sábado, 15 de agosto de 2009

Woodstock, cambio de era

Sobre Woodstock hay tanto escrito que, a estas alturas, cuarenta años después, aún se perciben los efectos del célebre macrofestival de rock, se salvó de la quema de tópicos y frases hechas parte de la esencia del espíritu jipi que esos días murió a manos de la moda, devorado por sí mismo y por las circunstancias. En el 69, las circunstancias eran muchas y muy pesadas. El sexo libre, el amor a la naturaleza, la experimentación y posterior descontrol con las drogas, la vuelta al campo, las nuevas formas musicales que surgieron con trepidación, la liberación de costumbres, por no hablar de la libertad de expresión o la lucha por los derechos civiles, lo impregnaron todo. Gracias a la tele, claro. Fue el principio del fin, el adiós a una era en Estados Unidos y el comienzo de otra en Europa, y no digamos en España, donde germinó la semilla del rock de pelo largo.
Hoy, el tripi ha dado paso a la viagra, la melena a la corbata, la furgoneta al cuatro por cuatro, la revolución a la alopecia mental, la mochila a la barriga, paz, amor y el plus pal salón. Pero se mantiene la fascinación por la estela dejada por Woodstock. Semanas después de la llegada del hombre a la luna, un millón de hombres y mujeres cogieron un globo de tres días, con sus tres noches, al calor de una música sensacional (Jimi Hendrix, Janis Joplin, Crosby, Stills, Nash y Young, The Who, Jefferson Airplane, Santana, Grateful Dead ...) y en medio de un caos horroroso. La industria aprovecha la onomástica para editar deuvedés y discos con piezas extras, el negocio no cesa, ni se apaga la memoria. El tiempo viene a constatar que Woodstock no fue para tanto, hubo festivales mucho mejores antes y después que el de Bethel (Nueva York), pero ninguno con su poder catalizador, ni siquiera el festival para Bangladesh, el primer concierto benéfico, donde tocaron las primeras figuras que se ausentaron de Woodstock (Bob Dylan, George Harrison, Eric Clapton, Ringo Starr, Billy Preston, Ravi Shankar).
El fin de la contracultura ya se había escenificado un año antes en San Francisco, ciudad invadida por jipis de verdad y jipis de pacotilla, engullida por la sensación del momento. La escena se desvirtuó y enterraron al jipismo como a una sardina. Pero no pudieron evitar el contagio del resto del mundo, que se demoró en este país y hubo de esperar al llamado tardo-jipismo. La Base de Rota ejerció de dinamizador, por ahí se introdujo la música anglosajona. En Cádiz, nadie conocía aún Los Caños de Meca, claro, pero circulaban los primeros melenudos. En el templete de la plaza de Mina se celebraban conciertos improvisados, entre efluvios de libertad controlada, y crecía el rock progresivo a la par que nacía el rock andaluz. En Cádiz surgía Simun, el grupo de Nono Ábalos y Tony Reguera, que marcó una época, como Los Solos de los Gil Pinedo y Kiko Guerrero en Jerez. Grandes bandas influenciadas por el blues rock y los nuevos sonidos, que llegaban a tropel: con el cambio de década confluyeron estilos diversos, la psicodelia posterior al triunfo de los Beatles y el ritmo y blues relanzado por los Stones abrían ventanas al heavy metal, el jazz rock, el rock sinfónico, el folk intimista, los ritmos latinos, y el country rock, entre otros. Las enciclopedias hablan por sí solas, nunca coincidieron en el tiempo tantos músicos de postín, nacidos todos a la vera de la Segunda Guerra.
Reguera, hoy dedicado a sus guitarras y sus chistes surrealistas, maestro del absurdo gaditano, tenía diecinueve años en el 69. Los Simun soplaban con fuerza junto a los barceloneses Máquina o los sevillanos Smash, creadores del flamenco-rock. Reguera no estuvo en Woodstock, aunque seguro que había algún gaditano, pero sí presenció el concierto el sevillano Gualberto, músico de tronío, precisamente de los Smash. Gualberto vivió por la zona y conoció a Jimi Hendrix y Bob Dylan, cuenta la leyenda, y estuvo a punto de tocar con los Jefferson Airplane.
Los jipis, por cierto, conocieron el paraíso terrenal a finales de los sesenta y en la posterior década, en Marruecos, así que la provincia gaditana se convertía en ocasiones en lugar de parada y fonda. Dicen que Jimi Hendrix visitó Castellar de la Frontera, aunque no hay constancia de ello. Y John Lennon y Yoko Ono se casaron en Gibraltar en el 70, certificando la defunción de los Beatles. A propósito de esquelas, los sesenta murieron con más veras a inicios de los setenta, con las vidas truncadas de Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison.
Los festivales de rock no se implantarían hasta mediados de los años setenta en España, Andalucía vivió una eclosión musical jamás vista. Salvo la excepción de mediados de los sesenta, cuando en Cádiz se constituyó la primera generación de rockeros. Los yeyés cedieron el testigo a los jipis y otras tribus urbanas. El primerizo rock andaluz procedía directamente de los sonidos heredados de Woodstock y otros festivales. Antes de Triana, Imán, Cai y demás, Nono Ábalos, gran músico que cantaba mientras tocaba la batería, toda una hazaña en su tiempo sólo al alcance de Levon Helm y pocos más, compartió una breve estancia en Los Bravos con Iñaki Egaña y Jesús de la Rosa. Ahí es nada. Ahí comenzó todo. De nuevo.
Los recuerdos del tardojpismo, que en Cádiz disfrutó de su máximo esplendor entre el 77 y el 81, se fijan en festivales por todas partes: Cádiz, Puerto Real, Chiclana, El Puerto, Bornos y Jerez, donde el último Luna Llena se pareció demasiado al festival de Woodstock. Ahí acabó todo. Y comenzó otra era.

