Prensa y propaganda. Mala prensa y publicidad aerostática. Corazón y la cartera. Curiosa manera de tratar a la gente en tiempos de presunta crisis. Ole qué precios. Bajan los precios del danone, cuelgan los precios en las esquinitas del televisor, lo nunca visto. Al carajo el lujo. En las páginas amarillentas se empecinan en vendernos las estancias de lujo, los perfumes que usan los ricos, el caviar y los yates, pero en los anuncios suena la surrealidad, la cancioncilla de marras, la reiteración de la alegría fingida, ya lo sabía, dice el banco fullero. Si ya lo sabía, ¿por qué no lo avisó? Ahora los avisos llegan edulcorados, melodías de andar por casa, grupos de gente celebrando el fracaso, óperas populares para primos, la puta creatividad al servicio del parné. No trabajamos para otras marcas. Siempre fue igual. Donde caben dos, caben tres, me pone nervioso ese anuncio. Por cierto, una duda, ¿hay tanta gente que no puede obrar? Lo digo porque en cada sobremesa surgen las ofertas pa ir al cuarto-baño. Ejem. Hay anuncios buenísimos, claro, como antes vendían canciones buenísimas. Hoy las canciones sirven de cachondeo, y los artistas, de cotilleo, a lo sumo. La prensa del corazón se come el pastel con la complicidad de la prensa seria. Va comiendo terreno. Ya se cuela hasta en los entierros. Viva la vida. La vida inundada de chismorreo, canalleo inmundo, No se puede hacer más daño. Pronto volveremos a las andadas. Entre anuncio y anuncio, un programita en directo, hola, señora, ¿cómo está la tortilla?, unas recetas infalibles, dos o tres incendios, qué pena del valle del Tiétar, gran canallada del verano. Carreras de caballos en la playa, apuestas al sol, el sol apuesta por el futuro, como los políticos que pujan por su futuro, la vida en rosa furcia, todo parece ronda en torno al corazón, un ataque de corazón, nadie es alguien si no aparece en la tómbola del corazón. Por ventura, la gente es libre de vivir su propia vida y de cantar las canciones que vengan a cuento. A cuenta de nada. En los coches, por ejemplo, aún reina la música, recurso de elección personal, no poner la radio para respirar libertad. La radio encarceló a la música hace tiempo. Los demás medios, tres cuartos de lo mismo. Da coraje ver cómo se amplifican las mediocridades y se silencian las obras de arte, si volvemos a la publicidad entenderemos esta circunstancia. Pronto aplaudirán por encargo.
lunes, 3 de agosto de 2009
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5 comentarios:
jeje, mejor la tortilla de papas, pero sin cebolla, porfavó ... yo también estoy hasta los eggs de tanto matao, "amigos de", tuertos en el país de los cegatones con botas, vendidos, fariseos, afeitabombillas, listillos, jueces y partes ... salud, Eterna, y cuidao con los mosquitos, que nos tienen ya fritos ;))
Muy bueno Alcina. No sé si es normal, pero casi nunca me entero de qué es lo que anuncian por la tele, es decir, el producto. O sea, que escucho la musiquita y el mensaje, pero no me llega. ¡Nada, que no soy un público objetivo decente para el marketing!¡Mal futuro tengo pues además, solo encendemos la tele para algunos informativos en casa!
Y las películas tampoco las vemos enteras por la hora....un desastre.
indiferencia con los moskitos ?? uff, tacomplicao, Eterna.
Admiro esa manera de encarar los anuncios, Charo, contigo no podrá el marquetin de las narices, saludos veraniegos, los pájaros cantan, las nubes se levantan, salud !!!
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