
Bulerías con sabor añejo, bulerías al golpe, los golpes que da la vida comparten honores en la música de Sanlúcar con la sal, el baile, el agua y la voz. "Ay, si me bailaras, primo". Salpica el agua, la gente ovaciona a los poetas del ritmo, voz en el aire, amor en la fragua. Imágenes a mil por hora, en sepia y en tecnicolor, las manos de Manolo acarician a su público, transportan a otra parte del desconsuelo, subrayan el discurso crítico del autor, la pasión por un pintor emparentado como artista con Velázquez y Goya, Valdés Leal y su propia genialidad. La intensidad de la aliteración suena a blues descarnado norteafricano, las seguiriyas y soleás conmocionan, provocan oles, y la obra maestra del pintor, "El Papa negro", destila tonadas de ida y vuelta, tanguillos y habaneras y hasta un tambor rociero que se pasea por las tablas latiendo como un corazón de nadie. La pintura y la música casan a la perfección, nada parece más abstracto que la pura realidad, los sueños transoceánicos del músico dan paso a sendos retratos del pintor, cambio de sentido del humor, Manolo dibuja ritmos al tres por cuatro, su guitarra gime o sonríe, la música se antoja simple y complicada, las sombras se quitan el sombrero y saltan las alegrías para firmar un rosario de estrellas con la llegada de la primavera. Ya es primavera en el teatro Falla. Palmas y nudillos. Guitarras, percusión y voces. Madera y cuero, doce cuerdas vocales, Sanlúcar brinda su corazón al aire. "Amo esta tierra y su cultura. Desde los trece años soy profesional del flamenco", confiesa el guitarrista que lleva más de cincuenta años en la brecha, más de cincuenta fronteras derribadas. "Escudriñando en el fondo de nuestra cultura, junto a otros compañeros, pretendo que se vea la verdadera condición de nuestra música, su pureza y grandeza. Y seguimos buscando ..." Manolo Sanlúcar prepara en la actualidad la enciclopedia definitiva del flamenco, un descomunal trabajo literario y sonoro. Manolo mantiene el pulso con la memoria y con el porvenir. No pierde su carácter indómito cuando presenta uno de los tres bises: "Ahora otros harían una rumba, pero yo voy más profundo, buscando el corazón de la mente, música para conocernos mejor".
De la noche al día, antes de coger la puerta, el músico se pone al servicio de la voz de Carmen Grilo, suenan campanas de redención, todo parece viejo y nuevo, se escuchan tacones lejanos, se escucha el silencio y todo es de color, de nuevo, con la postrera "Tauromagia". El tiempo vuela.
Foto de Jesús Marín
Abril 09, Cultura, Diario de Cádiz
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