Otra vez por manitú. Tabaco y guerra. Javier Krahe canta el jueves en la sala Supersonic de Cádiz, y el sábado tendremos a La Frontera. Baja Madrid a los cielos del mar satírico, de nuevo, pero esta vez sin pitillos, a pecho descubierto. El cantautor de verbo fino y locuaz, impertinente y romántico, presenta sus respetos, y sus nuevos versos de toser y cantar, una semana antes de cumplir los 67 tacos, cifra mágica de júbilo rebelde. Krahe también actuará el viernes en La Gramola de Algeciras y el domingo en la sala Duende de Jerez.
Viene de parte de Brassens, de Cohen y de Chicho Sánchez Ferlosio. Viene de sentirlo en sus carnes, se topó con la iglesia y con ciertos poderes cada vez menos fácticos. Persona sí grata, ha dejado la partida de ajedrez de los lunes en el bar por motivos obvios, el tabaco, pero nunca abandonará su sentido cáustico de la vida y esa necesaria ironía:
"Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario".
Habrá que cantarle el Cuervo Ingenuo a Zapatero, con sólo cambiar un poco la letra de la célebre pieza que, en el 86, censuró Felipe a Krahe. Ocurrió durante la grabación del disco en directo de Joaquín Sabina, Viceversa y Amigos, en el teatro Salamanca de Madrid. En pleno referéndum para entrar de rondón en la otán, menudo plan. Relato a continuación los hechos que viví en primera persona, como se dice ahora pa vacilar. Escribiré en presente -de hace un montón de años- pa darle más emoción.
Entradas agotadas para la función de esta noche. Acudo al teatro por la tarde, en plenos ensayos, para buscar un cuelo. Presencio las pruebas de sonido, a puertas abiertas, y al cabo de un rato me encuentro a Sabina, a quien conocía desde el verano del 84: fue mi primera entrevista, qué recuerdos, en el hotel Francia y París. Luego Sabina se marchó al encuentro de Fernando Quiñones y otros amigos gaditanos. A lo que iba. Sabina me confirma que no hay localidades, me cagonlomuerto, y no recuerdo más. Un par de horas más tarde, me encajo en la puerta trasera del teatro, en un último intento desesperado, y de improviso veo a Sabina de lejos, está dentro, va de un lado para otro, hasta que se para con un técnico de televisión, le hace un gesto y el nota sale hacia la calle y se dirige a mí. Del tirón. Me dice: "sígueme", y a la vera del trailer de la tele me cuelga unos cables al cuello, tira palante, no pierdo la vez y ya estamos dentro. ¡Alehop! El tío sonríe, damos un par de vueltas y enfilamos hacia un palco del primer piso. Se trata de un realizador o algo así, pues porta la regleta del programa, se sienta en el palco, desierto aún a unos miinutos del inicio del concierto, y me cede un taburete. Me pide silencio y discreción y nos tragamos juntos el espectáculo entero, oiga. La escena no parece muy cómoda, pero es gratis. Y no veas qué panorama, qué momento irrepetible. Hasta que anuncian a Javier Krahe, que trae su Cuervo Ingenuo, por manitú, y el realizador se pone nervioso, se apagan las luces, se desconectan las cámaras y los artistas cantan a sabiendas de que no quedará constancia visual. Tremendo.
De vuelta al futuro, Javier Krahe reservará sus mejores juegos de palabras y de artificio genial para rendir pleitesía a las mujeres, su obra está plagada de mujeres, no, espérate. No me digan que estos versos no tienen un cuplé: "Mi esposa posee furor uterino, no damos abasto, ni yo ni el vecino".
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2 comentarios:
Grande Krahe: "Igual te saco un día en mis canciones
tu vida es ejemplar, sin retintín.
Dale de mi parte un abrazo a tu palmera,
que os vaya muy bien a los dos y que, en fin,
los gozos y las luces y el viento de Levante
y el amor y el alcohol se hagan cargo de ti.
Y que corra el atleta".
grande Krahe, muy grande, señor Guatifó, un saludo !!
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