Quien no ha visto a Mágico González jugar en Carranza no sabe lo que es una tarde de arte puro. Dicen que el salvadoreño reina ahora virtualmente, en la red de redes, gambeteando al destino, haciendo virguerías con Maradona, que tampoco es una persona cualquiera. Jorge González recaló en el verano del 82 en la Pensión Argentina, calle Conde O'Reilly, Cádiz, y allí nació el mito, Paco Perea le apodó Mago en el Diario, la gente flipó en colores con sus pases milimétricos que casi nadie entendía, los frenazos en seco, las roturas de caderas a tutiplén, unos golazos en Valencia o Barcelona, las espantás, los pibazos, las noches sin fin, y los entrenamientos. Cuentan que Mágico, como ahora Messi, enamora en los ensayos. Antes de marcharse a la ducha, colaba varios golazos por lugares inverosímiles, jugaba con los niños, bromeaba con Rovira, y anuncia buenas nuevas. Mágico indómito, Mágico forever, a quien entrevista José María Aguilera en La Voz. Ahí va. Genio y figura. Mágico representa las glorias y las miserias del Cádiz infinito, los anhelos incumplidos y los días de vino y rosas, las quimeras y las certezas, las luces y las sombras. Cádiz, como Mágico, se ha quedao dormía. Y conoce la feliz desdicha como si la hubiera pintado en el cielo por vez primera.
Un Centenario mágico. Jorge Alberto González Barillas, el mago de El Salvador, el mejor futbolista que ha pisado jamás Carranza vestido de amarillo, no se olvida del cumpleaños de su 'padre'. No podrá estar en la fiesta en persona, pero al menos mantiene en Cádiz su espíritu y celebra desde el otro lado del charco los cien años de una existencia marcada en parte por las genialidades del salvadoreño. Mañana encenderá las velas y soplará pidiendo un deseo que no pronunciará porque tampoco hace falta. Repartirá el trozo del pastel entre sus pequeños y sus amigos, compartiendo un sueño del que fue protagonista. Y con la panza bien llena, al calor de su hogar, revivirá esos momentos únicos e inolvidables, los mejores de una historia mágica y ya centenaria. ?Cádiz, felicidades?.
?El Cádiz, su Cádiz, cumple mañana cien años.
?Sí, ¿cómo se me podía olvidar? Desde aquí mando toda la enhorabuena para el club. Para mí es sinónimo de sentirme orgulloso, dejadme que me incluya en lo que a cadismo se refiere. Quiero mucho al Cádiz.
-Por supuesto que no podía faltar, nadie le olvida. Pero, ¿podrán verle los cadistas en estos días tan especiales de nuevo por el Ramón de Carranza?
?Yo ya vivo en Cádiz. En presencia tal vez no, pero en mi mente sí, desde luego. Espero que lo paséis lo mejor posible, como Cádiz se merece. Yo lo celebraré aquí en mi casa, no hay problema. Lo más importante es el club, mucho más allá de Mágico.
-Pero algún día podría volver a Cádiz.
?Si así me inspiro y me da vida, sólo imaginándolo y sintiéndolo desde acá, allí respirando ese aire característico sería increíble.
-¿Qué significa para el 'Mago' el Centenario del Cádiz?
?Son cien años de mucho tesón, trabajo, de querer hacer las cosas bien, de sacrificio, de gente que en el club se ha dejado el pellejo para que se mantenga en una posición digna. Y dentro de un fútbol difícil como es el español, más ahora que ha sido campeón del mundo. Para mí es un orgullo y me encanta que este equipo cumpla su Centenario, porque da prestigio de buen hacer.
Y usted lo sabrá bien, pues escribió muchos de los capítulos más recordados.
?Así lo quiso Diosito con los destinos de cada uno. Me siento privilegiado de formar parte de esa historia.
?Lástima que se produzca tal celebración en unos tiempos tan oscuros.
