"A quien no le guste Cádiz tiene que ir al médico. Hola, doctor, vengo a mirarme, es que no me gusta Cádiz. Está usted muy grave". Poveda dialoga con sus sentires acerca de Cádiz, "el sabor de la tierra marinera y su gente". "Tengo grandes amigos allí", señala el cantaor antes de emprender viaje hacia el sur del sur. "Los hermanos Anillo me acogieron en su casa, me trataron como a un hijo, y además he pasado un verano entero en la playa, tiempo atrás, y para colmo mi hermana, que es bailaora, tenía un novio gaditano, así que Cádiz siempre estuvo presente en casa".
"Qué puedo decir de Chano Lobato, se pregunta a sí mismo el artista catalán. "Siempre he tenido debilidad por él, tuve la suerte de trabajar con Chano en Japón, durante un mes inolvidable, conviví con él, una persona que te seducía con el cante y con su forma de ser auténtica, sencilla, de verdad, llena de sabiduría. Yo era muy joven y era consciente de que tenía enfrente a una historia viva del flamenco. Chano Lobato deslumbraba con todo lo que hacía".
Poveda exclama a los cuatro vientos: "Tengo ocho horas grabadas en video, Chano Lobato en el supermercado, Chano Lobato en los ensayos, en los camerinos, por la calle, una película personal fascinante que grabé con su permiso en Japón, a él le hacía gracia y se dejaba grabar. Chano, por sus vivencias, por las fatigas que pasó, pertenece a una época imborrable. Y además ha sido uno de los pocos artistas viejos que fue a verme, una de las primeras veces que actué en el Lope de Vega de Sevilla. Chano vino a verme, qué ilusión me hizo, nunca lo olvidaré". Un regalo.
La última vez que Miguel vio a Chano fue en el escenario, en Zamora. "Compartimos cartel aquella noche. Como él estaba mayor, pidió cantar primero para irse a descansar al hotel, pero al final se quedó a escucharme y no pudo evitar la tentación de subir a compartir conmigo unos tangos argentinos por bulerías, "Volver" y "Cuesta abajo". Si alguien tuviera esa grabación ...", suspira Poveda emocionado, y vuelve a subrayar "la sabiduría, la gracia, la cultura de Chano pese a no tener estudios, su trayectoria vital y artística, su viveza y el ingrediente extra de ser de Cádiz".
Viaje de ida y vuelta al universo flamenco de Miguel Poveda, que es como decir "caminos abiertos al pasado porvenir", a las coplas del poder y al querer del compás luminoso. Clásico y moderno, añejo e innovador, el cante del catalán erigido en primera figura del flamenco (de masas) brinda esta noche sus infinitos registros a Cádiz. Cierre por todo lo alto de Los Jueves Flamencos, dedicados precisamente a Chano Lobato. A partir de las diez y media, en el Baluarte de la Candelaria, Miguel Poveda compartirá cartel con Pastora Galván, bajo el epígrafe de "Perfeccionismo Flamenco". Desembarca el artista de Badalona con su bagaje de prestigio personal y artístico, acaso en el mejor momento de su carrera, iniciada a los veinte años, cuando el chaval ya era una mina, cuatro premios en el Festival Cante de las Minas. De ahí a la eternidad de la heterodoxia y, sin embargo, tradición con vistas al mar. En el flamenco, con más veras, se antojan vitales las raíces, los historiales, hay algo sobrenatural y metafísico que llama al respeto. Poveda viene y va, como el vaivén, y ya cuenta con suficientes pasos andados y huellas grabadas. Tan joven y tan elogiado, camina y canta. Hoy lo hará en Cádiz, para alegría de su variopinta afición, tan heterogénea como agradecida.
¿De dónde viene? Del futuro y de una Lámpara Minera, lámpara de Aladino flamenco, y de un montón de peñas flamencas en su Cataluña natal, curtido desde los quince años en tablaos de la cantera de la utopía flamenca, contra viento y mare, como se suele decir, hasta el "top ten" del cariño colectivo sin fronteras, estatutos o pragmatismos. De la radio de su madre, donde aprendió todo lo que hay que sentir para convertirse en cantaor de categoría, primo hermano de la copla del trío infalible, a París, Nueva York, Viena, Roma, Londres y ahora Cádiz. Oh, Cádiz. "De Cádiz han salido artistas fundamentales como Aurelio, Pericón, la Perla, igual que Chano, bañados por la sencillez, la espontaneidad y naturalidad. Todas las tierras engendran grandes artistas", y cita Utrera, Morón, Lebrija, Triana y Jerez. Poveda es un gran enamorado de Jerez. Pero se confiesa cautivo del "ángel" gaditano.
Quien no ha visto a Miguel Poveda cantar por derecho no sabe lo que es una noche de flamenco nuevo y sofisticado, aunque sin pedanterías ni gestos a la galería. Cuentan maravillas del "directo" de Poveda, directo al corazón, versatilidad y encanto de un payo, catalán y niño precoz, para más señas, que supo encauzar los orígenes murcianos del padre y manchegos de la madre hasta configurar un perfil único de cantaor mundial, ahora afincado en Sevilla, siempre con afectos en Jerez, nunca ajeno a Cádiz, que lo mismo pone vellitos de punta al aire libre que encandila con una orquesta, un poema, una película, un cuadro o todo a la vez.
"Paso a paso. Desde los quince años camino muy tranquilo, con paso firme pero viviendo historias diferentes. Yo me comparo con un Chano Lobato y no he hecho nada. Canto para mantener viva esta música en la que creo, en esta música a la que amo. Si al escucharme se aficiona más gente al flamenco, soy feliz. Yo siento más amor al arte que a mí mismo, soy un elemento más en el universo flamenco, un vehículo de comunicación. La gente que está más pendiente de sí misma que de lo que hace, se reduce demasiado", apunta mientras subraya cada palabra.
Poveda pertenece al mundo de la radio, como otros catalanes de pro como Manolo García y Joan Manuel Serrat, que se engancharon a la copla merced a la radio de sus madres, la madre radio. Dice el artista, tímido no más, que "de chico no salía mucho a jugar a la calle, así que la radio era mi mejor juguete, y los discos de mi madre, mi inspiración".
¿Adónde va? "Sé de dónde vengo, y dónde estoy, pero no me preocupa la dirección del camino, esto no es una carrera de galgos, sino de fondo, lo importante es el camino, no la meta. Me interesa descubrir, dejarme sorprender, absorber nuevas formas, e incluso conocer nuevos mundos dentro de mí mismo. Me veo capaz de cantar otras cosas, me considero un desprejuiciado, no me siento limitado. ¿Clásico y moderno? Lo clásico no significa antiguo, me considero contemporáneo, simplemente".
Siente ahora Miguel la necesidad de volver a los cantes tradicionales en su próximo disco, otro disco doble. "Tengo muchas ganas de hacer un disco de cantes mineros, por un lado, y de palos tradicionales por otro".
Esta noche "habrá dos sorpresas" que no suele incluir Miguel en su repertorio, y el artista dará la alternativa a Kiko Peña, cantaor ecijano de trece años que atesora "virtudes añejas y tan buen concepto", apunta Poveda con humildad y generosidad. Ya tenemos relevo generacional. "Exacto".
Agosto 09, Verano, Diario de Cádiz