sus reliquias del siglo XVIII, y su genio de hoy.
"El flamenco está directamente vinculado con el último viaje de los zíngaros, que lo crearon en España con mezclas de otras culturas, de ahí la riqueza de esta música", sugiere Malikian, que toca el violín desde los doce años ("siempre lo he tocado, mi padre también lo hacía"). A sus 42 años, con prestigio forjado merced a su condición de instrumentista clásico, becas en Alemania e Inglaterra, una impresionante colección de premios internacionales desde los diecinueve años, talento para adentrarse en universos paralelos de jazz, tango o bandas sonoras, y más de veinte discos en su haber, Malikian retrata paisajes sonoros árabes, judíos, gitanos, criollos, hispanos, rusos, de Oriente Medio a la India, con residencia en Madrid.
"El violín forma parte de mí, día a día, intento disfrutar con lo que hago, aprender más cosas ... espero que nunca me separen del violín, sería como darme la muerte". Nació Ara Malikian en una amplia colonia de emigrantes del Líbano. De padres armenios. Desde la distancia, aunque retorna alguna vez a sus orígenes, el músico destaca "la virtud que tiene el pueblo libanés de reconstruir lo destruido y de encontrar siempre algo bueno, nuestro carácter es muy optimista. En todas las ocasiones en que han intentado destruir mi país, los libaneses se las han apañado para mirar la vida con optimismo, hacia adelante. Los libaneses hemos nacido millones de veces, hemos sufrido muchos desprecios, hemos aguantado las guerras de los demás y volvemos sobre nuestros pasos con alegría".
Apunta Malikian con absoluta naturalidad que los niños libaneses de mediados de los años setenta "vivmos marcados por las guerras, cuando uno vive de esa manera no se da cuenta de que es un asunto fuera de lo normal. Yo pensaba que la guerra era normal, pero mucho más tarde me di cuenta de que la guerra en una situación invivible". Malikian se acuerda "con tristeza" de los niños del mundo que padecen los efectos de la violencia y la marginación, la conversación deriva en la crisis de la soberbia occidente. "Aquí andamos preocupados por el dinero, pero millones de personas de un montón de países de África o Suramérica llevan siglos en permanente crisis, digamos claramente que no tienen para comer. Aquí en España somos afortunados, pero hay que saber valorar las cosas y recordar que hay hambre en el mundo".
Malikian acaba de participar en su segunda incursión en la música de Extremoduro, el grupo de Robe Iniesta, impar personaje, rockero, poeta callejero, nada que ver, o tal vez sí, con los zíngaros, los egipcianos, los gitanos de la generación perdida. Tras "La ley innata", en la que Malikian introdujo su sabiduría musical, Extremoduro vuelve a llamar a las puertas del reputado violinista, esta vez para adornar y sostener episodios más rockeros que en la suite de larga duración del anterior álbum, "serán piezas más cortas y directas, al más puro estilo de este grupo". Malikian cavila en torno a este peculiar momento de su carrera y piensa en voz alta: "Tengo una suerte enorme a través de casualidades y encuentros musicales, tengo la suerte de encontrar gente muy buena de la que aprender", suelta desde su montaña de humildad. Y rememora una noche mágica en Jerez. Malikian habla despacio, bajito, y seguro que sabe escuchar, de lo contrario jamás habría alcanzado tal comunión con su violín. Malikian, sin su violín, parece un poco desvalido, por así decirlo, pues como otros artistas, confiesa que su música habla por sí sola. Música atrapada de diversas culturas milenarias que esta noche entra en escena en la trimilenaria ciudad que también sonríe y canta por no llorar. Para quien quiera leer entre líneas, o no, Malikian contesta de esta guisa cuando se le invita a anunciar su espectáculo de Cádiz. "¿Un espectáculo? No, será un concierto de cuerda, no un espectáculo".
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La rumba del desarrollo sostenible
Barbate Natural cita esta noche a Delinquentes, Muchachito Bombo Infierno, Huecco, India Martínez y Noha
La sombra de Kiko Veneno es alargada, y su influencia sobre generaciones aparentemente dispares queda patente en festivales o reuniones al aire libre como la que Barbate celebra esta noche, en el campo de fútbol a partir de las 21 horas, con el desarrollo sostenible como telón de fondo. Barbate Natural presenta un curioso cartel veraniego, sandunguero, una mijita travieso, en la frontera del mestizaje de estilos, ritmos e intenciones. Sonidos garrapateros, lágrimas rebeldes, cocina de fusión, andaluces de todas partes y, si acaso, desmadre a la gaditana, hasta las tantas, hasta la playita final.
