lunes, 27 de octubre de 2008

Arde la memoria de Astilleros

Vuelven los fantasmas. La madre de todas las crisis. Los lunes al sol de varias generaciones de gaditanos, espejo del alma reconvertida en sombra de dudas. Piedra angular de batallas políticas, transformaciones sociales y decepciones varias. Se llame como se llame la empresa, sea privada o pública, o una perversa combinación de ambas, Astilleros fue, es y será siempre pasado y futuro imperfectos. El presente está por ver. El pretérito de la factoría acabó con hegemonías y anhelos. El porvenir parece tener fecha de caducidad, el tan mentado 2012. Como dicen los sabios veteranos de Cádiz, empleando la expresión heredada del maremoto, "hasta aquí llegó el agua". Y la paciencia de los trabajadores de Astilleros (no se cierra). Jesús Gargallo, el hombre que contribuyó decisivamente a que el último Gobierno de Felipe no consumase el cierre de la fábrica, contrarresta augurios con cifras, quiebra algunos mitos de Astilleros, denuncia una campaña contra la plantilla, advierte del riesgo de un nuevo cisma laboral y cuenta lo que ocurrió hace trece años, durante la enésima reconversion fallida. Un sobre repleto de fotos salvó el cuello a Astilleros.
"Somos más de 5.500, entre puestos directos y auxiliares dependiendo de las tres factorías de la Bahía. Seguimos siendo la mayor empresa de la zona, a pesar de tantos recortes, y la que aporta mayores ingresos a la sociedad gaditana". Gargallo, presidente del comité de empresa de Navantia en Cádiz, ilustra el radical cambio experimentado por los astilleros en las últimas décadas: "La plantilla supone el 20% de los trabajadores, y los empleados de empresas auxiliares, el 80% del total; es decir, a la inversa que años atrás", cuando Astilleros ejercía de bombona de oxígeno para todo Cádiz. Pero Gargallo, en defensa del sector, en defensa propia y de la firma emblemática de la Bahía, remarca que media docena de reconversiones después, cuarenta años después de ver las orejas al lobo del capitalismo salvaje, la actividad naval proporciona 200 millones de euros anuales en salarios, 130 millones de ellos en Cádiz capital. Así que, subraya, "será mejor que no tergiversen las cosas ni nos manipulen a los trabajadores, que no pedimos más dinero, sino más trabajo y una mejor gestión que garantice el futuro de Astilleros como signo de identidad de Cádiz. Llevamos 120 años peleando y no nos van a callar por mucha crisis que haya".
En el año 95, poco antes del boom tecnológico y del cambio en la Alcaldía de Cádiz y del desgaste definitivo de los socialistas en Madrid, más cien mil personas se echaron a la calle para apoyar a la plantilla de Astilleros y rechazar un nuevo plan de reindustrialización que no resultó tal. Aquel verano, técnicos del Instituto Nacional de Industria cerraron Astilleros de Cádiz a efectos administrativos, pero la medida no llegó a ejecutarse. Algunos de los ingenieros o letrados que participaron en dicha operación, que llegaron de vacaciones a Cádiz anunciando la terrible noticia a sus allegados, con la boca pequeña, ganan ahora siete mil euros mensuales de asesores de la nada, en plena crisis, mientras pasean por las calles de Cádiz tantos prejubilados en chándal de colorines. Los célebres sordos de Astilleros no cuentan las cosas de oídas. Las vivieron en carne propia. "Si cae uno, caemos todos", como decían en la película "Los lunes al sol", éxito de taquilla treinta meses antes de la última reconversión.
"Estoy convencido de que los cuatro días de conflictividad de 1995, y también los de 2004, influyeron lo suyo para mantener la empresa abierta y para que ésta, no lo olvidemos, dé sustento a unas quinientas familias relacionadas con la empresa auxiliar. Gracias al pueblo de Cádiz y a la lucha de los obreros, seguimos en pie", manifiesta Gargallo, no sin antes echar la vista atrás para tomar inmpulso hacia adelante.
El ministro Eguiagaray tuvo el dudoso honor de hacer cumplir ciertas directrices de Bruselas. "Nos dijeron que había que respetar los compromisos adquiridos con Europa, que Astilleros estaba virtualmente cerrado a no ser que se produjese un conflicto social grave que evitase un cierre traumático, una especie de revuelta social, algo así como 'quemar Cádiz', entre comillas. Nos lo dijeron en el ministerio". Dicho y hecho. Ardió Cádiz. Ardió San Antonio. Prendieron fuego a la sede socialista, precisamente donde días atrás escenificaron un nuevo intento de recuperar el tiempo perdido en 1995, que no lo perdió Carlos Díaz, sino Felipe, con Astilleros como telón de fondo.
