
"No podía empezar de otra manera", confiesa Carrasco tras acariciar su guitarra, como quien golpea un mostrador con los nudillos al tres por cuatro, y entonar la pieza del maestro Martín. Otro cantante con alma de comparsista. Otro artista encantado de conocer a Cádiz. Una lección de humildad para quien se mira el ombligo y no valora lo que tiene. Carrasco, que guarda más colores en su voz, pisa fuerte con botas de cuero español, y se rinde del tirón a Cádiz. Los temas de su nuevo disco aparecen uno tras otro como una metáfora de amor a Cádiz. "Con tu sonrisa me quedo". El autor reconoce que se enfrenta a "un día diferente. Anoche me costó conciliar el sueño, este concierto es muy importante para mí por el cariño que tengo a Cádiz y a sus Carnavales", y habla del sello, la personalidad, la raíz y el arte. "Cádiz, vengo a cantarte, a entregarte todo lo que tengo, a darte todo lo que soy". Cielo ganado, gallinero conquistado.
La rebeldía, la libertad, la lucha, la vida amnésica, la voz de la gente, los resquemores y los amores, la niña llamada Cádiz y el éxtasis total en el teatro cuando Manuel pasa de un disco a otro, hay quien interpreta los temas desde su butaca, luego el cantante suena a corazón partío, algunas chicas de la primera fila se alzan para bailar y el juglar recurre al socorrido "sin ti no soy nada", romances de larga tradición oral, transmisión milagrosa que alcanza momentos álgidos merced a la magia del instante, la voz y el estilo de Carrasco y el pundonor del personal. Suena de categoría la maqueta "Voy", así como la pieza dedicada a una inmigrante, "una de las canciones más especiales que he escrito. Apareció una tarde, en un día de esos en que no salen las cosas. Bajé a tomar un café y la camarera me pidió un autógrafo para su hija, que vivía lejos". Sensibilidad a prueba de lagrimitas, piel de gallina en el Falla.
Ya con el público en pie, Carrasco se pone una mijita rockero, en el bar de los pesares y el teatro parece un volcán en erupción. La gente se pone chirigotera, nadie calla, "Que nadie" pilla por sorpresa incluso a Manuel, la banda cobra vida nueva, "nadie es dueño de nadie" y Carrasco dedica otra copla a los "sin techo", bonito detalle, camino del Falla se conocen varios casos de joven-perro-manta. Surgen pancartas de improviso, Manuel arroja la pandereta al público y da las gracias a Cádiz "por una noche tan bonita". Los mendas de seguridad controlan la primera fila, como si hubiera peligro de amor a primera vista, y Carrasco remata la faena por "alguien a quien admiro mucho, de El Puerto de Santa María", el gran Ruibal, cuya poesía al sur de la quimera se antoja perfecta para no dar los besos y los versos por perdidos y para rubricar el buen gusto del cantante onubense, que desgrana la versión con limpieza, sin arabescos, con respeto al autor, fidelidad al mapa del tesoro, cariños de ida y vuelta. Carrasco pone de manifiesto su evolución imparable, soltando lastre. Fuera prejuicios.
Noviembre 09, Cultura, Diario de Cádiz
0 comentarios:
Publicar un comentario