Los jerezanos Delinquentes cerrarán la noche, según las previsiones, con su particular fiesta iconoclasta, surrealista y sarcástica. El Canijo, el Raón y compañía, siempre con el Migue en el recuerdo, romperán las cadenas que aún queden libres de pecado. Acaso se trate de los herederos de Veneno por antonomasia, no pueden ocultar su afición a las letras naif y las hechuras musicales que acuñase, treinta años atrás, Kiko Veneno, un catalán del sur, con Raimundo y Rafaelillo Amador, en la prehistoria del rock con acento andaluz, en la antesala de Pata Negra, sin olvidar la piedra angular de esta historia, la leyenda del tiempo venenosa para mayor gloria de Camarón, el gurú. Los Delinquentes han evolucionado a lo largo de su carrera y ahora son capaces de colgar chinchetas en el aire sin que se les venga el cuadro abajo. Casan los jerezanos a la perfección con su hermano, otro catalán del sur, Muchachito Bombo Infierno, con quien comparten escenarios por la Piel de Toro y algunas aventuras dignas de mención como el G5, precisamente junto a Kiko Veneno y el gran Tomasito. Jairo, alma mater de Muchachito, ha dado con la tecla de la rumba de costa a costa, catalana y andaluza a la par, y las piezas recién salidas de un cómic imaginario. Muchachito se siente bien en Cádiz, el próximo doningo cantará en el Baluarte de la Candelaria para cerrar el círculo gaditano.
Barbate, naturalmente, ofrece esta noche otros atractivos. El cacereño Huecco, al asalto de otro festín de géneros hermanados en el aire: rumba, rock, hip hop, ska, de todo un poco, hasta reggaetón, hasta el punto de que tildan su estilo de "rumbatón" algunos malvados empeñados en etiquetarlo todo. Huecco se ha distinguido en los últimos tiempos por su canto contra la violencia de género, lo mismo que la cordobesa India Martínez, nominada a los Grammy Latinos en los albores de su trayectoria ha causado conmoción entre la variopinta afición. Otro ejemplo de mujer-cantante-artista hecha a sí misma a fuerza de vencer la timidez con talento y las consabidas influencias radiofónicas, desde el flamenco rompedor hasta la copla más añeja, pero en pleno siglo treinta y pico. Los ritmos étnicos, como se dice ahora por no hablar de la semana fantástica de la India en el Cortinglé, enriquecen la propuesta de la cantante andaluza, un estrellón en ciernes.
Completan el cartel los miembros de Noha, españoles, alemanes, yanquis y checos al abrigo de la fusión entre flamenco y drum & bass.
Ni que decir tiene que la afición espera que Muchachito y los Delinquentes compartan un ratito de felicidad al compás de "La rumba del pollo". Pollo frito, a tenor del calor reinante. Hace falta valor, ven a la escuela de calor.
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
La sombra de Kiko Veneno es alargada, y su influencia sobre generaciones aparentemente dispares queda patente en festivales o reuniones al aire libre como la que Barbate celebra esta noche, en el campo de fútbol a partir de las 21 horas, con el desarrollo sostenible como telón de fondo. Barbate Natural presenta un curioso cartel veraniego, sandunguero, una mijita travieso, en la frontera del mestizaje de estilos, ritmos e intenciones. Sonidos garrapateros, lágrimas rebeldes, cocina de fusión, andaluces de todas partes y, si acaso, desmadre a la gaditana, hasta las tantas, hasta la playita final.
Los jerezanos Delinquentes cerrarán la noche, según las previsiones, con su particular fiesta iconoclasta, surrealista y sarcástica. El Canijo, el Raón y compañía, siempre con el Migue en el recuerdo, romperán las cadenas que aún queden libres de pecado. Acaso se trate de los herederos de Veneno por antonomasia, no pueden ocultar su afición a las letras naif y las hechuras musicales que acuñase, treinta años atrás, Kiko Veneno, un catalán del sur, con Raimundo y Rafaelillo Amador, en la prehistoria del rock con acento andaluz, en la antesala de Pata Negra, sin olvidar la piedra angular de esta historia, la leyenda del tiempo venenosa para mayor gloria de Camarón, el gurú. Los Delinquentes han evolucionado a lo largo de su carrera y ahora son capaces de colgar chinchetas en el aire sin que se les venga el cuadro abajo. Casan los jerezanos a la perfección con su hermano, otro catalán del sur, Muchachito Bombo Infierno, con quien comparten escenarios por la Piel de Toro y algunas aventuras dignas de mención como el G5, precisamente junto a Kiko Veneno y el gran Tomasito. Jairo, alma mater de Muchachito, ha dado con la tecla de la rumba de costa a costa, catalana y andaluza a la par, y las piezas recién salidas de un cómic imaginario. Muchachito se siente bien en Cádiz, el próximo doningo cantará en el Baluarte de la Candelaria para cerrar el círculo gaditano.
