Celebramos las cien mil pernoctaciones en tres años de vida, tiemblan los hostales de la localidad. Festejamos el histórico acontecimiento con una encuesta, un sondeo de opinión al uso. Ganará la abstención. Podemos asegurar, de forma taxativa y categórica, que vencerá el mosqueo gordo. De calle. No es que pretendamos imponer la voluntad de los lectores y electores, qué va, aquí sólo disfrazamos una mentira, la nuestra, y sólo confiamos en una encuesta, la que nosotros manipulamos. Las cosas claras, como la ley injusta. La letra pequeña nunca engaña, si acaso se esconden tras las columnas de humo, pero el viento no es tonto, si acaso un poco carajote, y todo papel que vuela por el cielo se deposita luego en el suelo. ¿Dónde? Ah, no pregunte por saber que el tiempo lo dirá.
Nota del traductor: Piensa en voz alta alguien de junto: "Si yo no tengo opinión, y la gente que conozco tampoco tiene opinión, al menos la opinión que se presupone, ¿pa qué me meten en el lío de la encuesta?". "Que me deje ... ¿Y si respondo de cachondeo? ¿No puedo opinar de cachondeo?"
Lo dicho: ganará la abstención, nunca tuvo rival, siempre gana, como la banca. No hay color, no saben cómo ponerle color a la abstención. Ayer escuché a Carrillo lamentar que la democracia ha perdido calidad.
Otro nota al margen apunta que, en una ciudad de cien mil habitantes, no precisamente los habitantes de este municipio cibernético, la alcaldía cuesta unos ocho mil votos, descontando el pasotismo, la voluntad de la gente abstemiada y hastiada o lo que sea, cuya opinión en blanco, paradojas del destino, beneficia directamente a los que intentan castigar con su desprecio. El precio del poder. Lo suyo sería pedir la abstención del tirón, surdos y diestros, pa que decida el voto oculto. Y montar una casa de apuestas pa sacarnos más dinerito. Total ...
miércoles, 27 de abril de 2011
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