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Sergio Monroy, que en septiembre participará como ponente en un seminario de piano flamenco en La Merced, y en octubre retomará su gira mexicana tras los sonados triunfos allende los mares, viene con septeto, y con muchos kilómetros recorridos. Ha aparecido en destacados programas radiofónicos y televisivos de México, ante millones de espectadores, y cosechado críticas elogiosas en prestigiosos medios estadounidenses. Sergio cree que el público americano ha entendido su música con más claridad y menos prejuicios que ciertos sectores de su tierra. Con otra mentalidad. La suerte de fusión a la que el pianista consagra su actual estado artístico ha encantado en los Estados Unidos, pese a que Monroy no pertenece a ningún bando: no es flamenco, ni jazzista, pero juega con ambos lenguajes con magia y precisión. Respeta y se hace respetar, pero no encaja en etiquetas al uso. Quizá por ello ahora, tras sus aventuras americanas, crezca de otro modo en el sur del sur. Tal vez dentro de unos años, cuando gobierne medio mundo musical sin fronteras, como hace ahora su paisano Chano Domínguez, todos digan que estuvieron ahí, cuando se bautizó en la Lechera a la vera de Miguel Poveda o cuando se forjaba un nombre en la compañía de baile de María Serrano. Hoy por hoy, Sergio Monroy suena en norteamérica como abanderado del "new flamenco sound", como el citado Chano Domínguez, aunque ambos han seguido caminos opuestos: Sergio del flamenco al jazz y Chano del jazz y el rock al flamenco. Con la luz de Cádiz como eje central y faro de inspiración. El niño que debutó en el Mentidero dando en la tecla del arte accidental, vuelve de las Américas de hacer un mandao. Del Kentucky Center al Castillo de Santa Catalina.
Julio 09, Verano, Diario de Cádiz
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