Barbate, naturalmente, ofrece esta noche otros atractivos. El cacereño Huecco, al asalto de otro festín de géneros hermanados en el aire: rumba, rock, hip hop, ska, de todo un poco, hasta reggaetón, hasta el punto de que tildan su estilo de "rumbatón" algunos malvados empeñados en etiquetarlo todo. Huecco se ha distinguido en los últimos tiempos por su canto contra la violencia de género, lo mismo que la cordobesa India Martínez, nominada a los Grammy Latinos en los albores de su trayectoria ha causado conmoción entre la variopinta afición. Otro ejemplo de mujer-cantante-artista hecha a sí misma a fuerza de vencer la timidez con talento y las consabidas influencias radiofónicas, desde el flamenco rompedor hasta la copla más añeja, pero en pleno siglo treinta y pico. Los ritmos étnicos, como se dice ahora por no hablar de la semana fantástica de la India en el Cortinglé, enriquecen la propuesta de la cantante andaluza, un estrellón en ciernes.
Completan el cartel los miembros de Noha, españoles, alemanes, yanquis y checos al abrigo de la fusión entre flamenco y drum & bass.
Ni que decir tiene que la afición espera que Muchachito y los Delinquentes compartan un ratito de felicidad al compás de "La rumba del pollo". Pollo frito, a tenor del calor reinante. Hace falta valor, ven a la escuela de calor.
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jueves, 12 de agosto de 2010
¡Que corra el aire!
Paseíto gaditano por el estresante mes de agosto con parada y fonda en Santa María, donde Samara Montáñez brilla con luz propia, flamenco en los balcones, cultura en la calle
Ya es otoño en las franquicias de la calle Columela, donde el abominable hombre de las nieves invita a comprarse una rebequita. Verano subliminal, aire acondicionado a tope y una hartá de niños por la calle. Más niños que en el escaparate de la mercería San Francisco. Niños, perros y semáforos vetados para el sufrido peatón. Dos horas en rojo, diecisiete segundos en verde, qué verano más estresante, los muertos del mes de agosto, hay familias que pasean como los cangrejos morunos, tal vez como caracoles, apurando el paso, impidiendo el paso por izquierda y derecha, frenando en seco en el momento más inoportuno, perdone, le pisé el juanete sin querer, no se preocupe, ya le cogeré, si acaso en la siguiente vida. Un niñato te grita en la oreja, un perro te lame las heridas, los viejos decansan en los bancos del Palillero, si no hay wifi nos vamos a mirar cómo descuajeringan la fachada de otro inmueble gaditano, Cádiz vuelve a ser Beirut, taladrando la ciudad, obras por todas partes, carriles bicis sobre las aceras y un gentío impresionante en la plaza Mina, coches de capota descapotables con matrícula de la ue, cada vez los hacen más grandes, cada vez sonríen menos las parejas al sol, será el divorcio exprés, será el estrés pos-mundial. Hay gente que habla con el móvil sin hablar, y otra que frena en las esquinas a ver si cae algún incauto pertinaz, vamos todos a platicar sobre el tiempo y el viento, y de vuelta al futuro, a rajar del prójimo más próximo. Un padre que porta un aeroplano de mentirijilla juega a ser descontrolador aéreo, el violinista de la calle Ancha emplea la estrategia del playback, piano pregrabado, se está perdiendo tó, las cosas que pasan hoy, y una tienda sí y cuatro no clama al cielo con el cartel de liquidación total, esto es lo que hay, calles peatonales atestadas de negocios de lencería, será que la gente anda en paños menores por mor de la crisis, está la cosa corta, abunda el paseíto gaditano con la botella de agua en el bolso. En paños menores, pero de marca. Y con la frente alta a un mes de la gloria. Como en la copla de Sabina, ellos se bandean con la lengua más larga, y ellas con la falda cada vez más corta, por algo "semos" campeones/as del mundo, y de Europa, y del universo entero. Prohibido no ser sexy, aunque duela. Ahora pasa un niño con un globo en la mano, una bola del planeta con sabor a chocomenta, hay gaditanos chicos y mayores que aspiran al campeonato mundial de arrastradores de chanclas, y de camareros con cara de asco, y de habitaciones con vistas al mar abigarradas de macetas y de paraísos cerrados por vagaciones. "Del Pópulo, cómo no", reza una camiseta oscura a la vera de Jabonería. Nazarenos hosteleros, soledades compartidas, abanicos de colores y flamenco en los balcones. Cultura en la calle. La dueña de la casa sale a calibrar la situación, y luego su nieta, hasta que aparece la artista expresiva y profunda. La gente mira al cielo. Silencio en la calle.
