La polifacética artista conoce todas las claves, no en vano pertenece a una familia de hondas raíces musicales. Su madre fue cantante de jazz y ópera, su abuelo Earl Campbell compartió escenarios con Louis Armstrong o Count Basie, grandes eminencias del jazz clásico, y ella misma cayó en la tentación, sucumbió fascinada por Ella Fitzgerald, Aretha Franklin o Etta James, y combinó estudios de ópera con la herencia del blues, se adentró de jovencita en los clubes y salas de Chicago, la meca del viento, y abrió su corazón el blues. Blues en la escuela. Años después, la profesora Katherine Davis dirige un proyecto de enseñanza del blues en las escuelas de Illinois, donde disfrutan de su generosa manera de cantar, ahora dulce, luego arrebatadora, lo mismo lanza un guiño a la gran Billie Holiday que ruge como un Howlin Wolf en mitad de la noche. Genuina y brillante, como la estela del sentimiento del blues.
Junio 10, Cultura, Diario de Cádiz
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