sábado, 5 de diciembre de 2009

Llamando a las olas por su nombre

Entre el pasado y el futuro, en la ciudad del tiempo, nada mejor que el presente. En lugar de conjugar los verbos críticos de temporada, como cerrar o despedir, el arquitecto Pepe Ángel González abre Cádiz de par en par. Y no sólo comprende, sino que emprende, pone en marcha, no lo deja para mañana, ni recurre al antié. Abre una tienda de disfraces, junto a su inseparable Antonio Rodríguez. "Somos jóvenes empresarios de más de sesenta años", bromea del tirón. Valientes, arrojados, "con dos" razones y un plan de viabilidad. "Defendiendo la risa", esboza este gaditano de pro, que suele introducirse en todos los fregaos. "Ofreciendo alegría", que es gerundio luminoso y amistoso. Por cierto, Pepe Ángel, que tiene más amigos por la calle que en el facebook, que ya es decir, se siente extraño en Madrid, cuando acude al teatro o al cine, porque no se encuentra a nadie por el camino. "Parezco invisible, nadie me mira, nadie me saluda". Nada que ver con setirse invisible a los ojos de un camarero, situación también muy gaditana en la hostelería, mundo que también conoce Pepe Ángel. Desde su particular mirilla, confiesa que Cádiz tiene su guasa, algo intangible. "El problema quizá sea que nos conocemos todos. Lo vemos venir todo". A Pepe Ángel le han tributado ya homenajes en vida, y con Antonio ha vivido mil aventuras profesionales y personales, entre ellas presentar hasta los espectáculos de drag queens del Pópulo, donde son santo y seña, así que ya no se asusta de ná. "Y he sido el negro en la cabalgata de Reyes, que es algo muy importante en Cádiz", apunta, no sin antes rubricar que él y sus circunstancias se mueven por los ambientes más dispares e increíbles. Hasta en internet, donde pertenece a grupos sociales de lo más variopintas. Y para colmo, lo respetan una barbaridad com arquitecto, pues practica el oficio con destreza y sentido humanístico. "Tengo un equipo fantástico". En resumidas cuentas: "Duermo poco".
Pepe Ángel y Antonio pretenden disfrazar el Doce. "Seguramente será la apoteosis del disfraz, ya pensamos en entrar de lleno en la conmemoración con un muestrario de uniformes de la época". Ni que decir tiene que los ampulosos o zarrapastrosos disfraces del Doce competirán en los próximos meses con otros barruntados. "En el Falla y en las calles habrá desde ya muchos drisfraces del Doce y ... de toro. Nos vamos a hartar de toros. ¿El tornado? Es cierto, queda ya un poco lejos y ha sido superado por los toros de la película. El tornado fue un 'que viene, que viene' y los toros vinieron de verdad". Siete toros, siete.
El Doce se presenta ahora "como un caldo de cultivo muy curioso cuyo contenido se está fraguando, hierve ya la pócima, pero no se sabe si dentro hay arroz, langostinos y demás. Pronto saldrá a la superficie la gran paella, me consta que hay gente trabajando mucho y bien, pero no realizan una labor espectacular que aparezca cada cuarto de hora en la prensa. Al final meteremos la cuchara, ilustra gastronómicamente, y ahí se verá la fiesta ... pero la fiesta será casi lo de menos, porque aquí hay fiestas para dar y regalar. Lo importante es que todo dure hasta el 10010". El futuro por venir en la esquina del pasado.