Plaza de las Canastas, barrio de Santa María, Samara Montáñez cautiva al personal indígena y visitante con una portentosa exhibición de compás, garra y talento. Brinda todos sus recursos en una hora extraordinaria. Las alegrías van por barrios. Pasión y misterio, Un señor con cazadora azul, de dónde vendrá, cuál será su destino. Un matrimonio de guiris cuyo tierno infante se hace pipí en una escupidera de color pera. El concejal Guerrero, el cantante Ruibal, que últimamente no se pierde una. Javier remarca que la idea del flamenco en los balcones, y de las puestas de sol musicales, en las que participaron anoche sus hijos Javi y Lucíam pertenecen a Enrique Linera, aunque el mérito de llevarlas a cabo corresponda a ese lentísimo ayuntamiento. Por cierto, Ruibal cuenta con huéspedes italianos que "mueren" por el flamenco. Universal y vecino de junto. Samara Montáñez, una joven cantaora con muchos kilómetros en lo alto, conoce de primera mano la primera impresión que se llevan los no iniciados cuando escuchan unas bulerías, unas malagueñas, unas rumbas de postín. Pronto, Samara viajará a las Islas Maldivas a dejar constancia de su arte.
Gente sin camiseta se asoma a las ventanas con una cervecita en la mano, Samara borda un tango precioso sobre la ambición desmedida, nadie se lleva nada, si acaso un cosqui mal dado. Y una emoción desmedida. ¡Aire! ¡Que corra el aire!
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
Ya es otoño en las franquicias de la calle Columela, donde el abominable hombre de las nieves invita a comprarse una rebequita. Verano subliminal, aire acondicionado a tope y una hartá de niños por la calle. Más niños que en el escaparate de la mercería San Francisco. Niños, perros y semáforos vetados para el sufrido peatón. Dos horas en rojo, diecisiete segundos en verde, qué verano más estresante, los muertos del mes de agosto, hay familias que pasean como los cangrejos morunos, tal vez como caracoles, apurando el paso, impidiendo el paso por izquierda y derecha, frenando en seco en el momento más inoportuno, perdone, le pisé el juanete sin querer, no se preocupe, ya le cogeré, si acaso en la siguiente vida. Un niñato te grita en la oreja, un perro te lame las heridas, los viejos decansan en los bancos del Palillero, si no hay wifi nos vamos a mirar cómo descuajeringan la fachada de otro inmueble gaditano, Cádiz vuelve a ser Beirut, taladrando la ciudad, obras por todas partes, carriles bicis sobre las aceras y un gentío impresionante en la plaza Mina, coches de capota descapotables con matrícula de la ue, cada vez los hacen más grandes, cada vez sonríen menos las parejas al sol, será el divorcio exprés, será el estrés pos-mundial. Hay gente que habla con el móvil sin hablar, y otra que frena en las esquinas a ver si cae algún incauto pertinaz, vamos todos a platicar sobre el tiempo y el viento, y de vuelta al futuro, a rajar del prójimo más próximo. Un padre que porta un aeroplano de mentirijilla juega a ser descontrolador aéreo, el violinista de la calle Ancha emplea la estrategia del playback, piano pregrabado, se está perdiendo tó, las cosas que pasan hoy, y una tienda sí y cuatro no clama al cielo con el cartel de liquidación total, esto es lo que hay, calles peatonales atestadas de negocios de lencería, será que la gente anda en paños menores por mor de la crisis, está la cosa corta, abunda el paseíto gaditano con la botella de agua en el bolso. En paños menores, pero de marca. Y con la frente alta a un mes de la gloria. Como en la copla de Sabina, ellos se bandean con la lengua más larga, y ellas con la falda cada vez más corta, por algo "semos" campeones/as del mundo, y de Europa, y del universo entero. Prohibido no ser sexy, aunque duela. Ahora pasa un niño con un globo en la mano, una bola del planeta con sabor a chocomenta, hay gaditanos chicos y mayores que aspiran al campeonato mundial de arrastradores de chanclas, y de camareros con cara de asco, y de habitaciones con vistas al mar abigarradas de macetas y de paraísos cerrados por vagaciones. "Del Pópulo, cómo no", reza una camiseta oscura a la vera de Jabonería. Nazarenos hosteleros, soledades compartidas, abanicos de colores y flamenco en los balcones. Cultura en la calle. La dueña de la casa sale a calibrar la situación, y luego su nieta, hasta que aparece la artista expresiva y profunda. La gente mira al cielo. Silencio en la calle.
