Cuatro paraguas, cuatro maneras de sentar cátedra, la pregunta del millón al calor de los fastos fúnebres que tanto molan: ¿quién fue el mejor? ¿Mejor solo o acompañado? Haciendo amigos, digamos que Juan Lennon Juanito disfruta de su retiro espiritual encumbrado en los altares de la iconografía pop, algo sobrevalorado. En cambio, Pablo Mc Cartney soporta en vida las chanzas y el chufleteo general, pese a contar con una carrera en solitario más prolífica que su compañero eterno de Beatles, salvo excepciones chirriantes y aventuras sin sentido. Qué decir de Jorge Mágico Harrison, siempre en segundo plano. Su cancionero particular parece superior, más coherente. Pero ni siquiera un Beatle puede manejar a su antojo la contabilidad mediática, esos tres minutos a los postres de los telediarios. Pa matarse.
En días lluviosos hay que mojarse, así que convengamos, opinemos que Lennon fue el mejor cuando aún funcionaban los Beatles, y Harrison a partir de los setenta. Pero respetemos a Mc Cartney, porfavó, en vida. Su talento a la hora de construir melodías y de crear canciones redondas quedó patente, aunque no tuviera continuidad.
La insaciable Yoko, que es como el turrón, vuelve por navidades con otra caja de regalo, lo mismo de casi siempre, temas alternativos, grandes éxitos y demás. Unos tan poco y otros, demasiado. Demasiada memorabilia, exceso de ego colectivo, y los mismos temas de siempre. Otras figuras indiscutibles de la historia del rock merecen el mismo trato discográfico, pero no hay manera. De igual modo actúan los Rolling Stones, que si las memorias amnésicas de Keith, que si otra caja antológica ... por contra, Jimi Hendrix, uno de los primeros en tomar el camino, sigue vivo, editando discos inéditos, siempre nuevo.
Ah, por cierto: Ringo, haga lo que haga, será Ringo.
jueves, 9 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario