jueves, 10 de abril de 2008

¡Míralo, míralo, ya se ha mosqueao!


¿Quién le habrá robao al Cádiz el mes de abril? ¿Dónde narices quedó el espíritu de Chapín? La otra tarde, en Chapín, se contabilizaba menos gente que en el concierto conjunto de Sabina y Serrat del pasado verano, "Dos pájaros de un tiro", y probablemente menos público del que acudirá en julio a la actuación de Bob Dylan. Las respuestas flotan en el viento. En tres escasos años, de siete mil cadistas a doscientos valientes en peregrinación, qué fue de aquella jornada, cuando el tren de cercanías parecía La Lista de Schindler, camino de la exterminación de la raza cadista. Gloria o muerte. Hoy, a pique de un repique, habrá que celebrar la salvación y entonar canciones de redención. Apretar los dientes y escuchar las moralejas. Paco Baena, máximo goleador de la historia del Cádiz, lanza algunos mensajes al aire y suspira por la victoria ante el Albacete. "La clave, el domingo", vaticina. "Ya no caben excusas, ni lamentos, ni críticas, ni llamadas a la afición, que siempre ha respondido. Ahora son los futbolistas quienes tienen que responder".
Tras la semana fantástica del odio y el rencor mutuo, Baena encuentra motivos para reclamar serenidad frente a las palabras y los gestos movidos por la ansiedad, oh, la ansiedad. El legendario ariete entiende que los jugadores se calienten dentro y fuera del campo, en pleno fragor de la batalla y ante los micros todavía con la memoria sudorosa. Pero no admite declaraciones como las de Enrique, a cuenta del próximo choque ante el Albacete. "Hay que ganar por lo civil o por lo criminal". Baena cree que no son maneras de afrontar un partido, de provocar al público y de originar un ambiente irascible. "Quizá no se haya dado cuenta del alcance de sus palabras, a mí me hubieran multado en mis tiempos por hacer esas declaraciones, pero quizá iba Enrique calentado malamente", apunta de manera gráfica. Y sentencia: "Llevábamos muchos años sin sufrir tanto, a ver si sacamos los puntos necesarios y olvidamos la temporada para preparar la siguiente Liga", suspira, no sin antes remarcar su deseo de que la violencia latente en el fútbol halle una solución. Propone un pacto global.
Baena barrunta que un día, si continúa la escalada de desavenenciencias entre Cádiz y Jerez, "ocurrirá algo gordo y lo lamentaremos. Alguien debe intervenir de inmediato antes de que suceda lo peor. Los alcaldes, las peñas, los presidentes de los clubes tendrían que reunirse ya y alcanzar acuerdos para evitar los bochornosos espectáculos. La gente tiene miedo de ir al fútbol, los niños han sido alejados de los derbis, esto se tendría que haber arreglado antes, quizá en la primera vuelta. Es curioso, pero Betis y Sevilla se enzarzaron en disputas peores y ahora son amigos. Es posible hacerlo. No es normal que los aficionados vayan asustados al campo o que saquen del estadio a una hinchada cinco minutos antes del final, pese a haber pagado la entrada. El odio no tiene límites, agrega Baena, nos insultamos entre pueblos hermanos y vecinos, pero medio Cádiz irá pronto a la Feria de Jerez". Paradojas del fútbol y de la vida.
Considera Baena que los rencores alimentados por intereses bastardos no sólo se reflejan en las gradas o en los foros, el futbolista también percibe, digiere y se siente tocado por la mano del enrarecido ambiente de lo que hoy se llama eufemísticamente el entorno. Un ejemplo claro lo vivió Dani en Chapín. El delantero, que venía ya picado por la suplencia, el ambiente de la semana y otros factores, reaccionó ante la avalancha de insultos como lo hiciera el pamplinoso de Raúl en el Nou Camp, imagen que incluso reiteran con cierto orgullo merengue en las televisiones, acción que no fue condenada ni castigada por el trencilla de turno. Lo del insulto de "¡Dani, maricón!" sonaba a rancio, maricón ya no es un insulto, mejor no hilar una teoría sobre el machismo leninismo aún imperante. "Cosas mucho peores hemos escuchado en el campo", ironiza Baena, quien comprende la reacción de Dani de callar al público al anotar el tanto del empate. "Hay que defenderse como sea en esos momentos de excitación. Esas cosas ocurren también en la vida diaria, en los trabajos. Dani se salvó porque no le encajaron otra palabra, ya Guti sufrió esos insultos", recuerda. La gente, a veces, no cae en la cuenta de que los buenos futbolistas, o al menos los valientes, salen reforzados y espoleados por los ataques verbales. Se crecen ante la adversidad. Pero las males artes también están mal vistas en el club de la lucha, aunque los pleiitos futbolísticas deban quedar dentro del campo. Hugo Sánchez sabía mucho, vituperaba a su marcador hasta exasperarlo, jugaba con el defensor, lo convertía en una ovejita. "Beeee, beeeee, síguemeeeee", cuentan que retaba el mejicano a sus enemigos. No tenía guasa el ariete. Baena no se las gastaba así, pero también protagonizó algunos momentos inolvidables. Recuerda una anécdota muy similar a la de Dani en Chapín. "Antes nos decíamos de todo. No sé cómo será ahora, pero hace treinta años había gente que se insultaba o lanzaba escupitajos en el túnel de vestuarios, antes de saltar al césped. Era tremendo. Recuerdo un Cádiz-Algeciras, cero a uno en el marcador. El balón cayó a la altura de Preferencia y cuando fui a recogerlo escuché ¡cabrón!, cientos de tíos llamándome cabrón, pedía el balón y no me lo devolvían. Me extrañó, hasta que me explicaron que eran de Algeciras. Me dolió tanto que me insultasen en mi casa que me vengué en el partido de vuelta. Tras marcar el empate a uno me subí a las rejas e hice un gesto del que me arrepentí de inmediato, y todavía me arrepiento. Una mano en alto y la otra mano en otro sitio. No veas la que se lió. El fútbol tiene estas cosas, el corazón late a mil pulsaciones", y extrae de su memoria más historias de cortes de mangas, venganzas, tú me das yo te doy, goles que dan puntos y restan resquemores, las mil cosas que pasan por la cabeza de un futbolista, sobre todo si es delantero. "Castigan al delantero con tonterías, como la expulsión de Yordi por quitarse la camiseta". Y luego perdonan la violencia, dentro y fuera del campo. Dentro, casi todo vale, pero afuera manda el fanatismo.
Baena sólo disputó un derby contra el Xerez, pues en la época gloriosa del Cádiz los eternos rivales eran San Fernando y Algeciras, "sobre todo el Algeciras". Curiosamente, Baena jugó tres encuentros en Jerez, por mor del cierre del estadio Carranza, ante Ferrol, Mallorca y Espanyol, "y la gente de Jerez siempre estuvo con nosotros. Hoy sería impensable. Hay que arreglar la situación". Pero antes hay que salvar el cuello, la gente echa cuentas, mira y remira el calendario y se somete a la divina providencia. Ya habrá tiempo de atribuir responsabilidades. Tras el Albacete, Numancia, Spórting, Ferrol, Real Sociedad, Celta ... y casi al final, Málaga y Sevilla Atlético. ¿Regalarán algo en caso de necesidad extrema?". "Nada, ya nadie regala nada, si acaso pueden relajarse, pero el Málaga seguro que se acuerda de la noche en que les buscamos la ruína", piensa Baena en voz alta. En primera persona de singular y plural cadista.

Foto: José Braza
Abril 08, Submarino Amarillo, Deportes (Diario de Cádiz)

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