Agosto 09, Verano, Diario de Cádiz

7 comentarios:

Jorge Garrido dijo...

Gran Güalberto, músico donde los haya y no suficientemente considerado. Grandes Smash. Grandes Solos.
Pena de Woodstock comercializado y pena de Haight y Ashbury convertida en destino turístico.
Grandes los que lo recuerdan por que de ellos es la memoria de los tiempos mejores (contra Franco vivíamos mejor, ja, ja, ja).

Ignacio Lobo dijo...

Por favor, Alcina, lee esta noticia...
http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/Bob/Dylan/detenido/pasear/rumbo/elpepirdv/20090816elpepirdv_16/Tes

De Woodstock qué vamos a decir... que fue un milagro que durante una época el rock dominase el mundo adornado con florecitas.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

grande Gualberto, compañero, un gran músico andaluz, un pionero de los tiempos del underground, nunca bien ponderado, cierto es. Gualberto tendría que estar dando clases de música en la Universidad, junto a otros rockeros y flamencos. Recuerdo una noche en Cádiz, Imán y Gualberto, una cosa sublime, el tío se atrevió a salir con un cuarteto de cuerda y dejó al personal alucinado.
Gracias también a Ignacio, oye, todo un milagro, en verdad esa época fue un milagro, menos mal que tenemos la música para recrearla, un abrazo fuerteeee

Fernando Lobo dijo...

Aquella generación cambió el mundo...quizá no lo suficiente, pero queda la luz del ejemplo de todo lo bueno que pusieron sobre la mesa para tratar de seguir soñando en voz alta...

Por cierto, he leido el rumor de que se ha intentado hacer un Woodstock 40 aniversario pero que al final el proyecto se suspendió por falta de sponsors...así no

Enrique Alcina Echeverría dijo...

lo suspendieron, Fernando, mejor así, tanta reiteración ya no vale ... estuve viendo los deuvedés del festival y los Who eran tremendos, qué manera de tocar !!! y la voz de Joan Baez, extraordinaria, y muchas cosas más, claro, un abrazooooo

Amparo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique Alcina Echeverría dijo...

qué gran verdad, Eterna, existe otra vía y la tenemos aquí mismo. Oye, ese libro es bueno, ehin?, me lo devoré del tirón, de chico compraba el Ajoblanco y el Star, el Discoexprés y Vibraciones, Sal Común y otras revistas punteras. Hay otro libro sobre la Sevilla de los 70 que no encuentro. En fin, voy a visitar el lugar de Nacho para contagiarme de ese espíritu tan lindo, salud !!