Músicas para entender el mundo, imágenes del ritmo multicultural, visiones dispares de la vida, luces y sombras del ciclo de documentales que abarca y se deja contagiar por cierto espíritu libre del arte accidental, panorama particular y global de anhelos, luchas y diferencias. Tan abierto y enclaustrado como una canción imposible, desvencijado punto de mira, lentes en movimiento y lenguajes comunes. La serie de siete filmes marcados por la música, sus autores y sus circunstancias ofrece cal y arena, colores opuestos y un grito común de libertad. Rock siniestro, cantautores yanquis contra la guerra, los reyes de la salsa y el mambo, el matemático trocador uruguayo, los músicos de Palestina contra el olvido y un retrato del juglar en carretera: Joy Division, CSN&Y, Celia Cruz y Cachao, Jorge Drexler, Fermín Muguruza y Nacho Vegas. Ver para escuchar los latidos del corazón del incorregible planeta.
La división de la alegría, oda al suicidio personal y colectivo, la raíz del rock siniestro, punk y tecnología de la depresión, los terrenos áridos de la mente, la crueldad del éxito fugaz, el grupo de Manchester que oscureció la mañana del rock hasta convertir en leyenda a su líder, el genial Ian Curtis, la epilepsia al poder, de la Velvet a Cohen, los ritmos obsesivos del "no hay futuro" en permanente duelo con los dolores desconocidos. La historia de Joy Division abre el ciclo, película de Gran Lee en torno a la banda que creó escuela y lo pintó todo de negro. Esta noche, la primera en la frente. Mañana vuelve la luz con el gran Jorge Drexler, músico uruguayo que desnuda su proceso creativo en el filme "Un instante preciso", de Manuel Huerga. El cautivador cantautor sale de gira hacia el minimalismo, la obra se fija en siete conciertos en tierras catalanas, a solas con el público y con técnicos de luces y sonidos como acompañantes de grupo. Drexler juega con sencillez y meticulosidad, se abandona aparentemente a lo natural y espontáneo, pero mide cada pas, cada ritmo, las palabras y sus intenciones. El documental da voz al oyente, que reacciona ante las letras de Drexler, y sitúa a éste en linda búsqueda de nuevas sonoridades, la soledad de la electrónica y la complicidad de los silencios. Gira de la Cara B, premio del público en el Festival de Málaga. Por algo será.
La reina del azúcar, Celia Cruz, y el inventor del mambo con tintes de jazz, Cachao, protagonizan los documentales de lunes y martes. Ella, exuberante alma del destierro cubano, capta la atención de los cineastas Joe Cardona y Mario de Varona, quienes registran con fidelidad el amor que Celia desparramó por escenarios de Nueva York y La Habana, músicas con vistas al mar, al Caribe las normas sexuales y racistas, la Cruz rompió barreras invisibles, dio sentido a los ritmos latinos y picante a la existencia de rutinas y aduanas. Pura pasión. Sus admiradores anglosajones rinden pleitesía a la reina, del mismo modo que Andy García coproduce con Dikayl Rimmasch la oda a Cachao, bajista y compositor recientemente fallecido, ejemplo patente del contagio musical a ambas orillas del ser humano, niño precoz que combinó jazz con frutas tropicales.
Un canto a la vida, la voz de los músicos palestinos, el vasco Fermín Muguruza, emblemático rockero radical y sin emnargo juicioso y comprometido, firma un viaje al campo de concentración del desprecio a un pueblo, la cultura sitiada por la sinrazón, y entona el "gora Palestina libre", de forma harto emotiva y realista, tras su periplo por Jamaica. Muguruza deja hablar a los rockeros, raperos, clásicos y modernos de Palestina, recién llegados del ostracismo, bombardeados por el desprecio. La muerte del poeta nacional palestino Darwish justifica el argumento del filme, más cultura y menos ruido.
Otro viaje, esta vez en carreteras y a bordel del realismo sucio da pie a Francisco Deborja para trazar un retrato desenfocado del cantautor eléctrico asturiano Nacho Vegas, que en octubre volverá a cantar en la provincia gaditana. Y para cerrar el ciclo, cuatro voces del liriismo hippie norteamericano, Crosby, Stills, Nash y Young revisan su mítico "Deja vu", dibujan paralelismos entre Vietnam, Irak y Afganistán, como si el tiempo y el festival de Woodstock apenas hubieran pasado. Neil Young dirige la película, que plasma la gira "Living with the war", título del álbum que el músico canadiense dedicó a Doble Uve Bush, para mayor miseria de su funesto régimen mundial. Nada de flower power, ni sexo, ni drogas, ni rocanrol, caña al mono que es de goma. Del pánico por la bomba atómica a la paranoia de aviones y gripes. Contra la guerra. Cuatro voces clamando al cielo, veteranos del country rock, rebeldes de la alopecia, melodías en el espejo del mundo.
Septiembre 09, Cultura, Diario de Cádiz
sábado, 12 de septiembre de 2009
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2 comentarios:
manda cojones que un pro etarra cuele su pelicula en un festival de un ayuntamiento del PP.Bonita definicion de ironia
su tabaco, gracias
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