Plaza de las Canastas, barrio de Santa María, Samara Montáñez cautiva al personal indígena y visitante con una portentosa exhibición de compás, garra y talento. Brinda todos sus recursos en una hora extraordinaria. Las alegrías van por barrios. Pasión y misterio, Un señor con cazadora azul, de dónde vendrá, cuál será su destino. Un matrimonio de guiris cuyo tierno infante se hace pipí en una escupidera de color pera. El concejal Guerrero, el cantante Ruibal, que últimamente no se pierde una. Javier remarca que la idea del flamenco en los balcones, y de las puestas de sol musicales, en las que participaron anoche sus hijos Javi y Lucíam pertenecen a Enrique Linera, aunque el mérito de llevarlas a cabo corresponda a ese lentísimo ayuntamiento. Por cierto, Ruibal cuenta con huéspedes italianos que "mueren" por el flamenco. Universal y vecino de junto. Samara Montáñez, una joven cantaora con muchos kilómetros en lo alto, conoce de primera mano la primera impresión que se llevan los no iniciados cuando escuchan unas bulerías, unas malagueñas, unas rumbas de postín. Pronto, Samara viajará a las Islas Maldivas a dejar constancia de su arte.
Gente sin camiseta se asoma a las ventanas con una cervecita en la mano, Samara borda un tango precioso sobre la ambición desmedida, nadie se lleva nada, si acaso un cosqui mal dado. Y una emoción desmedida. ¡Aire! ¡Que corra el aire!
Agosto, Verano, Diario de Cádiz
miércoles, 11 de agosto de 2010
La Isla del Blues, el fin del verano
Ya hay cartel para La Isla del Blues, el festival que el incansable José Peinado convoca, contra vientos y mareas, desde hace catorce años, primero en San Fernando, ahora en Cádiz, siempre con buen gusto y un ojo especial. Por La Isla del Blues han pasado grupos legendarios, artistas de nuevo cuño, futuras sensaciones del rock & blues, de todo. Memorables noches de verano. Este año, en lugar del Trofeo, que se asomó demasiado temprano al calendario, La Isla del Blues representa el final del verano. Ahí va un artículo sobre la presentación del festival. Lo firma Blanca Ballester en el Diario de Cádiz.
Este año la música blues cerrará la temporada cultural de verano en Cádiz. El Baluarte de la Candelaria será el encargado de alojar el XIV Festival Internacional La Isla del Blues, que tendrá lugar el próximo 28 de agosto a las 22:00 horas. "Siempre ha sido el Trofeo Carranza el encargado de cerrar el verano, pero como en los últimos años hemos tenido cambios de fecha, se ha decidido que esta vez sea el blues el que concluya la temporada", señaló Antonio Castillo, concejal delegado de cultura del Ayuntamiento de Cádiz en una rueda de prensa celebrada ayer para presentar el cartel de esta edición del Festival. Junto a él, José Peinado, promotor de La isla del blues. Para este último, "Cádiz es uno de los puntos donde el blues tiene más acogida. Es una ciudad culturalmente viva por sus actuaciones de música en directo, que pasa por estilos tan diversos como el flamenco, el rock y el blues". El cartel de este año lo componen los madrileños The Right Ons, la extremeña Susan Santos acompañada por The Papa's Red Band y, el plato fuerte del festival, el inglés Scott McKeon, uno de los grandes guitarristas de hoy día en su país que apunta a desarrollar "el blues del siglo XXI". McKeon comenzó a tocar la guitarra con cuatro años. Cuando contaba con apenas veinte años, ya se había subido al legendario escenario de Antone's y había tocado con Buddy Guy, Jimmie Vaughan, Sonny Landreth, Joe Bonamassa y los North Mississippi Allstars. Scott McKeon posee una voz rota, que sorprende pese a su juventud, una forma de tocar la guitarra que rememora lo mejor del Chicago Blues de los años 50, es apasionado, acelerado y con una garra que no deja indiferente a nadie. En 2008 abrió en Hard Rock Calling con Eric Clapton, Sheryl Crow y John Mayer. En su primera gira por nuestro país, acompañando a Johnny Winter, consiguió inmejorables críticas de sus conciertos en el festival de Jazz de Pontevedra o el BlueCazorla Festival. A Susan Santos, sin embargo, su gran pasión por la música la llevó a aprender de manera autodidacta a tocar y a cantar. Tras varias formaciones, y dos discos a su espalda, en 2009, se trasladó a Madrid y formó Susan Santos & The Papa's Red Band, su proyecto más enérgico, mezcla de bluesrock con toques funk. Lleva un año intenso de conciertos en salas importantes y ha pasado por festivales tan famosos como el Blues Cazorla, el Rock&River festival de Córdoba y el Festival SanBar Blues Leioa, Vizcaya. El pasado