Dicho sea entre paréntesis, en la última década, o quizá desde aquellos sucesos históricos, en contra de leyendas y mitos más o menos interesados o de raíces populares, algunos colectivos han cortado en más ocasiones la carretera de acceso a Cádiz, y en especial el puente Carranza, que los mismísimos currelantes de Astilleros. Los rocieros, por citar un ejemplo, y sin ánimo de abrir heridas, ni mucho menos.
Pues bien, a pique de un repique, en plena vorágine, con Cádiz echando humo en los telediarios, Gargallo se encajó de nuevo en Madrid, junto a representantes sindicales de los astilleros hispanos, y cuando una voz anunció su presencia en la mesa de negociación, a la voz de "¡Astilleros de Cádiz!", entró como un ciclón en la sala. "Cuando me tocó el turno, y a la vista de que no atendían nuestros requerimientos, vamos, que ni caso, aproveché que un portavoz de Industria preguntaba en voz alta por las razones que había para no cerrar Astilleros de Cádiz y contesté del tirón: más cien mil manifestantes, el apoyo de un pueblo, ¿hay mayores razones que ésto? ..." y puso sobre la mesa un voluminoso sobre que contenía un centenar de fotografias sobre los disturbios de esos días, con San Antonio ardiendo. Dicho y hecho. Marcha atrás. Hasta hoy. "Hoy volvemos a las andadas. En Astilleros tenemos instinto de supervivencia, olemos las crisis desde lejos. Hoy ya hay gente malintencionada promoviendo la caída de Astilleros, propagando falacias, manipulando a la opinión pública. Decir que Cádiz obtendría más rentabilidad recuperando los terrenos de Astilleros es una falacia. Si quieren el vacío industrial y la temporalidad del comercio y la industria, atiendan a las cifras", advierte Gargallo. "Astilleros de Cádiz posee el mejor centro de reparaciones de buques en Europa, sólo ocho barcos en el mundo no caben en el dique 4, que es patrimonio, prestigio y fuente de riqueza. Decir que el dique se trasladaría a Puerto Real significa no tener ni idea; los astilleros de la Bahía son complementarios, cerrar uno de ellos es matar al sector".
Gargallo cree que los socialistas siempre han tropezado en la misma piedra del sector naval y que el PP ejerció de Poncio Pilatos, ajustándose a sus siglas, lavándose las manos en forma de privatizaciones y vendas en los ojos. Hoy el punto de ira vuelve a fijarse en un Gobierno socialista que "ha colocado al frente de Astilleros a un señor arrogante y chulo como Gómez Jaén, con creces el peor presidente de la historia de la empresa, que practica el terror, el miedo, el despotismo y el personalismo. Y además no tiene ni idea. Gómez Jaén y su segundo, Juan Tau, a quien llamamos el corcho porque siempre flota pase lo que pase, cerraron Hunosa, en el primero de los casos, y Astilleros, ïzar, Navantia y lo que se ponga por delante. Son expertos en cierres. Luego les llegarán las jubilaciones doradas".
Los comités de empresa advierten que Navantia "ha dilapidado la imagen y los resultados de Navantia en apenas dos años. En dos años se han puesto en pérdidas, pese a que tomaron la empresa sin deudas, saneada del todo y con una importante cartera de pedidos". Ni queriendo, oiga.
Por contra, los empleados de la célebre factoría gaditana "llevamos cuatro años como borreguitos, sólo nos hemos movilizado por Delphi, donde pasó lo que pasó, la crónica de otra muerta anunciada. Hemos firmado convenios manteniendo el poder adquisitivo a duras penas, hemos hecho miles de prolongación de jornadas con flexibilidad, y a cambio nos pagan con una gestión nefasta que pone en peligro nuestro futuro". Gargallo sigue poniendo puntos sobre las íes: "Mientras, contaminan la opinión pública con falsedades como la conflictividad y productividad. Somos los mejores astilleros europeos, con un 0,04% de absentismo laboral y unos resultados espectaculares. Pero quieren manchar nuestra imagen. Si los políticos huelen que perdemos el apoyo popular, el apoyo de la ciudad, será el acabóse". El portavoz de los trabajadores denuncia a las claras que "hay gente pagada para crear opinión contraria a los trabajadores, que actúan desde el anonimato en los foros de internet". Trolls de Navantia.
"Hay tiempo", remata Gargallo con esperanza. En 2011 concluye la vigencia de la actual cartera de pedidos, la carga de trabajo que mantiene a los astilleros con la frente alta, pero "no están realizando gestiones para continuar en la misma senda. A este paso, el año 2012 va a ser calentito".

Octubre 08, Crónicas Urbanas, Diario de Cádiz

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