Jugó en el Celta de Vigo, aunque se retiró pronto. Encontró en la música esa parcela de libertad que niega la vida cuadriculada. Huye de tópicos. Nada de samba futbolera, ni marcha carioca, ni bicicletas del ritmo. Gustavo Almeida, que esta noche canta en La Bombilla Verde, en San José del Valle, practica la música ambulante, de acá para allá, sin ceñirse a etiquetas. Rock, funk, reggae, música luminosa para noches estrelladas. Con dos discos editados y un carácter independiente que imprime a sus canciones aires frescos, divertidos y también juiciosos, el cantautor nacido en Río de Janeiro viaja sin descanso. Vive en Pontevedra, pero no cesa de girar por la Piel de Toro, acaso en pos de la clave de su existencia. Almeida no recurre a lo típico, pasa de caminar sobre vías transitadas y escribe piezas redondas como "Si tú quieres", alegato contra la violencia de género y también al margen de la depedencia humana. Gustavo no cree en las cadenas, ni siquiera en las cadenas invisibles, y canta libre. En su último disco, "Cabañas", participa el saxofonista y arreglista Marcelo Martins, que ha tocado con gente de la talla de Djavan o Gilberto Gil, dos influencias maestras de Almeida, junto al gran Caetano Veloso.
Hijo de la cantante Ellen de Lima y hermano del también cantante Rodrigo Almeida, Gustavo no hizo carrera en el fútbol, colgó las botas muy jovencito, pero permaneció en la Galicia de sus antepasados, recorriendo espacios breves donde tocar y pueblos insospechados donde conocer gente e ideas. Creció, amplió horizontes y fue telonero de artistas como Jarabe de Palo o Antonio Orozco, y en "Cabañas" canta al alimón con una de las nuevas sensaciones de la música brasileña, Jorge Vercillo. En Brasil, la música y el fútbol juegan a la fantasía.
Febrero 10, Cultura, Diario de Cádiz
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