mes de julio, salió Take me home, el nuevo disco de esta formación.The Right Ons es una banda madrileña que se creó a principios de 2006 y cuyo estilo se enmarca en el soul, el rock, la psicodelia y el funk. En sus directos, los cinco chicos que componen el grupo The Right Ons se destapan como auténticos showmans que llevan a los asistentes al clímax con su dinamismo sobre el escenario y sus ganas de montar fiesta. De hecho, son un seguro de diversión sin par.Las entradas para el Festival cuestan 20 euros en venta anticipada y 25 en taquilla. Pueden adquirirse a través de telentrada.com, además de tener puntos de venta en la taquilla del Gran Teatro Falla y diversos bares y salas de música de Cádiz, Chiclana, San Fernando, El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera y Rota. Para más información, se puede visitar la página web www.laisladelblues.com. En opinión de José Peinado, "el Festival cumple catorce años con un cartel excepcional y que dice mucho del mismo". Como cada año se espera una gran asistencia de público.
Este año la música blues cerrará la temporada cultural de verano en Cádiz. El Baluarte de la Candelaria será el encargado de alojar el XIV Festival Internacional La Isla del Blues, que tendrá lugar el próximo 28 de agosto a las 22:00 horas. "Siempre ha sido el Trofeo Carranza el encargado de cerrar el verano, pero como en los últimos años hemos tenido cambios de fecha, se ha decidido que esta vez sea el blues el que concluya la temporada", señaló Antonio Castillo, concejal delegado de cultura del Ayuntamiento de Cádiz en una rueda de prensa celebrada ayer para presentar el cartel de esta edición del Festival. Junto a él, José Peinado, promotor de La isla del blues. Para este último, "Cádiz es uno de los puntos donde el blues tiene más acogida. Es una ciudad culturalmente viva por sus actuaciones de música en directo, que pasa por estilos tan diversos como el flamenco, el rock y el blues". El cartel de este año lo componen los madrileños The Right Ons, la extremeña Susan Santos acompañada por The Papa's Red Band y, el plato fuerte del festival, el inglés Scott McKeon, uno de los grandes guitarristas de hoy día en su país que apunta a desarrollar "el blues del siglo XXI". McKeon comenzó a tocar la guitarra con cuatro años. Cuando contaba con apenas veinte años, ya se había subido al legendario escenario de Antone's y había tocado con Buddy Guy, Jimmie Vaughan, Sonny Landreth, Joe Bonamassa y los North Mississippi Allstars. Scott McKeon posee una voz rota, que sorprende pese a su juventud, una forma de tocar la guitarra que rememora lo mejor del Chicago Blues de los años 50, es apasionado, acelerado y con una garra que no deja indiferente a nadie. En 2008 abrió en Hard Rock Calling con Eric Clapton, Sheryl Crow y John Mayer. En su primera gira por nuestro país, acompañando a Johnny Winter, consiguió inmejorables críticas de sus conciertos en el festival de Jazz de Pontevedra o el BlueCazorla Festival. A Susan Santos, sin embargo, su gran pasión por la música la llevó a aprender de manera autodidacta a tocar y a cantar. Tras varias formaciones, y dos discos a su espalda, en 2009, se trasladó a Madrid y formó Susan Santos & The Papa's Red Band, su proyecto más enérgico, mezcla de bluesrock con toques funk. Lleva un año intenso de conciertos en salas importantes y ha pasado por festivales tan famosos como el Blues Cazorla, el Rock&River festival de Córdoba y el Festival SanBar Blues Leioa, Vizcaya. El pasado mes de julio, salió Take me home, el nuevo disco de esta formación.The Right Ons es una banda madrileña que se creó a principios de 2006 y cuyo estilo se enmarca en el soul, el rock, la psicodelia y el funk. En sus directos, los cinco chicos que componen el grupo The Right Ons se destapan como auténticos showmans que llevan a los asistentes al clímax con su dinamismo sobre el escenario y sus ganas de montar fiesta. De hecho, son un seguro de diversión sin par.Las entradas para el Festival cuestan 20 euros en venta anticipada y 25 en taquilla. Pueden adquirirse a través de telentrada.com, además de tener puntos de venta en la taquilla del Gran Teatro Falla y diversos bares y salas de música de Cádiz, Chiclana, San Fernando, El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera y Rota. Para más información, se puede visitar la página web www.laisladelblues.com. En opinión de José Peinado, "el Festival cumple catorce años con un cartel excepcional y que dice mucho del mismo". Como cada año se espera una gran asistencia de público.
