domingo, 23 de agosto de 2009

La Soledad del swing

"Vamos a revisitar hermosas canciones, las hermosas canciones siempre deparan momentos mágicos. ¿Nos acompañáis?", tercia Sole Giménez a las primeras de cambio. "Ya que estamos aquí ...", exclama un cuarentón con retranca. Puro swing con solera a la vera de La Caleta, la voz cantante aparece en su punto exacto. Sole gran reserva, sin forzar, sin estridencias ni golpes de efecto, al natural, presenta "Dos gardenias", clásicos de ayer, clásicos del mañana con acento latinoamericano envueltos en un universo de jazz suave y rompedor. Sole sigue el ritmo con los dedos, juega al jeroglífico en las letras colgadas en la escena y acaba atrapando un corazón, para el tiempo del reloj del Castillo de Santa Catalina.
Piano y voz para "Rabo de nube", de Silvio Rodríguez. Acento cubano a Maná, "Vivir sin ti"; flauta para Juanes, "A Dios le pido"; saxo con amor para la metafórica "Todo se transforma", de Jorge Drexler. Sole reinventa un repertorio glorioso. Uno da lo que recibe. Y certifica su transformación artística, ya es una cantante de jazz con más veras. Su banda enfatiza, moldea, baña de sal, cumbias, bossa o candombe las melodías encadenadas. Hasta detenerse en el corazón del gran Fito Páez. La artista valenciana canta a la esperanza, al poder terapéutico de las canciones, a la libertad individual y al cambio.
"Cómo hemos cambiado. ¿Qué nos ha pasado?", se pregunta la gente que canta bajito al ritmo de las olas. El popurrí de Presuntos Implicados enciende la emoción y permite interpretar un estribillo que años después ofrece varias lecturas, personales y colectivas. Las cosas han cambiado mucho, la gente ha cambiado demasiado, el público madurito hace suya la proclama, la gente mayormente cabreada se antoja hoy dócil, parece que volviera a ser rica de espíritu y pobre de todo lo demás. Viaje de ida y vuelta. Sole Giménez también ha cambiado. Y cambia las canciones de su vida a su antojo y al capricho de piano y percusión cubanos, personajes cómplices en perfecta comunión. La Soledad del swing.
Acaso para subrayar convicciones e intenciones, los boleros cubanos de toda la vida comparten viajes de ida y vuelta. "Toda una vida", una vida diferente. Vinucius de Moraes y Jobim en castellano, diálogo de músicos, la magia invocada, el toque femenino de Antonio Machín, ecos del Cortjio de los Rosales y por fin, la oda que Violeta Parra compuso para dar "Gracias a la vida", antes de quitársela. Gozo y paradojas. Sole dedica luego a la jerezana Ely su tributo a Manzanero, y encandila con "Alma de blues", la eterna Billie Holiday, swing de vacaciones, el exilio de la tristeza, el manisero y Serrat, las pequeñas cosas de la vida. Quince formas de ver la vida. Sole agota las localidades, las copias de su nuevo disco que se despachan en la puerta y la batería de las cámaras fotográficas, mañana saldrá en todas las fotos de sus admiradores, con los que departe antes y después del concierto: unos gaditanos con nombre propio, como Teófila o Nández, algunos fieles seguidores de su trayectoria y otros recién conocidos. Como canta Fito Páez, lo importante no es llegar, lo importante es el camino.
 
Agosto 09, Verano, Diario de Cádiz

2 comentarios:

Charo Barrios dijo...

Como siempre, te sigo del Diario. Creo que cuentas lo que realmente es Sole: buen gusto, y magia pero en su justa medida. Mucha Sole.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

gracias, Charo, nos gustó el concierto, la voz de Sole sonó elegante, transparente, como es ella, un saludoooo