"Estoy harta de hacer canciones sencillas", dijo un día Christina. Y envolvió la desazón de ironía y un brusco giro del destino convirtió a esta mujer aparentemente frágil y delicada en trueno dulce y salvaje melancolía. Primero fueron Ella y los Neumáticos, luego Álex y Ella, después Ella y los Subterráneos, siempre Ella y sus circunstancias, y hoy, Ella y los Documentales, con motivo del concierto de bienvenida del festival de Alcances. Su repertorio, como su trayectoria personal tan ligada a lo emotivo y a la pura creación, ofrece referencias cinematográficas, de la comedia a la serie b, del tecnicolor al blanco y negro, lástima que no haya podido someterse al juego de las películas, pues según su productora, ella no concederá más entrevistas hasta su próximo disco. De momento, su último disco, "Tu labio superior", se sitúa entre lo mejorcito de la temporada. Ha vuelto al español, del mismo modo que retornó a la Piel de Toro tras su periplo neoyorquino, así que una nueva mutación espera a la vuelta de la esquina.
Voz, guitarra y piano, canciones delicadas, sutiles y elegantes, a la par que inteligentes y embaucadoras, aguardan al público de Alcances en el Baluarte de Candelaria. Christina Ronsenvinge, hija de padre danés y madre inglesa, rubia eléctrica, cantautora musa de la escena independiente, producto del baby boom, de la mal llamada movida y de tantos hitos por venir, se presenta en solitario, por derecho, con un disco menos elaborado y denso que los pertenecientes a la trilogía americana, pero a años luz de aquella chica pizpireta que rompió esquemas en el machista mundo rockero, ella tiene desde entonces una legión de seguidores en América del Sur, donde vivió glorias y censuras, nadie la olvida por allá, ni la valora suficientemente por acá, cosas de la vda.
Del pop deslumbrante a las oscuridades del planeta gris, de la euforia colectiva a la introspección personal, la Rosenvinge se muestra versatil y sincera a cada paso que da. En Nueva York logró el apoyo de un Sonic Youth, Lee Ranaldo, y creció junto a Ray Loriga. Ahora lo hace a la vera del peculiar Nacho Vegas, con quien compartió gira y disco recientemente. Pero Ella se basta para sentirse extranjera en cualquier parte, la mejor manera de evolucionar y de conocerse a sí misma, y de hacer canciones nada sencillas pero igualmente directas al corazón que las de antaño. Christina, nieve y deseo, lánguida y rotunda, abre fuego.
Septiembre 09, Cultura, Diario de Cádiz
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