domingo, 8 de agosto de 2010
Caballos, arena, Levante, chocos ...
Sanlúcar, estos días, tiene un color especial; está llena de sevillanos y madrileños, por este orden, y ofrece una estampa, un ambiente, un sabor diferente. Manzanilla, humedad relativa, levantazo en la esquina del viento, caballos al galope, marea alta, helados de piña, tortillitas de camarones, chocos en Balbino, arena en los ojillos, apuestas por el 4, el 3 y el 5, niños, perros, gente harta de mirarse a la cara, futuros divorciados, silencios abismales, amiguismo puro y duro, bañadores de metro y medio, langostinos de buena familia, negros ambulantes, sablazos, un aire añejo, la esencia de un pueblo que se resiste a caer en las garras del maldito turismo indigno, pijos, progres y al fondo, Doñana. Lástima este Levante que enciende la mala leche, destroza previsiones, agota al más pintado y ofrece su peor cara. También limpia y oxigena, pero a qué precio. De costa a costa, el Atleti juega hoy la final del Carranza y hay barbacoa karaoke en la playa, a ver quién pisa mañana la arena con garbo.
El Barrio: "Yo no canto gratis"
El Barrio sale del mercado de abastos de Sanlúcar y marca un teléfono. "Hola, soy Selu, ya estoy más tranquilo, podemos empezar". El cantautor gaditano no cesa de trabajar, mientras muchos de sus compañeros cancelan giras o recortan sus cachés en el verano de las vacas flacas. "Vivo en un hotel y almuerzo en los restaurantes. Ojalá pudiera compartir más tiempo con la familia, pero así son las cosas. ¿La gira de Duermevela? Apoteósica, 85 conciertos, pabellones y plazas llenas por todas partes". Crisis, ¿qué crisis? "Está la cosa que arde, los ayuntamientos lo primero que han hecho ha sido recortar por la cultura". Y en la cola de la cultura, la música. Porca miseria. "Soy un privilegiado, gracias a Dios", remarca José Luis Figuereo, El Barrio (de Santa María), que el miércoles actúa en la plaza de toros de El Puerto (de Santa María).
"Me siento un privilegiado porque nací músico y artista, yo no soy una persona construida con los años, no conozco otra cosa que la música, planté una semilla, la regué a conciencia y Dios me ha dado sus frutos", apunta el siempre metafórico El Barrio, quien estima que para emprender el camino correcto, anhelado, "hay que sufrir". "Los empiezos son todos fatídicos", ilustra a las claras, "salvo en el caso de los que acuden a programas de televisión o reciben el apoyo de medios de comunicación, esa gente no pasa fatigas". El que lo coja pa él. A José Luis se le ven hasta las ideas, un tipo aparentemente transparente, tan peculiar como su repertorio, alguien que pertenece a nadie y a todos, por así decirlo, que cree en la inspiración y en el trabajo. "Los tornados se llevan por delante las casas de cartón".
"Yo siempre fui un cantante frustrado escondido detrás de una guitarra". De chico, José Luis se adiestró acompañando al toque a grandes artistas, y participó en una comparsa infantil en el concurso del teatro Falla, como no podía ser menos. "Mensajeros de alegrías, primer premio". "Dicen que uno no debe morirse sin probar las cosas que le gustan. Vinieron a buscarme a mi casa, con diez años, necesitaba un guitarrista ... No dejo de reconocer que el Carnaval es una fuente muy agradable para quien sepa cantar y jugar con distintas voces, igual que un tocaor, un guitarrista de flamenco, puede atreverse con el rock, pero a un rockero le cuesta mucho trabajo, no puede hacer flamenco así como así".
