"¿Finales como las de antes? No, por favor, aún recuerdo cuando Los Porculines cantamos a las siete y media de la mañana. No son horas". Horas antes de someterse a la doble emoción, al desdoblamiento de creatividad que este año entraña una final del Falla y el Pregón de San Antonio, El Selu espera a sus hijos, de once y cuatro años, para almorzar. Apenas ha decansado. Recibe felicitaciones y amuletos verbales. A estas alturas, García Cossío, retratista siempre a pie de obra, atípico coplero y guionista del humor con denominación de origen, no se siente más surrealista que el mundo, ni ejerce mayormente el absurdo, más absurdo y disparatado se antoja ahora el planeta. El Selu, en la calle, en las entrevistas, en las actuaciones, obligado a resultar ingenioso, se va por la tangente del hiperrealismo. "Este año, el tipo es puro realismo, pero también surrealista en sí". Y el autor, que esta noche pregona el Carnaval gaditano, un tipo "muy serio y tímido; paso por serio. Es cierto, la gente que nos dedicamos al humor solemos ser discretos, César Cadaval también es tímido, fíjate tú. No se trata de un mecanismo de defensa; es que somos así. Te desdoblas ..."
Repasando su trayectoria carnavalesca como en un flash El Selu confiesa su actual vena costumbrista, lleva unos años en estado de gracia echando mano de estereotipos, revelándose como gran caricaturista, acaso sociólogo de masas, tal vez redentor de penas para todos los públicos. Y recuerda su etapa más revolucionaria, Los Sanmolontropos Verdes, Época Vergüenza, chirigotas nacidas desde la intención de "querer cambiar el tema, dar el cante y, sobre todo, llamar la atención". Eran jóvenes, claro, los chirigoteros, y sabían que el rompedor y desvergonzado estilo inicial, pionero y precursor donde los haya, "sólo podía durar tres o cuatro años. La gente se cansa de todo, se aburre, y la fórmula surrealista tiene fecha de caducidad".
Este año de buenas nuevas "ha sido muy difícil para nosotros, estamos luchando contra Los Enteraos, que fueron muy grandes para la gente y lo más grande que me ha ocurrido en Carnaval. Así que el tipo de Los que no se enteran lo decidí en el acto, nada más concluir la final del año pasado, al día siguiente, tomé la determinación de dar una vuelta completa al personaje. Estas cosas se toman en caliente, es como me gusta trabajar las chirigotas". Confiesa que ya ha perfilado parte de la idea de la chirigota del Once. "Algunas cosas hay". "Los personajes tienen su peso específico; descubrí el filón de Los Enteraos, salió así. Los personajes se descubren tanteando el repertorio, comprobando cómo puede dar de sí, transmito toda la idea al grupo, maduro mucho el proyecto, llevo veinte años haciéndolo, pero cada año que pasa me cuesta la misma vida, me cuesta más esfuerzo. Aunque si me lo quitan, me muero. Lo que me preocupa siempre es cumplir las expectativas", lo que traducido resulta "gustar al público, por encima de la opinión del jurado". Parece un tópico. No lo es. El Selu quiebra algunos esquemas preconcebidos y argumenta otros. Y enfatiza, con todas las de la ley, que todos y cada uno de sus primeros premios, algunos de eloos verdaderos pelotazos, "no se acercan ni por asomo al éxito popular de Los Enteraos. No cambio el tercer premio del año pasado por los triunfos anteriores".
A vueltas con la teoría del personaje perfecto, El Selu piensa en voz alta: "La gente tiene que hacerse con el personaje, aceptarlo poco a poco, metiéndose en él, hasta identificarse con todo lo que cante, enamorarse de él, cogerle el rollo a la medida. No es fácil que la gente responda como tú quieres, recibe la información de momento y actúa en consecuencia". García Cossío, que durante la conversación no cesa de atender a amigos y conocidos, mientras su mente cavila entre las emociones del Falla y el reto de San Antonio, apunta Vera Luque para cerrar su explicación acerca de algo tan intangible como las claves de un personaje carnavalesco, que no suele vivir más allá de unos meses, a veces años enteros. "Vera Luque, este año, lo ha conseguido desde el principio, enganchar a la gente de forma impresionante, lo ha bordado, y a lo largo del concurso se ha ido instituyendo el carácter del personaje hasta cobrar vida entre el público".
Observador nato, y lo que es más importante, hombre que sabe escuchar y profundizar entre las dichas y las desdichas del personal, con el punto de mira en la vida cotidiana, El Selu se topa a veces con la cruda y surrealista realidad. "Un día me vinieron dos marías a preguntarme si ya había decidido el tipo de la chirigota y les repliqué que tuvieran cuidao, que andaba buscando personaje". Un peligro. El Selu, a buen seguro un tipo con rica y amplia vida interior, de lo contrario sería imposible que inventase tantas vidas ajenas, exige del tipo "que tenga coral", mucho eco, y abra la posibilidad de escarbar en su fuero interno, pintar de colores la personalidad que se presenta.
