A la caída de la tarde, el dios de la creación convoca a niños y mayores en San Antonio. Bulla en la plaza. Castañas a tres euros el puñado. Tambores y trompetas. Hijos en borricate. Coches de capota en contramano. Un ritmo contagioso, acaso fusionado con el candombe, da cuerpo al festival de acrobacias de los chavales de la Fundación Chiminigagua, una especie de circo ambulante de muchachos con escasos recursos y una misión cultural por atender. Triple salto vital, mil colores en la retina de los niños, plinton sobre personas humanas, un loro humano con cara de loro y patines voladores, tres zancudos que miran a la rutina por encima del hombro y los saltimbanquis. Padres y madres alientan los signos de admiración y contienen la respiración en cada salto, a pique de grandes pellejazos. "¡Uyyyy!" Vuelan las metáforas, las hipérboles y las palomas que pintan de gris el otoño, la obra social de la Caixa tapa media plaza, como ya hicieran en verano con la Catedral, y el grupo colombiano parece ahora verbenero, luego carnavalesco, más tarde hechicero de buenas nuevas, y la gente sigue al loro. Hay un tipo tan alto como el loro, un neojipi que se asombra ante tal exhibición de teatro traumatológico en la calle. Algunos actores acróbatas se dejan las palmas de las manos en el suelo de San Antonio, y sus anhelos de prosperidad en el cielo de Cádiz. Cuarta gira de la compañía colombiana de carácter social, especialista en alegrar la vida a poblaciones vulnerables. ¿Es Cádiz vulnerable? La capital del paro, desde luego, y un crisol de nacionalidades. Entre el público, suramericanos con sonrisa de postín, niños de diversas tonalidades y gente con mucha guasa. La Fundación de piruetas contra el olvido vive del arte, hace arte a partir de la vida, abre el ciclo de teatro en la calle del Fit con una modesta muestra de su pundonor. De pronto, los acróbatas enfilan la calle Ancha y amagan con adentrarse en el corazón de la ciudad, donde se rinde culto al consumismo antes del apocalipsis. Falsa alarma. Los Italianos, a punto de cerrar la temporada, no es una pista de hielo. Cuidado. La tamborada, la escandalera en do mayor se traslada a la plaza Mina, perseguida por la hipnotizada hinchada infantil y sus desnortados per agradecidos padres, no sin antes causar el pánico de varios yorkshires. Luego matarán suavemente a docenas de estorninos, en contraste con el mundo wifi. "¿A que nos despiertan al niño?", piensa una señora en voz alta. Otra mujer deja a su hijo mear junto a la escuela de Bellas Artes, puro simbolismo, y le recrimina cuando ve que hay público. El público infantil, incluso el poblador de coches de capota que amenaza con saltar de improviso y encajarse en el centro de la escena, conoce a unos raros personajes de colores que saltan y chillan, doble cristal en las vidrieras, los actores realizan la postrera exhibición en un cutre tablao, los niños no echan cuentas a la calidad de las nubes, que vienen traviesas, el espectáculo quizá carezca de brillantez para los mayores, una castaña pilonga, una milonga para bailar sobre la tumba del mundo, pero encanta a los niños chicos, o eso se traduce del semblante de los más pequeños, que tras unas semanas de observar a sus semejantes con cara de palo y escuchar multitud de veces la palabra "crisis", de soportar a gigantes y cabezudos enternamente cabreados, por fin disfrutan de gente multicolor, multicultural, multiplicada por tres y por cuatro, el ritmo de una tarde diferente: un pedazo de loro que no conoce el miedo, equilibristas de la economía social, animadores socioculturales que cambiaron el semáforo en rojo por un proyecto de vida, la limosna por el trueque de sensaciones, el tío de la trompeta y el tío del tambor. Por fin un poco de cordura. Y ni un castañazo.
La foto es de Julio González
Octubre 08, Cultura, Diario de Cádiz
2 comentarios:
Muy bueno, Enrique, como siempre. Sabes pintar las cosas como nadie. La lectura de lo que escribes alegra y da esperanzas. ¡Adelante!
Bienvenido, compañero !! Muchas gracias por tus palabritas. En estos tiempos, la alegría y la esperanza, así como otros vocablos casi en desuso, se echan mucho en falta, ehin? Vamos a por otro perrito piloto !! Salud
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