jueves, 10 de febrero de 2011
Cuentos corrientes
Vuelve el Cofidí, algo está pasando. Fiesta en el Inem. Angangos de gimnasio aparcan sus descapotables en la calle principal. Tiesos pero orgullosos. Sacan número en el sindicato y cae el trece. Operarios insospechados currelan bajo el sol, ¿de dónde ha sacado el parné el concejal de vida y obra?, ¿de la empresa amiga beneficiada?, ¿del impago pertinente a proveedores?, ¿del presupuesto imposible del año en blanco? Imagine una ciudad casi centenaria en miles de vecinos, con once mil parados oficiales, casi el mismo número de votantes que, una vez descontado el cincuenta por cién de abstinencia dominical, necesita ventilarse una mayoría absoluta en el salón del pleno al quince. Imagine otras ciudades con más o menos personalidad. Vuelven las mentiras gruesas, la poca vergüenza y el ritmo del tangazo. Convocan cursillos de formación para los lerdos de la clase, la clase medio tonta, los tantos por ciento volando, la gente que mayormente sobra. Echan a pelear a los autónomos mientras guiñan el ojo a los ricos de junto. Y la banca pública, que se ha tirado años subvencionando despidos, habla ahora de sentimientos. Llega el circo a la ciudad. Tigres blancos. No queda un solo perro callejero en varios kilómetros a la rotonda.
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