El cuarto o sexto poder ya no sabe qué hacer para no perder influencia y parné a manojitos. A cada paso que da, uno palante y dos patrás, se produce otro movimiento en falso, o no, y el puto periodismo, el que se vende al mejor postor sin rubor alguno, queda en evidencia, que ya no rima con la prepotencia, el chantaje y la extorsión de antaño. Miedo a la libertad, miedo al futuro, miedo a internet. Papel higiénico pa los editores morosos y desacompasaos. Y ya se sabe que al terminar la faena conviene tirar de la cadena. A destiempo, la prensa aún publica titulares como el de El Mundo de hoy: "Atracan y disparan a una mujer tras quedar por internet". Tremendo. Sintomático. Contradictorio. Páginas antes, éste o cualquier otro diario dominical se vanagloria de la pujanza de su página web y del crecimiento de visitantes ocasionales. Y dice que facebook y twitter está revolucionando el mundo de la información. Craso error. Es como si hace años hubieran dicho que el messenger o el skype o el icq iban a revolucionar la prensa, que a este paso no va a valer ni pa envolver pescao. Hermosa manera de confundir negocio con servicios, el subconsciente actúa por sí solo, como Billy el Niñato. Al tiempo, los congresos de periodistas insisten en viejas teorías, conspiraciones de cartón piedra, axiomas de toda la vida y privilegios caducos. Cuando el antiguo oficio, bendito y cruel a partes iguales, se transforma en profesión o mercadeo de sinvergonzonerías, mala cosa. La gente se ha quedado con la copla (y con todas las caras) y obrará en consecuencia. Ejem.
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