martes, 2 de febrero de 2010

Mascando letras impagadas

Meras coincidencias. Comparsas de políticos sin escrúpulos, chirigotas de tíos en pelotas, coros de soldados, cuartetos de tres o cinco componentes, por lo visto aquí nadie vota a Teo ni a Zapatero, tópico caído en saco roto, pues el autor, los intérpretes e incluso los espectadores pueden endiñarle la papeleta a una u otro y luego darles caña en condiciones a su libre antojo. La presunta democracia, como el concurso del Carnaval, se renueva a cada paso; imaginen una legislatura con el mismo tipo y similar repertorio. E idéntica poca vergüenza. Ejem. Meras coincidencias.
Los tipos se transforman, como las modas o los caprichos o las tendencias o fluyen como el agua de los rivers, pero hay letras que apenas cambian con el tiempo, si es que el tiempo pasa. Mayo del 68, dictadura de veras, nada de regímenes para adelgazar como quieren hacer creer ahora algunos nostálgicos del mañana: fiestas atípicas por nones, prohibidos los matasuegras, cuatro cocos y pa la prevención, la gente se desahoga en el Falla, como ahora, cárcel guantanamera, escuchen a Los Ceporros: "El asunto más urgente de esta ciudad es la vivienda, los señores competentes deben poner enmienda, en las casas de vecinos viven como cochinos". Etcétera, etcétera, asustaviejas. Por no hablar de "los nativos del terruño que nos curamos con yerbajos, y se ponen como puños las cabezas del carácter". O tal vez "nos prohíben las cosas que salen en la pantalla, pero en la playa se ven cosas naturales, enseñan la barriga y el bigote de Dalí". Mira tú qué gracia.
No han variado tanto los recursos literarios, los tiempos han avanzado una barbaridad troglodita, el Cádiz ilustrado carece de rival, pero se mantiene el amor a la metáfora de color verde, los epítetos subidos de tono, las elipsis como catedrales, las hipérboles más bien exagerás o esos lindos paralelismos para vituperar o chuflearse del vecino. Ahora la gente chilla más, pero se le escucha menos, curiosa paradoja. Se presentan auténticos repertorios de postín, escriben verdaderos revolucionarios de las letras y la expresión genuina, entre la subversión y la subvención, la anestesia y la pasión. Ya se han escuchado letras extraordinarias en la primera fase, y algunos popurrís majestuosos, contra los pronósticos y contra la marea del año horrible. La gente pagando o impagando letras, y los carnavaleros, escribiéndolas, cantándolas para espantar el mal colectivo y clavar un clavo más en la cruz. Ya en el 68, burlando la tinta roja, Los de Colombia cantaban sobre "el salario mínimo que a nadie conforma", generando "protestas por demás", y los Crupiers de San Fernando dedicaban una copla a la memoria de Martín Lutero King, "ejemplo de alma cristiana que luchó por nobles derechos, líder de una raza; ya es triste que haya personas en el mundo civilizado que se comportan igual que la turba de romanos. Crucificaron a un redentor y ahora matan a un nuevo apóstol de la justicia y la redención". Toma ya.
Cuarenta y tantos años después, la libertad condicional permite más licencias, claro, aunque menos arriesgadas, pero convendría detenerse en el sonido de las letras actuales, un lujo al alcance de todos, la libertad al pie de la letra en la cuna del ingenio y el tralará, la ironía y la desidia, cantemos juntos otra bella e hipotética paronomasia, que no se diga. ¿Crisis? ¿Qué crisis?
En el gran escenario gaditano coinciden este año los políticos chungos y algunos personajes con la cabeza en otra parte, desnortados o mascaletras, gente turulata, por una vez, por mor del sorteo, se pisaron tipos unos a otros hasta amontonarse en la raquítica memoria del aficionado, contribuyente, votante, usuario, cliente y, sin embargo, persona humana. Vamos a escuchar, que pronto retornará el silencio.
Febrero 10, Carnaval, Diario de Cádiz

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