Segundo verano sin Teatro Pemán. El Castillo de San Sebastián, que el pasado año sirvió de improvisado y extraordinario recinto para conciertos al aire libre, se encuentra en obras. Del proyectado y tantas veces anunciado centro multiusos, nada más se supo. Malos tiempos para la música en directo en Cádiz, salvo los festivales de la playa de carácter gratuito y otras dignas excepciones de ámbito privado. Con el tiempo en los talones, a toda prisa y sin tenerlo demasiado claro, el Ayuntamiento busca un marco incomparable para, al menos, mantener el elevado nivel que fijó el verano del 08 con el ciclo musical que trajo al gran Caetano Veloso. Para evitar que la música se marche a otra parte y/o que les pille el toro, los responsables de las áreas municipales implicadas en la tarea se reunirán el próximo miércoles día 15 para perfilar una decisión. El ritmo pasea de plaza en plaza. Todo parece indicar que este verano toca plaza pública, acaso San Antonio, la Catedral o la misma plaza de España por aquello del 2012. El asunto urge porque sin recinto no hay contrato posible, y las giras veraniegas toman forma en la Piel de Toro, a pesar de la cacareada crisis. La crisis trae consigo la consabida reducción de presupuestos, la cultura siempre sale perdiendo con respecto al ladrillazo, pero también la posibilidad de ofertar ocio a precios módicos para aguantar el tirón.
De la remodelación del Pemán, nasti de plasti. Los fantasmas de las obras rodean a Cádiz de un halo de misterio tremendo, más bien sitian los proyectos del futuro inmediato. Correl el tiempo. Los munícipes pretenden ubicar los conciertos de este verano en una plaza. Nada hay decidido, según diversas fuentes, y el debate abre incógnitas para San Antonio, plaza a prueba de pregones y demás espectáculos masivos; la Catedral, que demostró su idoneidad con motivo del concierto de Paco de Lucía, y la plaza de España, que entra en liza de modo sorprendente, cosas del Doce. Laberinto de pasiones. La idea pasaría por cerrar la plaza y montar un auditorio de no más de tres mil plazas, con el riesgo de convertir los eventos en elitistas o imposibles para el bolsillo medio, o desatar la locura del gratis total con el riesgo de arrasar con la plaza. Al parecer, si toma forma la plaza de España, no se descarta transformar de nuevo la plaza de la Catedral en auditorio de lujo, en esta ocasión "de pago". Los responsables municipales quedaron encantados del resultado del concierto de Paco de Lucía, coincidiendo con el 140 aniversario de Diario de Cádiz, y ahora estudian su reutilización.
Las reticencias previas con que contó el castillo de San Sebastián se transformaron en parabienes a la postre, dado el éxito de la iniciativa, pero el emplazamiento resultaba bien diferente a otros "marcos incomparables". Se echa de menos un auditorio en condiciones, la música en directo pone el grito en el cielo desde hace ya muchos años, la iniciativa privada no puede y la pública no se atreve. Cádiz siempre ha estado "a punto" de traer a grandes figuras nacionales e internacionales, pero por hache o por be nunca lo hizo. No se puede ofrecer un recinto escuálido a un mito del rock, por ejemplo, ni cerrar puertas a conciertos de postín porque simplemente no cuadran los números. El estadio Ramón de Carranza, donde hace ya quince años que cantó y bailó ese hombre pequeño llamado Prince, se antoja demasiado amplio para el tipo de conciertos o festivales que se estilan hoy en día. La crisis del disco obliga a los artistas a vivir en la carretera y tocar en locales de aforo reducido o medio, excepto casos de fuerza mayor.
Los promotores del país diseñan ya las principales giras veraniegas. San Fernando se hace con Melendi y la Oreja de Van Gogh, El Puerto con Raphael, y en internet figura la fecha del ocho de agosto para El Canto del Loco en Cádiz, presumiblemente en la playa de La Victoria, de gañote vil, con tropecientos mil espectadores, sangre en la arena.
De otro lado, sigue sin confirmarse el cartel del Festival por la Libertad de Expresión, organizado por la Asociación de la Prensa de Cádiz, que en un principio vendió a Calamaro, Sabina y Bunbury y tuvo luego que dar varios pasos atrás. Lamentable. Quizá vengan los cubanos Orishas, los recuperados Jarabe de Palo, el cantautor portuense Javier Ruibal, dicen que la Mala Rodríguez, e insisten en la posibilidad de que aún pueda cristalizar un gran contrato, Calamaro o Bunbury, pero sus giras se quedan sin fechas. Y cuestan un dinero curioso.
Cádiz, como siempre a última hora, necesita un auditorio a la voz de ya. Y más agallas para encarar conciertos de altos vuelos y cuidar a los artistas de la tierra. Los ejemplos de Caetano Veloso y Paco de Lucía siguen ahí. Nada malo ocurrió, la hostelería de La Viña y de la Catedral y alrededores tomaron cartas en el asunto y no salieron perdiendo. Y el público recibió su merecido: música para el alma, que no todo va a ser maldito parné.
Abril 09, Cultura, Diario de Cádiz
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