Nos vemos en la puerta de los bares, al calor del amor de la acera, donde el humo ciega tus ojos y se expande libre y contaminado. Alegría y desempleo. Nos quitan los bares. Los europeos vienen a acostarnos tempranito, pronto nos pondrá la cena a las siete y cuarto, de momento nos cierran los garitos de mala muerte, como si no tuviéramos bastante con la mala vida que nos auguran los derrotistas del planeta. Viene Papá Dinero al rescate pa bajarnos los humos. Qué saludable. Salude a su vecino con cortesía, retire la nieve de su casapuerta con la nueva pala de rebajas en el ikea, arranque, tire palante y conjugue el resto de verbos imperativos de la vida moderna. Pero olvide los prolegómenos y los postres del día. Van a caer bares. Un coacola y pa la casa. Nada de una cervecita tras otra. Pase por su bar favorito e inhale los restos del naufragio de la enganchaera de nicotina colectiva, un poco de cháchara sobre la actualidad y al agujero, allí podrá enviciarse como quiera y contagiar de sus malos humo-res a niños, viejos y figurantes. Ellos nunca podrán dejar el tabaco. Nos quieren cambiar hasta el refranero. ¿No queríamos ser europeos?
miércoles, 12 de enero de 2011
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