viernes, 27 de junio de 2008

Mañana es pasado


Veinte años cumple la delegación de Diario de Cádiz en El Puerto de Santa María. Hoy se publica un suplemento especial.
La foto es de Fito Carreto, de la serie Paseantes.


Antes de la Delegación, los plumillas y reporteros gráficos entregaban sus trabajos en el Vapor o en un azorado Comes de color verde. Alguien recogía el sobre en Cádiz, mientras los corresponsales almorzaban de medio lado a la vera del Guadalete: croquetas y ensaladilla. Con picos. A las cinco y pico de la tarde frenaba el tiempo en seco, luego de tomar una tremenda curva hacia los confines de la Bajamar, y en la redacción central del Diario se aprestaban a traducir las noticias a papel. En formato sábana. Antes de la Delegación, las motos, las tapas, la prisa, la galopante alopecia y una ilusión infinita, bendito veneno, primaban sobre todas las cosas. Fito Carreto, superviviente de la época, preparaba la foto de inauguración de la Delegación, una noche disparó contra el futuro en el Castillo de San Marcos y ahí quedaron para siempre los pioneros, con Agustín Merello al frente y Diego Mora en el corazón. Conviene recordar que antes de la Delegación, siglo cuatro antes de los fenicios, existió ya una corresponsal llamada Pipi Gago, cuando nadie imaginaba la llegada de internet, los teléfonos celulares e incluso los faxes. Un día, el Diario proporcionó un walquitolqui al firmante, un artilugio con sonido a escarcha, el preludio de la tecnología de las narices, vía directa con los Ángeles Nocturnos, la primera oficina de prestado del Diario en El Puerto. Luego surgieron los primeros ordenadores de plastilina, adiós a las olivettis, porca miseria.
En tiempos tan remotos, veinte años atrás, no había jefes de prensa, ni ruedas de prensa por la mañana temprano, y los periodistas en ciernes nos colábamos en la Alcaldía, con permiso de Gómez Ojeda y Torres. Las noticias volaban, sólo había que atraparlas al vuelo, eran noticias de falso progreso, de mociones de censura, planes de desordenación humana y especulaciones varias. Puerto Churri, madre de todas las batallas políticas, estaba casi igualito. Puerto Churri tuvo la culpa de tó. Y Bill Gates también, con las castas del windows con vistas al mar.
En la Delegación, que se mantiene tan joven hoy en día, los primeros meses se echaban horas de más, el Diario pagó la comida hasta que las facturas fueron creciendo a la par que el hambre del periodista callejero. Agustín Merello, que puso en marcha el proyecto que a José Joly Martínez de Salazar encomendó su padre, el sueño de las delegaciones y ediciones provinciales del Diario, era un tipo brillante y peculiar, profundo y sencillo, capaz de escribir un suceso lírico o un reportaje de la nada, maestro del periodismo. A veces no se sabía si iba o venía, si sonreía o atravesaba un túnel de sombras. Agustín dirigió a su joven e inexperto equipo con ternura y sapiencia, y en una ocasión triunfó por todo lo alto en un diario hablado ofrecido en un curso de verano.
Con la Delegación llegaron la tempestad y la calma, pasaron periodistas de todos los colores, y algún que otro mequetrefe de la cosa pública, y gente poniendo esquelas, y vecinos con notas de prensa escritas a mano, y portuenses de pro que de una u otra manera contribuyeron a crear una etapa memorable, que nunca morirá del todo.
Antes de la Delegación, no había rotondas, ni corporaciones dermohistéricas, ni tanta gente huyendo hacia adelante, pero ya se vislumbraba el porvenir que aún está por venir. Luego vino todo de sopetón. Hasta hoy. Mañana será pasado. La nostalgia del futuro colorea en sepia los mejores y más desgraciados momentos de una generación y pico de periodismo. Glorias y miserias de uno de los oficios más antiguos del mundo.

Junio 08, El Puerto (Diario de Cádiz)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Menos mal que alguien, en este caso tú, hace la crónica de las cosas que no se pueden olvidar. me gusta esta historia que hs escrito. No conocí a Agustín Merello, pero no importa mientras haya gente como tú que lo conoció y que informa de lo que hizo. Tengo la impresión, no obstante, de que no está suficientemente valorada públicamente su figura. ¿Es necesario hacer una bigrafía? ¿Un documental, quizá? ¿Está bien así como está? y ¿qué pasará cuando ya no estéis quienes le conocísteis?. Un abrazo.

Unknown dijo...

quillo, grande...yo también quiero escribir así.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

Saludos a Santi e Ignacio !!
A tus preguntas sobre Agustín Merello, Santi, nunca estaría de más una biografía, un documental, una lección magistral de periodismo. Agustín no fue suficientemente valorado en vida, mejor no recordar las puñaladas que le asestaron, aunque su trabajo estuvo siempre por encima de todo. Yo creo que fue un ejemplo de independencia y de calidad literaria, entre otras muchas virtudes. Yo le vi escribir cosas espectaculares en quince minutos ... qué pasará cuando no estemos?, quedará su obra y su espíritu, pero es cierto que la memoria es como el fuego, hay que avivarla ... abrazo a los dos !!

Anónimo dijo...

Pues si le dieron puñaladas habrá que contarlo también. No creo que la vida de nadie sea un camino de rosas. Y sí, la memoria hay que avivarla, si no, se convierte en olvido.

Anónimo dijo...

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