viernes, 4 de abril de 2008

Enemigos no tan íntimos


A Jerez, de pesca submarina. Otras veces, en temporadas precedentes, el choque de Chapín figuró como punto de inflexión, o simplemente se situó en el corazón de la leyenda futbolística gaditana, entendiendo por gaditana la de toda la provincia y parte del Campo de Gibraltar. Hoy van a Jerez los poetas, los escritores de cuplés, los autores de la gran afrenta, y el cachondeíto corre el peligro de convertirse en trifulca. Nunca se había piropeado tanto a Jerez como en el pasado Carnaval, algo sintomático, francamente esdrújulo, que denota el creciente fanatismo o simplemente las ganas de pelea. "Vengo buscando pelea", gran tema del eterno rockero Silvio, pionero del rocanrol hispano, sevillista hasta la médula pero capaz de dedicar una pieza al Betis. Aquí también se dedican coplas a Jerez, claro. Pero la rivalidad, la enemistad íntima, no viene de lejos, ni posee un historial en condiciones que confirme los malos augurios. Haberla hayla, por supuesto, pero Cádiz y Jerez transitaron por caminos diferentes durante demasiado tiempo como para alimentar de pasión los escasos derbys vividos hasta que ambos se emparejaron. Hace diez años, precisamente, que el Xerez firmó quizá su mejor temporada y se colocó por encima del Cádiz. Hugo Vaca, criollo de Cádiz que ha desempeñado el papel de secretario técnico en ambos clubes, tiene mucho que contar y nada que callar en esta historia. Una historia de dignidad.
Varias generaciones de jugadores del Submarino Amarillo apenas han coincidido en el campo de juego con el Xerez, aunque de modo intermtente algunos mitos cadistas pasaron por el trance. En años muy alternos y acaso en Copa del Rey, pocas veces tocaba el Xerez la puerta del gran derby del año, en realidad hubo décadas en que el Cádiz contaba como rival de la tierra con el San Fernando. En la última década todo cambió, sobre todo desde el hito de Chapín en junio de 2005, qué tiempos, parecen tan distantes en el espacio y en la ilusión amarilla que hasta las fotos adoptan tonos sepia. De aquella tarde aún quedan héroes. Y dignidad.
"La rivalidad sana y deportiva es buena, es lógica, es normal", certifica Hugo Vaca. "Pero la otra rivalidad, la gamberrada, nunca sienta bien", sentencia, no sin antes remarcar "el protagonismo que ha tomado el Xerez en los últimos años. Allí la gente no se toma el fútbol de un modo tan apasionado, quizá sea el partido del sábado el que despierte la pasión y el sentimiento que luego se difuminan en el resto del año. Pese a la diferencia de la masa social, quince mil frente a ocho mil socios, los xerecistas llevan varias temporadas rozando el ascenso, así ocurrió con Lucas Alcaraz, Schuster o Pepe Murcia". Hugo Vaca, desde la cúpula técnica del club jerezano, subió al equipo a Segunda con un equipo cortito, que no se configuró precisamente para lograr metas elevadas. Con el Ayuntamiento en calidad de máximo accionista y el inefable Pedro Pacheco como jefe supremo de la tropa azulina, Hugo Vaca tripuló el ascenso "en excelentes condiciones de trabajo, con menos presupesto, tradición y calor popular que el Cádiz, por supuesto, pero una organización perfecta. Pacheco me dejó trabajar muy bien, todo hay que decirlo, lográbamos todo lo que pedíamos: material y apoyo, y al final pasó lo del Mercedes".
Lo del Mercedes. Pacheco regaló un cochazo a todos y cada uno de los miembros del plantel xerecista que alcanzó la Segunda. Hugo Vaca rechazó el obsequio, "porque nunca llegamos a tal acuerdo con anterioridad y creía que no debía aceptarlo", y para más inri no cogió el cheque de 800.000 pesetas que se le entregó a cambio. Hugo Vaca no trincó, el parné pasó de largo, "pero mantengo la dignidad, puedo hablar a todo el mundo con la frente alta, nada tengo que esconder".
Tampoco ocultan la cara quienes lo dan todo sin mirar colores y procedencias. Erran en falso quienes ponen en duda la profesionalidad de los futbolistas, acusándolos de no correr, de no sudar la camiseta cuando los resultados no acompañan. Recurso fácil, cosas del esquizofútbol. No valen excusas, ni demagogias baratas, ni populismo de andar por casa. En Jerez, en el derby de la salvación eterna, no jugarán gaditanos en el Cádiz, y pocos jerezanos en el Xerez. Eso sí, habrá un pichichi isleño, Jordi, y un montón de peloteros con dignidad y horizontes lejanos, como Fleurquin y Gustavo López, a ver quién atribuye a este par de argentinos mundiales algún pecado mortal futbolístico. Nadie osaría, de igual modo, restar el valor añadido al imparable Raúl López, de Jerez y del Cádiz para más señas.
Al tiempo, quienes llevan todo el año cantando cositas lindas versus Jerez o fomentando el odio absurdo entre poblaciones hermanas, optan esta semana por el falserío de pedir prudencia y deportividad. Por bajini, el derby echa chispas. Y en la superficie, la situación de ambos equipos no invita al fachion glamú, no se ve a las alcaldesas demasiado contentas que digamos, sálvese quien pueda. Bastante tiene Teófila con el 2012 y Pilar con las motos, que por algo el Psoe se ha volcado con el circuito como no lo hacía cuando Pacheco poseía mando en plaza. En fin.
En Jerez, hace un par de décadas, debutó el gran Pepe Mejías, un momento histórico, 2-4 ante el Español en el estadio Domecq. Habían clausurado el estadio Carranza tras un violento Cádiz-Salamanca, en la tarde de las piedras ocultas en los manoletes y la rabia incontenida de una afición que sufría la primera reconversión industrial de Astilleros. Bastó un árbitro chungo para que volasen los proyectiles de la impotencia. Veinte años después aún no han acometido la reconversión, porca miseria, y resultaría impensable que el Cádiz jugase un partido oficial como local en Jerez. Todo se andará. De hecho, paradojas de la vida, la última gran alegría de los cadistas sucedió en Jerez. El Submarino nunca había caído tan bajo desde entonces, afronta el encuentro de Chapín ahora casi a vida o muerte, en la fase más delicada desde entonces. Eso pasa por lo que pasa.
También en el vetusto recinto de Domecq, recién llegado del Mundial de España, un tal Jorge González cometió un penalti y fue a la calle, algo insólito en su carrera. Un cuarto de siglo después, la página web de la Fifa, en exclusiva interplanetaria, se pregunta qué pasó con Mágico. "El creativo endemoniado", como le tildan, "no sólo ilusionó a sus compatriotas sino también a los habitantes de Cádiz, ciudad que lo adoptó como a un hijo y en la que sigue siendo el más grande ídolo de la historia".
La Fifa rinde tributo al "hijo pródigo de Cádiz y El Salvador", quizá con una suerte de tópicos un poco manidos pero con alma y corazón.
Actualmente, Mágico continúa viviendo en San Salvador, alejado de los focos del mundanal ruido, y apoya una competición infantil denominada "el fútbol callejero de Mágico". Hace dos semanas, Mágico cumplió cincuenta años y lo celebró a lo grande, como él acostumbra: "Durmió todo el día".

Abril 08, Submarino Amarillo, Deportes (Diario de Cádiz)

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