Hete aquí que El Selu, preguntado sobre sus maestros, contesta del tirón: "No tengo maestros. Me he ido haciendo a mí mismo". Se lo ha currado. En Carnaval y en la tele. Con la chirigota y con Los Morancos, "a quienes trasladé esta actitud, esta forma de trabajar, trascendiendo a nivel nacional". De tal guisa que "me resulta mucho más fácil hacer un par de sketchs en una mañana que escribir para la chirigota, escribir dos pasodobles tiene cohone", dice entre bormas y veras. Prueba fehaciente del misterio de las coplas gaditanas. "Aquí sabemos sacarle punta a la vida". Momento preciso en que aparece por la tele la estatua de Marichalar en manos de unos gachós. "Mira, mira, ya no lo quieren ni en el Museo de Cera, pobrecito. De cuplé". Ya no da tiempo. "O sí", tercia parafraseando un latiguillo de su chirigota. "La realidad supera a la ficción". O no. "En Cádiz canalizamos las desgracias por la risa. Aquí hay que ser feliz por cohone, que no se noten las tristezas, ya sabes, la ciudad que sonríe". La vorágine diaria, "las noticias, cada una de ellas peor que la anterior", la bola de nieve, "la espiral de desgracias", apenas asusta a Cádiz. Ni la maldita crisis. "Aquí estamos acostumbrados a jugar en la parte baja de la tabla. La crisis es inherente a los gaditanos. Yo, de hecho, era socio fundador del Inem. Me hacía gracia cuando hablaban de contratos basura: aquí tenemos el síndrome de Diógenes". ¿Y los mileuristas? Aquí hay quinieneuristas, "mejor dicho, milduristas, todavía quedan milduristas". Y hace equilibrios con las palabras, El Selu combina la antigüedad de Cádiz con el Inem, con la edad de jubilación, con mucho arte.
Como El Selu no quiere hablar del pregón, quizá por superstición, seguro que por respeto al público que quiere la primicia, la charla deriva en la frescura de los autores gaditanos a la hora de escribir letras sobre la marcha. "El concurso es como una carrera de fondo, la gente se pone las pilas y no se deja llevar por la primera idea, los autores se miran de reojo, el público es cada vez más delicado y se produce un curioso círculo vicioso, amén de cierta saturación: la gente se ha acostumbrado a que haya gran calidad. A veces se exige demasiado a grupos que no son profesionales, aquí la gente tiene que trabajar y que vivir, Cádiz no es Hollywood". Pero este año llegaron unos famosos de Sevilla causando sensaciones dispares, los Morancos y cía. "Es de agradecer que se hayan tomado tan en serio el concurso, con total respeto. Me consta que estaban temerosos de no quedar a la altura de Cádiz".
El Selu rubrica que el presunto intento de autoeleminarse, por parte de la chirigota sevillana, fue ficticio, y anuncia que los Cadaval, Soto y demás flamantes chirigoteros acompañarán a su agrupación en la calle. "Van a venir con nosotros". García Cossío ha presenciado estos días muestras de cariño y de rechazo hacia la chirigota sevillana. "Como si ser sevillano fuera un delito. Menos mal que han cambiado mucho las cosas. En Sevilla hay mucho age. Paco Lora, por ejemplo, es uno de los tíos más graciosos del mundo". Age, gracia, he ahí el dilema. El Selu conviene en que "los gaditanos nos miramos demasiado el ombligo, humor del bueno hay en todas partes, y malages en Cádiz, tela del telón. Van a Madrid y se llenan la boca de Cádiz, vienen a Cádiz y son de Madrid. Doble personalidad", sostiene El Selu con guasa.
Doble emoción, doble responsabilidad, orgullo por duplicado para García Cossío. Pregón y Final. "El pregón me ha costado sólo en cuanto a tiempo material, pero en cuanto a cariño, ha ido rodado". Con otro lenguaje carnavalesco, acaso hermanado con los guiones televisivos pero con el gaditanismo a flor de piel, el Pregón contará con las chirigotas más legendarias del autor, y otros muchos detalles que se resiste a desvelar. "Lo he podido escribir con más libertad, menos encorsetado que a la hora de hacer una agrupación, pero como diga más cosas voy a romper la magia del Pregón y no quiero". Mejor así. Bastante hemos tenido con la tele, en preliminares, quebrando el factor sorpresa del que se nutre el Carnaval.
Transformado ya el Pregón en una especie de Premio a la Promoción Turística por anticipado, El Selu es consciente de la importancia del acto como difusor de la fiesta señera de Cádiz, pero arguye que el Carnaval ya es suficientemente conocido allende fronteras, más allá de nuestras mentes diminutas. "La gente no se imagina el tirón que tiene el Carnaval en España". Y relata, desde su irreductible humildad, algunos episodios protagonizados por famosos que conocen su obra y confiesan su admiración por su manera de expresarse. Cita a un montón de fieles seguidores de la escuela del Selu: presentadores/as de televisión, cantantes, actores y actrices, humoristas, bailaoras y un futbolista: Gordillo. Recuerda cuando llenaron la mítica sala madrileña Galileo Galilei, templo de cantautores, y no quiere cerrar la charla sin agradecer el homenaje de Vera Luque, "todo un publirreportaje". Y agrega que "no es frecuente que los carnavaleros nos llevemos así y haya tan buen rollo. Vera Luque es un crack". Nobleza obliga, llegan las niñas de El Selu, doble emoción, doble motivo de risa, aunque lo suyo vaya muy en serio.
Febrero 10, Carnaval, Diario de Cádiz