lunes, 30 de agosto de 2010

¡Viven!

Ay, Chile, el sur del mundo, alto y delgaducho, grande y hermoso, único y diferente. En Chile todo se hace a lo grande, hasta el drama supera a la ficción de otros lugares remotos. De qué manera. Chile, que se protege a sí mismo gracias a sus peculiaridades geográficas, alejado del mundanal ruido, ostenta el título mundial de terremotos y, ahora, de derrumbes mineros con consecuencias imprevisibles. No conviene olvidar la truculenta desaparición de aquellos jugadores de rugby en la cordillera andina, que llegó a los cines y tocó la fibra sensible del planeta. Ocurre lo mismo, anque en mayor medida merced a la sobredosis de información y desinformación. Los 33 mineros chilenos mantienen a la gente pendiente, las historias paralelas que ofrece la noticia no tienen parangón: historias humanas, detalles técnicos, olvidos políticos y empresariales, un show poco pudoroso en las teles de medio mundo, la sobrexposición de tantas familias humildes a los focos, mala cosa. Un poco de cautela, piden por favor algunas familias afectadas, pero se desató el imperio mediático para absorberlo y luego tirarlo todo por la borda. Cuidado. Por supuesto, hay periodismo del bueno que relata los sucesos con rigor y honestidad, ahí va un enlace
http://www.elpais.com/articulo/internacional/cuidar/33/hombres/varios/meses/tierra/depriman/elpepuint/20100826elpepuint_11/Tes
pero me repatean esos presuntos reporteros a pie de mina, los cánticos de Inti Illimani, parece mentira que se hayan prestado a actuar sobre el terreno de la incertidumbre inmediata. No hay caso: allá donde se enciende una cámara aparecen las moscas y se activa cierto mecanismo humano indecente y exhibicionista, pura sociología de masas. Más respeto a los mineros y a los delicados trabajos de salvamento. Y denunciemos a los empresarios y políticos que han causado tanto mal al no aplicar las medidas de seguridad pertinentes y al no controlarlas como es debido. Con unas escaleras de salida nos hubiéramos ahorrado el espectáculo y la desazón, este siniestro gran hermano bajo tierra.

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