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Reconcentraos, y con hechuras que tiran de espaldas, aparecen los intérpretes de Rivero, que ponen vestidos de limpio a sus compañeros (?) de modalidad, hay que ver cómo está la cosita en coros y comparsas. Los tíos cantan sus verdades, cada uno lleva su razón, aunque luego critican a Martínez Ares por arrojar por la borda a los demás congéneres de género carnavalesco en el ya célebre momento pirata del pregón del año pasado. Paradojas de la fiesta, tengamos la fiesta en paz. Los Rivero Boys denuncian que Martínez Ares no merecía tal distinción, luego la cagan en un cuplé borde, pero, más paradojas de la vida, bordan un pasodoble magnífico sobre la otra memoria histórica, la del olvido, la enfermedad del recuerdo imposible, una letra sensacional que el público premia con aplausos. La gente cada vez valora más las letras cercanas, sociales, humanas, que llegan al corazón y no a las vísceras. Y las musiquitas lindas como las de Romero Bey, un tipo con duende, como los duendes que hace año sacó a pasear entre el asombro general. Las letras con músicas lindas entran, músicas nuevas o viejas músicas, lo mismo da si el oyente las hace suyas.
Dos hombres y un destino femenino. Luis Ripoll y José Antonio Alvarado, la igualdad al poder, hombres para mujeres, tós por igual. La mujer, voz cantante. Comparsas de postín. Mención especial para la comparsa sevillana, trece rosas supervivientes, que emocionan al personal con letras de hombres sensibles. Pronto no hará falta el apéndice de comparsa femenina. Comparsa y ya está. Ripoll y Alvarado no escriben a ellas como si publicasen en el Telva, simplemente se ajustan al tipo, saben captar las intenciones y los sentires de las suyas. Qué arte los cuplés de ambas formaciones, cuplecitos verdes desde el lado femenino. Sin complejos. Carcajadas en el Falla a las aventuras de las comparsistas sevillanas "ajín con el sillín de la bijicleta".
Febrero 09, Carnaval, Diario de Cádiz
La foto es de Jesús Marín
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