Hablar de Cádiz y de sus horizontes con Pepe Ángel sugiere colores diversos. "Nos conocen por lo que somos, pero aún no nos conocen por lo que podemos ser. Cádiz es una ciudad muy bien terminada pero nunca acabada", apunta desde su faceta más creativa. Y cita a la Cádiz "envidiable, homogénea, tremendamente cuidada, desde el punto de vista arquitectónico, con mucho control, una ciudad que sabe lo que quiere. Cuando voy por ahí hablando sobre el Plan Urban y me refiero a Cádiz, sólo les digo: 'Vengo a mataros de envidia'. Aquí la restauración es muy agradecida, se construyó gran parte de la ciudad en tiempos de opulencia. Piedra ostionera, maderas nobles, equilibrio. Cádiz está muy bien hecha, trazada a su medida, defendida de los vientos. Lo que pasa es que hay que quererse más", sostiene rotundo. Pepe Ángel considera que el Plan Urban del Pópulo, "ejemplo de gestión para muchos ayuntamientos y que ahora va presumiendo por Hispanoamérica", supone el renacer gaditano, por así decirlo, junto a las nuevas historias viejas descubiertas a través de los yacimientos de la Casa del Obispo o el mismo Teatro Romano. "Bueno, renacer no, porque Cádiz nunca ha sido ceniza, pero ha levantado el vuelo. Si alguien pregunta cómo debe ser un centro comercial, de los que edifican los americanos por medio mundo, sólo hay que fijarse en el casco urbano de Cádiz, un centro comercial abierto por derecho, de nacimiento, que a diferencia de otras partes, está vivo. Muy vivo". Y coleando, de mil maneras, ya sea en virtud de la ciudad sonriente o la ciudad derrotista. "Cuando hablamos de la gente de Cádiz nos referimos a simpáticos, antipáticos, rascas, buena gente o cutres. Pero el derrotista suele decir que aquí no hay donde ir, cuando en realidad no te lo llevan a casa, pero actividades las hay para no caer en la atonía". Y si no, las inventa. Pepe Ángel apenas duerme. Los jóvenes emprendedores no tienen tiempo para pamplinas.
El próximo día 10, en el Pay Pay, el ubicuo y versátil Pepe Ángel presentará un libro muy peculiar, fruto de sus paseos por la playa y su capacidad de observación. González ha clasificado las olas de la orilla del mar por la parte de La Victoria. Ha puesto nombre a las olas de Cádiz, con más lirismo que rigor técnico, claro. Ya las conoce. Sabe sus nombres, "Me encuentro más alegre porque las conozco". Y advierte que las olas de su libro de poemas y fotos no se hallan en otra latitud. "No las busquen en otra parte, son de La Victoria". Pepe Ángel estrenará una nueva editorial sobre libros gaditanos, La Sueca. Celebra sobremanera el éxito de la literatura puramente gaditana. "Hasta hace poco no nos creíamos lo que teníamos, ahora por fin lo valoramos".
Las olas rubias, pequeñitas y graciosas se llaman olas de peine dorado, de acuerdo con su dulzura, su brillo dorado y el efecto que producen al desplegarse con serenidad por la orilla. Puro contacto con el mar. "Lo que observamos es el mar; lo que da y quita, es la mar".
Defendiendo la risa, el nuevo negocio reinventa un lema, aquí nada es imposible, y se propugna como ágil organizador de eventos. "Queremos poner el disfraz en su sitio y, sin olvidar los trajes buenos, promocionar el disfraz de mamarracho, el auténtico atuendo para divertirse por las calles, y no en una fiesta de gala. Hágaselo usted mismo. Coja una cosa de cada baúl, échele imaginación, aprenda a reírse de usted mismo, podemos ayudarle en todo, inclusi si quiere salir de armario empotrado, como sugieren Faemino y Cansado". Pepe Ángel, cual pregonero, propone "jugar otro papel, cambiarse por otro, ahuyentar las cosas malas". "Cádiz pide a gritos un disfraz". Sin tecnologías complicadas. Cuentacuentos y talleres de disfraces para colegios. "Seremos al apoyo de la madre y el alivio de las abuelas", augura, mientras su socio, Antonio Rodríguez, complemento perfecto a la personalidad bohemia de González, desyaca la creatividad del proyecto y anuncia un año temático para el Doce. Habrá tema. Mil razones para disfrazarse.
Diciembre 09, Diario de Cádiz

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