domingo, 24 de abril de 2011

Hay caracoles (No permita la virgen)


No permita la virgen que, por un casual, te den el gran poder. El futuro del ayer muestra sus pupilas dilatadas. Hay caracoles. "Señora, ha tenido usted un rotulador de colores", dicen que dijo el doctor cura a la peripuesta gorda que pide un pedazo de tarta naranja. Ya nos veremos en la próxima vida, cuando las ratas salten del barco y arrojen su voluntad al agua. De momento, la calle se llena de gordos. "Señora, ha tenido usted un marido fosforescente y un niño de chocolate". Niñato trompetero, angangos cargadores de pasos misteriosos que exhiben su incultura con total desparpajo, chándales arrogantes, logotipos divinos, puro paripé, fervor popular, ardor guerrero, procesión magna de helados magnum, cristos en meyba, poca humildad y menos paciencia. Somos prácticamente invisibles.
Mañana, el fenicio propietario del chiringuito contará las ganancias y aplicará una nueva política de recorte de gestos elocuentes- Siempre nos ponemos en sitio de paso. Y luego pasa lo que pasa. Seis meses y pico de penitencia, a la espera de nada. Los costaleros de indias parecen deportistas, cristianos ronaldos de la franquicia de dios mediante, las cejas depiladas, tupé de pitingos, más faltas de ortografía que Panete en el día del "livro". Jesús quita el pescado del mundo.
Pa surrealista yo, comentó el gachó a sus verdugos mercenarios. Te voy a hacer una contraoferta, musitó el romano con la lanza en la mano.
Palcos con vistas a la procesión de moda católica, terrazas beatificadas de sal, parece que la virgen tiene prisa, será del Atleti. Entra en boxes y sale disparada hacia la eternidad, a dos velas, escoltadas por gente de paisano que dispara su vanidad a quemarropa. Ombligos de bisutería, sexo sin amor, helados de microondas, la cámara hace cosas raras y nos perdemos el espectáculo. Los tiempos avanzan una barbaridad, volvemos a la edad de stone sin remisión, pero con orgullo dermohistérico, cero coma cero de cultura pero la cabeza bien alta. Y las carnes apretás, el crédito perdido y el horizonte imposible. Ralph Lauren por los suelos. Cristos falsificaos. Una tarde en Sanlúcar. No hay pruebas, se escoñó la cámara.



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