sábado, 22 de enero de 2011

Los mercados del cariño (nueva temporada de Desmantela2)

Observen al prenda del sombrero, con pinta de italianín, endulzando la tarde en pleno centro de Sevilla. Ya se sabe que Sevilla tiene un color especial. Y un montón de gente dando vueltas alrededor de sí misma por el cielo peatonal rubricado por las huellas del tranvñia y el aroma a azahar, incienso o lo que sea, con tal de no pasar desapercibido en el hostil panorama mundial dominado por los mercados, los fantoches, las rimas fáciles y las interminables frases sin pausa pa respirar. ¿Quiere usted un abrazo? Gratis total. Tarifa plana de amor propio.
Al tiempo, el presidente mafioso las pasa putas, el aspirante a encargao mayor hace eses, el ex baranda no conoce el ridículo, los analistas se arremolinan en la plaza del pueblo y comparten un cucurucho de castañas. Gimotea una guitarra metálica, los árboles chupetean nubes de algodón, no salen las cuentas, suena el móvil y es el tío de los abrazos gratis, ¿dónde habrá conseguido nuestro teléfono?, ¿tendrá línea directa con el señor?, ¿no lo sabe ya?
Dando cabezazos por las calles hispalenses pensamos en el futuro. En el mañana, que es domingo. Y reflexionamos sobre la reforma laboral, el timo de la estampita y la comparativa de sueldos de la aldea global, el dinerito moreno, el blanqueo de Beyoncé, la de tonterías que hay que hacer pa salir en Carnavá y una peli por estrenar, aún no rodada, ni siquiera escrita, pa mí que nadie la ha pensao todavía, llamada Desmantela2. Pregunta: Cuando vuelvan los buenos tiempos del parné y el interés creado, ¿restituirán a todos los expulsados del paraíso o la estampa de las empresas públicas y privadas presentarán el mismo aspecto de peladas y desnortadas y desvinculadas y desiertas? Con las rebajas, quedó la cosa en un 4 por 1, cuatro a la calle y uno para toda la faena, una cajera por cada cinco cajeras, un empleado por cada cuatro ejecutivos vividores de la planta noble, una pena de alegría. Un abismo salarial, más jefes que indios, todos pendientes de la ayuda familiar y de la carita de desabrío del tal Mou cinco estrellas.
A la vuelta de la esquina, abrazos gratis.

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