La borrasca de amor, la tormenta imperfecta, el dolor público, la ironía al cuadrado y un montón de cómplices. Quién sabe lo que deparará el pasado. "Tú sabías que aquello no saldría bien, y aun así te metiste de lleno". Quique González colma Mucho Teatro de sensaciones paradójicas, sorprende con un repertorio insospechado, trufado de grandes éxitos, nuevos clásicos y más de una joya. La gente canta. La luna sonríe debajo del brazo del cantautor eléctrico, que mejora las prestaciones de su banda a medida qiue avanza la gira de Daiquiri Blues. Mucho mejor que en Sevilla, merced al retorno del guitarrista Javi Pedreira, aunque igual de emotivo, el concierto portuense confirma a González en el ruedo ibérico de la inspiración y las agallas. El artista, siempre en el alambre, muestra sus lados sensible, feroz y frágil, y el público apura dos horas memorables.
Cuando el dinero es el rey y ella un misterio, "tiramos de lo que perdemos, perdemos lo que más queremos, tenemos lo que nos merecemos". Quique da su merecido al personal sin apenas concesiones. No toca "Camisetas mojadas", pero deja traslucir varios clásicos en crecimiento, las nuevas canciones hacen la primera comunión de aquella manera, media docena de melodías de Daiquiri Blues merece el reconocimiento inmediato, y algunas de ellas, como la sensacional "Su día libre", ocupan ya lugar preponderante en el listado de temas más deseados. Quique, firma una historia redonda, la chica rubia carga el rifle en el bar, el protagonista la lleva a cenar a un lugar horrible, en su día libre, y al final el cantante confiesa que mañana vuelve a tocar en alguna parte y necesita entrar en los sueños de alguien. Sin compromisos. Sin esperanzas vanas. Al loro de la desazón, pues en otro pasaje de la película el autor recuerda que ella estuvo ayer por aquí, la idea le ronda la cabeza, la obsesión le invita a subir y bajar Gran Vía como un policía local. "Quise mucho a esa chica, pero espero que no vuelva nunca más". Negación extrema del olvido. Historias de perdedores, arriba la melancolía, fuera eufemismos, Quique ensaya la canción perfecta en plena tormenta de nada. Y recupera "Hotel solitarios" para desvelar que de chaval trabajó en una cadena de restaurantes de comida americana, el gerente leía libros de autoestima, cómo ser un líder, "y desde entonces le perdí el respeto". La noche de Navidad, su día libre, el cabrón del gerente esperó a los trabajadores oculto bajo su coche, para prevenir escaqueos. En cambio, el cantante no elude piezas del ayer, desde "Salitre" a "Kamikaces enamorados", pasando por "Pequeño rocanrol" y "Hay partida", y rescata otra pieza clave, la encantadora y desarreglada "Crece la hierba", que también cobra nueva vida. El cantante vence su timidez con doble sentido, juegos de palabras, una curiosa imitación de la voz de Van Morrison o un guiño a Lou Reed por el lado salvaje de la existencia. Y rinde tributo al gran José Ignacio Lapido, de quien interpreta una desnuda y brillante "Algo me aleja de ti". Festín de guitarras, órgano Hammond, alguna visita ocasional de Quique al piano y la canción de El Puerto de Santa María. Quique González ya es un clásico.
Febrero 10, Cultura, Diario de Cádiz
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4 comentarios:
po pa mí quique es más rocanrol que pereza. Pero mucho más, vamo.
Me lo perdí esta vez. Concierto y post-concierto, ;-).
No dude en la asistencia la otra vez que estuvo en El Puerto pero en esta ocasión..... ha sido una lástima. Para la próxima vez que aparezca por aquí cerca, no lo dudaré tanto.
Increible tu descripción, aunque déjame decirte, que más increible es Quique.
Para mí Quique también es mucho más rocanrol que Pereza, claro, no hay color ... no te lo pierdas, Antonio, el espectáculo de Daiquiri es de categoría ... y como bien dice Lazana, el artista es mucho Quique, mucho González, salud
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