?Bueno, Cádiz es de Primera, y estemos donde estemos la afición es lo más lindo que ha tenido el equipo. La que motiva, la que inspira. Hay que saber estar donde sea. Ahora nos toca Segunda B, un peldaño más bajo, pero en las situaciones más difíciles es cuando más hay que estar juntos, unidos.
?¿Cómo sigue al Cádiz desde tan lejos?
?Lo sigo hasta donde puedo. Me molesta cuando sé que las cosas no van bien, pero me mantengo de la mejor manera posible para mandarle la positividad al equipo. Hay que animarse y una vez más saber estar donde nos toca.
-¿Qué recuerda de esos años en el equipo amarillo?
?A mí particularmente Cádiz y el Cádiz me traen vida. En esa década traté a gente tan bella, tan humanas, tan arropadoras. Fueron unos anfitriones estupendos. Yo llegué muy joven y todo lo veía desde otro cristal diferente, con la sensación de algo nuevo donde iba a tratar de dar lo mejor de mí, como persona y como futbolista.
-¿Imagino por asomo que dejaría tan buen recuerdo en la entidad?
?Nunca pensé que llegara a tanto, por eso me siento privilegiado y he de darle las gracias a Dios por haberme dado esa época tan importante.
-No todo fueron alegrías, también hubo momentos más regulares...
-Es que yo era muy vago. Era muy joven y llegué a un país civilizado, donde las cosas se hacen de forma muy profesional, y me costó adaptarme. En la vida hay cosas buenas y malas, y en Cádiz aprendí mucho, a hacerle frente a las adversidades y salir victorioso.
-Sobre todo en los comienzos.
?Fueron duros porque me costó adaptarme al fútbol profesional. En el Salvador este deporte era diferente, no tan profesional.
-En cambio, en la ciudad pronto se sintió un gaditano más.
?A la ciudad me adapté muy rápido. Es muy abierta, la persona es amiga, acogedora. Me encontré muy bien. Se me hizo difícil en lo profesional. Los horarios... fueron dos años fuertes para mí. En cuestiones de multa y en lo disciplinario yo dejaba mucho que desear. Pero no era porque yo quisiera hacer daño, sino que me costó adaptarme por mi forma de ser y de pensar. No lo hacía por maldad, ni para llevármela de que podía jugar o me daba igual jugar o no. Quería pero no podía por mi forma de ser.
-¿Es cierto que siempre tuvo la ayuda de sus compañeros?
-De los compañeros, del vecino, de todos a los que nos gustaba el fútbol en ese entonces. Y siempre recibí apoyos por todos lados. Conversábamos, pláticábamos, me motivaban para que poco a poco fuera encontrándome. Compañeros estupendísmos. Manolito, Pepe, Chico Linares... Me da hasta escalofrío, se me pone la piel de gallina porque verdaderamente sin ellos yo no hubiese podido hacer equipo. Y es que, sin el Cádiz, Mágico no habría existido.
Sus recuerdos
-¿Cómo fue su entrada en Cádiz?
-Llegué solo. Siempre he ido solo, a mi manera, y lo sorprendente es que lo disfruté, y lo poquito que haya podido dar espero que lo hayan podido disfrutar y aprovechar. Yo intenté dar lo mejor de mí al equipo.
-Primero se topó con Milosevic.
Sí, Milosevic. Siempre estará en la historia del Cádiz, hay que tenerlo en la memoria. Formó un Cádiz aguerrido, de Primera y de Segunda, con mucho sacrificio dentro de la cancha que trataba de dar lo mejor a la afición desde el míster al utillero.
-El cadismo siempre se lo reconoció. Por cierto, ¿qué me dice de la afición?
-Es de Primera. Nada más puedo decir. Y en todos los aspectos. A mí me hizo sentir así.
La afición cadista le ha encumbrado como su gran ídolo, pero ¿quién ha sido para Mágico el mejor jugador que ha pasado por el Cádiz? ¿El mejor escudero?
