Juanito Podrido está de vuelta. Ahora que no hay futuro, con más veras. Sin vicio, sin Vicious, claro, los Sex Pistols amenazan con retornar a la carretera y grabar nuevas canciones. Se admiten apuestas. Nuevas letras sobre viejos problemas, imágenes por estallar, el ritmo que sobrecogió, el baile que murió joven. La peor banda del mundo nació como si nada, empujada por un loco Mc Laren de la moda y el embuste, un tipo, un conjunto, que se agarró al pecado del mercado y lo convulsionó, quieran o no, y quedó claro que para comunicar algo basta un vehículo, un mensaje, un grito de libertad condicionada. La hora de los torpes, again. Los hubo mejores, los Clash, los Stranglers, los Ramones, tantos otros, y los que luego rompieron la nueva ola, pero fuero ellos quienes echaron la puerta abajo con canciones breves y arrebatadoras. Hoy suenan vivas y significativas. Nunca fue igual desde entonces, nunca será distinto a partir de ayer mismo, renace cada día el espíritu del rocanrol. Cuando el mundo olvida lo que aprendió y echa de nuevo a andar, a escribir, a componer, como si nada hubiese ocurrido antes; un compás, un estribillo, todo a pulmón, guitarras y verbos agresivos en permanente estado de derribo. Ahora o nunca.
Tendría gracia que, a estas alturas, mientras el mundo se derrite, unos viejos punkies con imperdibles en la memoria industrial reconvertida, llagas en el cuero y rebeldes cuentas bancarias, firmasen a fondo perdido la banda sonora del vámonos que nos vamos. Ahora que no hay futuro, cuando la vida cobra mayor sentido real, crudo, masoca, sin tiempo para pensar, al capricho de tantas emociones chungas y otras muchas virtualmente edificantes, es lo que hay, un presente rabioso y mucha emoción. Si vuelven, nos darán nuestro merecido.
lunes, 10 de enero de 2011
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