Furia digital, fiebre textil, el fibroso Fabra se encaja las gafas de mafioso y habla con $ líquidas, todo un lujo en tiempos disolventes. Su secretaria alza la vista del damero maldto y anuncia la visita de alguien con aspecto de honrado y cabal vendedor de viento. Sopla el tiempo. El azar denuncia persecución. Los exhibicionistas guardan cola en el centro de convenciones y pamplinas. Austeridad tiene nombre de mujer solapada. Futuro y libertad, la proa y la popa del Quimera II, donde los escuálidos tripulantes filipinos montan simpáticos zafarranchos de tomate. Juega la vida con las palabras, mienten los villanos. Inventan sobre la marcha una nueva estampa, ciudades de cine, ciudades de mentirijilla, quién da más. Pero mira cómo drinkin los fishes in the river, drinkin y drinkin y vuelven a delinquir.
Pronto, en la cabalgata del amor propio, la corredora de fondo pillada in fraganti con la bolsa de sangre colorá interpretará el papel de dopaje real. Gente que se queda a cuadros cuando escucha el importe de la convidá desfila ahora por el puente de la buena Pepa, justo un siglo antes de su inauguración, cuando el pasado naufrague definitivamente a gusto bajo la niebla. Qué cosas. Los más ricos se declaran en huelga. Los niños afeitan a sus mascotas. Las quinceañeras se visten de putas. Las putas, de señoras. Las manos arriba. La prestidigitadora saca una chistera de su conejo. Chupen cámara, señores exhibicionistas, ya lo dijeron los mayas, en el Doce, tralará, así que disparen su vanidad, propinen un codazo al amigo adversario, ensayen su peor sonrisa y visiten Saturno, el paraíso de las alhajas y las empanadas de estrellas fugaces, la velocidad de la luz se mide en arrobas de poca vergüenza. Apague la luz, siéntase libre. Saque el dinero del banco, póngase farruco. Y mire fijamente, no hay nada. Por muchas letras que diga, cero coma cero de humildad y paciencia. Levantan voces ahora a favor de la verdad, qué risa, y de la honestidad, vaya paradoja, y de la libertad de miras, mira tú qué emoción, y se concentran ante el siniestro edificio de los números sin alma, somos números con armas automáticas, donde dilucidan su pasado más oscuro La muerte de un canal de todo noticias escandaliza al sector: lloran los fieles, ríen por lo bajini los rencorosos, pasan dos o tres hienas y una plañidera por el centro de la escena. Despedida y cierre, los Polanco no han salvado ni los muebles, ahí está el señor Gran Hermano observando la situación, y la morena arrepentida ex mujer del matador con cartera de cuero aparece en la portada del ex semanario serio ahora vendido a los italianos por un puñado de leuros. Telajinco, ríndete a la evidencia. Belén, los pastores, las ovejas, los bichos con cuernos, los gritos del silencio, la vulgaridad al poder y la gran claudicación de ese medio legendario que tanto hizo, o así, por la transición, o así, y siga usted rellenando las casillas vacías de mitos rotos, historias fulleras y consecuencias inmediatas envueltas en la duda. La duda es bella. Recortes en sanidad, en educación, en las faldas escocesas y en los batidos de chocolate. Sucios recortes recortables, servicios indispensables en manos de bandidos y más incoherencias a la izquierda y a la derecha. Los azules parecen rojos. Los rojos, invisibles. Langostinos viejos congelaos. Pensiones de mala muerte. La sospecha revenía de que Fulanito ha comprado tal cosa, tal cadena, tal voluntad, tal y me cual, y se ha quedao hasta con el ajuar de la niña que ya va para prejubilada. Cinco, cuatro, Plus, País al carajo, benvenutti la criminalización del cazón en adobo, la reina del pop asqueroso habla con un mantecao en la boca. Los sesudos pensadores de ideología climatizada aplauden por no llorar, del cielo al suelo, la dignidad recorre un camino imperceptible, tan angosto y largo como esta sensación de huida hacia adelante. Los exhibicionistas, comprados a toca teja, bailan la danza de sus amos y señores. Los protestantes hacen la ola. Solidaridad con el arco iris, la cruda realidad hace mutis por el foro. Los interesados pueden llamar al quinto pino, y allí redimir sus penas. ¿No sería mejor defenderse tras la barricada de tanto tunante y ayudar al prójimo más próximo y denunciar al canalla de junto? El buscador de culpables ha llegado a la ciudad. La mafia se "escuende" en las sombras palaciegas. Sapos y culebras. Esta tarde vi a un rey mago repartiendo octavillas. Compra oro. Será cabrón. Reyes magos republicanos hasta los 67.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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2 comentarios:
Hola Enrique! te invito a que pases por el blog y veas los capitulos de la serie...
Un abrazo y feliz año!
Salud Enrique.¡qué asco de cultura colectiva! Hace doscientos años estábamos mejor, y eso que pocos sabían leer y escribir, y no había internet ni televisión (por suerte).
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