?El mejor jugador siempre es el que inspira. Y eso lo hace una buena afición, que no se olvide. Entonces hay que tener en cuenta a Pepe Mejías, 'Pepito'. Un crack, una estrella con la que pude compenetrarme y hacerme fuerte. Había muchos mas. Su mismo hermano Salvador, Chanito, Chico con su arrojo y entrega.
-¿Y el mejor amigo que dejó aquí?
?Dejé tantos amigos que no sabría decir.
-Hablamos de Milosevic, de Mejías, de la afición. ¿Y qué me dice de Manuel de Irigoyen?
?Tendré en la memoria que fue un gran mandatario. Supo llevarme, hacerme estar en la ciudad y en el club. Fue muy inteligente y lo consiguió, por eso es muy lamentable que esté ausente en este momento tan especial. Sin él no hubiera existido Mágico. Dentro de que era serio, correcto y formal, me supo dar un poco de comprensión y por eso pude dar lo mejor de mí. Por eso mando mi pésame a todos los que se han dejado el pellejo por el club, como Rovira, Pepe, Irigoyen... Han sido muchos.
-¿Tan difícil era lidiar con Mágico González?
-Sí que lo era. Porque el fútbol tiene sus intereses creados, y yo me veía en una situación extraña, distinta, incómoda, que no comprendía demasiado bien. Yo quería dar lo mejor de mí cada domingo por el reencuentro con la afición que me hacía sentirme un poco alguien. Pero había que hacer más.
-Se habla de muchas sanciones.
A los principios me ponían muchas multas. Y no sé si era buena o mala idea, porque yo honestamente no le daba el sentido al dinero que se le debe dar. Era joven, y poco a poco he ido aprendiendo a darle su sitio, pero en aquel entonces no era capaz.
-¿Llegó a pasar hambre?
-Tal vez sí pasé hambre, pero era mi modo de ser, que me descuadraba los tiempos de comida. Y por descuidos míos. De todas formas, no era un hambre desesperada.
-Irigoyen le supo llevar. Pero vaya choques que tenía usted con Vidal.
-David Vidal, a su manera, también sabía lo que quería. Y lo consiguió.
-Con Espárrago las cosas fueron más fáciles. Dentro de lo que cabe, ya había madurado.
-Con Víctor hicimos la mejor temporada de la historia del club. Conjuntó un buen equipo y se nos dieron las cosas bien, dando satisfacción a la afición.
-¿Se arrepiente de algo de su paso por el Cádiz?
-No, no cambiaría nada. Me quedo con las salamandras en el vestuario del club, con las dimensiones del terreno de juego... Aunque pensándolo bien, sólo querría estar un poco más con los que ya no pueden estar. Y darle un beso al césped del Carranza.
-De momento continúa jugando al fútbol, aunque sólo sean 'pachanguitas'.
-Sigo siendo a mi manera. Trato de ser lo más normal posible. Y de vez en cuando juego en el ?Panzas y Jorobas FC?, como digo de broma con mis amigos. Me encanta jugar al fútbol, y lo consigo una media hora en condiciones, sin que se me caiga una oreja (jaja).
-¿Sigue haciendo cosas imposibles?
-Ya no puedo hacer más. Imposible inventar. Sólo disfrutar.
En su momento llegó a vestir la camiseta del Barcelona, aunque finalmente no se concretó el fichaje. Sin duda podría haber jugado en un grande mundial. ¿No le da pena haber dejado escapar esa oportunidad?
-No, no me da pena, habiendo jugado en Cádiz no hay pena. Si no, te estaría mintiendo en esta entrevista. Para mí el Cádiz es más importante y no me arrepiento de nada. Y es que sin Cádiz no habría Mágico.
-En el Salvador nadie le olvida, le demuestran su cariño día a día.
Sí, y eso me agrada. La vida me da satisfacciones bonitas con el pueblo. Con sus defectos y cualidades, me quedaré en El salvador. No me quejo mucho. En estos momentos estoy aquí con mis dos pequeños. Parece que ahora, a mi edad, me ha dado por hacer lo que no podía antes.
domingo, 12 de septiembre de 2010
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