Se fue en agosto, dejó una carta y un montón de discos redondos. Él ya probó el olvido en vida, así que no le extrañará que casi nadie le recuerde, piedra angular de la transición musical interminable y frustrada. Cantó hermosas canciones, se atrevió con todo, incluso con el silencio. Folk, rock, blues, baladas y hasta funky en contramano, letras aparentemente románticas o claroscuros intensos, lírica violenta o sutil, malas/buenas compañías, la honestidad y la melancolía, la libertad con todas sus consecuencias, la música ...
Hilario Camacho vino una vez a Jerez, actuó en la Feria, nos sentamos más allá de la primera fila, delante de las vallas, nos aprendimos sus gestos de memoria y mascamos sus mejores palabras al ritmo incierto de los ochenta y pocos, en la encrucijada. Aún podemos GritaR sus canciones.
miércoles, 18 de agosto de 2010
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1 comentarios:
qué bonito, Enrique!
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