El Barrio se considera heredero del rock andaluz, el género acuñado en los años setenta por los sevillanos Smash que posteriormente siguió diversas sendas. "Desde chicó escuché a Triana, Alameda, Cai, Medina Azahara, pero mi estilo también casa con lo que aprendí de Bambino, Caracol, la Paquera de Jerez, la Perla de Cádiz. Digamos que estoy en la mitad". En ningún lugar concreto, aquí y acullá, personaje inclasificable, "creador de mi miúsica, de mi propio universo, rock con acento andaluz, emociones personales, sonidos eléctricos que brotan desde la antigua Andalucía. Se nota que no soy de Teruel", ironiza.
Preguntado, acaso con segundas intenciones, sobre los profetas en su tierra, José Luis recuerda el homenaje que recibió en su barrio de Santa María, atribuye el detalle a su amigo de La Perla, José Roldán, y a la asociación de vecinos. Nunca lo olvidará, ahí quedó la placa en la casa donde se crió. "Me quieren mucho en mi tierra, me siento bien, pero no creo que sea profeta en Cádiz. Personalmente estoy muy a gusto, pero de cantar en Cádiz, poquito. Cádiz lo basa todo en los conciertos en la playa, que a mí no me gustan para mi arte, a mí me gustan los lugares cerraditos, y además, no hago cosas gratis, ¿sabes lo que te digo?"
El Barrio marca su tierritorio, como otros artistas de la Piel de Toro, que huyen de los espectáculos presuntamente gratuitos, dispendios a costa del contribuyente y tierra quemada. Dicen que un concierto gratuito "quema" al artista durante equis tiempo a muchos kilómetros a la redonda. También tendrá sus ventajas, pero El Barrio opta por cierta "inaccesibilidad", una pizca de misterio, algo así como dejarse querer y crear necesidad entre el público. "Quien quiera verme, que pague. ¿Tú has visto a José Tomás en Canal Sur o en otra tele pública? Por eso José Tomás es José Tomás". Curiosa comparación entre artistas temerarios poseedores de una legión de admiradores y unos cuantos detractores. "Si canto gratis en Cádiz, por ejemplo, ¿cómo voy luego a Algeciras cobrando. Respeto a todo el mundo, no tengo nada en contra del Ayuntamiento ni de la Delegación de Fiestas de mi Cádiz del alma, soy apolítico, pero quiero tener mi carrera bien llevada. Fíjate cómo son las cosas, ya van siete mil entradas vendidas para El Puerto", anuncia casi una semana antes del espectáculo. "Sin duda, vendrá gente de la Bahía, de la provincia ... y de Rusia", dice con guasa. Y subraya con otra frase divina: "Dios no se puede quedar con algo que no esté bien hecho".
Una de leyendas de El Barrio. El cantautor desmiente una "información" recogida en la wikipedia. Cuidadito con el copiar y pegar. "Jamás hice un cursillo de soldador para entrar en Astilleros, antes de presentar mis maquetas. Una de tantas mentiras que se dicen sobre mí. Otra leyenda urbana, igual que todos los años anuncian que me estoy muriendo, me llevan enterrando todos los años, hasta el último disco". Basta con arrimarse al google y sus satélites, teclear al susodicho y confirmar leyendas y morbos reunidos: "José Luis Figuereo cáncer", o la más liviana "José Luis Figuereo sin sombrero".
El Barrio pide al periodista que destaque algo muy concreto, pone de manifiesto que se encuentra "muy contento de cantar al lado de mi tierra", recurre a "maravillosas sensaciones", a las "ganas inmensas" que tiene de actuar en El Puerto, "será un honor cantar cerca de mi tierra", reitera, y subraya lo de su tierra, acaso con orgullo y desazón. Luego, se le enciende la mirada cuando escucha su música a través de coches fugaces o cuando distingue un elogio verdadero. "Supongo que se sienten identificados con lo que canto; puede decirse que tengo mi estilo propio y que si alguien me escucha y cierra los ojos, dice del tirón que soy El Barrio". De Santa María. De una ciudad de Cádiz "llena de sabiduría, que da a luz a muchos y grandes artistas por metro cuadrado, que está acostumbrada a llevarlos entre sus brazos". A mil años luz, pongamos que en Bilbao, veinte mil personas brincan y se desgañitan en los bises, se arrancan por Triana, gloria eterna para Jesús de la Rosa, y se cae el pabellón de turno. Hasta sus detractores, que los tiene, admiten que El Barrio posee "algo". Cuestión de medida. Bajo el sombrero de José Luis Figuereo. Sombra y luz.
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