Enriquito El Niño llegó a Cádiz en el verano del 52 junto a sus hermanos Juan de Dios, Pepe y Antonio. De las cuatro perlas de la familia Collar, "Enrique terminó siendo el mejor", señala su compadre y adversario Manolín Bueno, que por entonces vivía en el estadio de la Mirandilla. Aquella temporada, en la que el Submarino logró la cesión de los cuatro hermanos Collar por parte del Atlético de Madrid, los amarillos concluyeron terceros en el grupo de Tercera -subió el Xerez-, en buena parte gracias a la velocidad y el olfato goleador del pequeño Collar, quien debutó nada más cumplir los dieciocho años ante el Betis, en Sevilla, anotando el tanto del empate. Manolín y Enriquito, que pertenecen al exclusivo club de los futbolistas que se bautizaron en el Cádiz con la mayoría de edad -junto a Pepe Mejías, Juanito Mariana o Joselito Lara-, se hicieron amigos y paraban en Las Tres Marías. "Allí íbamos todos los días tras el entrenamiento, como hoy hacemos en La Escalerilla". Collar y Bueno, ya se sabe, alcanzaron la gloria subiendo los peldaños de tres en tres. Manolín era y es más joven que Enriquito. Aún se ven en Madrid y cuando Collar baja al Sur del Sur. El actual presidente de la Fundación Atlético Madrid, que ha sido operado recientemente, trae a Bueno hermosas páginas de su rica memoria.
"Enrique estudiaba interno en San Felipe Neri, junto a sus hermanos. Jugábamos mucho en la playa, en esa época se estilaba el fútbol de la calle y en Tercera militaban equipos con mucha solera. Como el Cádiz jugaba en lugares del norte de África, como Tetuán, Enrique se compraba trajes de categoría, era y es muy presumido. Y como éramos parecidos de hechuras, cuando no le gustaba cómo le quedaba un traje, me lo regalaba, así que ahí iba yo con los trajes de Collar, tó contento. Siempre fuimos amigos y contrincantes, pero incluso en Madrid, cuando fiché por el Real Madrid y no iba convocado, no me perdía un partido del Atlet en el Metropolitano. Collar es una leyenda, de los mejores extremos de la historia. Y de jovencito le perseguián las muchachas porque era muy bien parecido". Aficionados antiguos recuerdan los nombres y apellidos de ciertas novietas que Enriquito se echó en Cádiz. Algunas de ellas de "buena familia", como se decía antes. Collar contaba sus perlas con clase y distinción, dentro y fuera del campo. "Era un valiente por la banda, de los pocos que se peleaban con el contrario y ganaba la partida. Luego, con Peiró, en el Atleti, formó el ala infernal". Y según la historia rojiblanca, fundó el contragolpe mortal que años después reinventó Luis Aragonés.
Todo ello ocurrió antes de la llegada de Gento, claro está, quien "lo rompió todo", ilustra Bueno a las claras. Gento cerró el paso a Collar y Bueno, por así decirlo, en la titularidad de la selección y el Madrid, respectivamente. Pero no tanto. La historia, que venía ya de largo, aportó muchos detalles curiosos desde el inicio de la carrera de Enriquito hasta la gloria de Manolín. Vidas paralelas. Rapidez mental y juego vistoso. Una mirada, una carrera y la vista puesta en el gol. Apurar al máximo la vida hasta alcanzar la línea de meta ... y centrar. Collar y Bueno siempre tuvieron muchas cosas en común, en especial la pasión por el balón. "La pelota es otra cosa. Hoy los comentaristas hablan malamente de la pelota, cuando en verdad nosotros jugamos con balones de reglamento, las pelotas quedan para el patio del colegio, el tenis o las plazas", remarca el célebre delantero gaditano, que gusta de jugar y hablar con propiedad.
Enriquito, por su parte, cuenta en las entrevistas que apareció en el mundo del fútbol profesional de un modo azaroso, quizá diferente a la llegada triunfal de Bueno, que nació cadista y futbolista por la gracia de su padre. Una tarde gris del año 49, Collar IV, como se le llamó en Cádiz, se encajó en los campos donde el Atlético realizaba las pruebas de acceso, que eran muy riguorosas, y aunque no se inscribió aprovechó la ausencia de un tal Paco Pérez ara dar un paso al frente e integrarse en el típico partidillo. No tocó un balón, pasó casi desapercibido el chaval, que contaba con catorce años, hasta que le tocó lanzar un saque de esquina. Lo hizo de tal manera que le conminaron a repetirlo. Y fue fichado del tirón. "Me ficharon por dos corners", siempre dice Collar. Dos años después estaba en Cádiz, y luego continuó su formación en Murcia, hasta que ingresó por derecho propio en la plantilla profesional del club madrileño, año 58, precisamente en la misma época en que un niño llamado Manolín Bueno, su amigo, debutaba en el Cádiz y salía escopetado hacia el Madrid. Puede decirse que ambos formaron parte de las mejores plantillas que ambos clubes han poseído jamás, salvando algunas distancias en el tiempo.
Enriquito y Manolín tenían genio y ambos se rebelaron a su manera, el primero por cuestiones económicas y el segundo por su suplencia. Las rígidas normas laborales impidieron a ambos volar más alto, las directivas del Atleti y del Madrid no permitieron que Collar y Bueno jugasen en otros equipos. A Enrique le tanteó la Juventus en un momento clave, como a Manolín le llamaron desde los mejores equipos hispanos, pero imperaba el esclavista derecho de retención. No obstante, ambos son leyendas merced a los colores que lucieron. Collar, un tipo orgulloso, llegó a plantarse durante dos meses, sin entrenar ni aparecer por el club, en señal de protesta porque el club no cumplió el contrato de gratificación para compensar el fichaje frustrado por la Juve. Enrique, ya muy cerca de convertirse en don Enrique, quería igualar su ficha con Mendoza, otro extremo extraordinario, Y se declaró en huelga. Lo dicho: un valiente.
El Cádiz de Collar se quedó a las puertas de la promoción con esta alineación tipo: Rubio, Armendáriz, Martín, Josechu, Turró, Mero, Gorráiz, Guimerans, Tarro, Chano y Enrique Collar. El balompié era tan diferente al actual que el Cádiz sólo cosechó un empate sin goles en toda la temporada, obteniendo goleadas sonadas como un 4-0 al Betis, un 5-0 al San Fernando o un 6-2 al Algeciras. Al estadio Mirandilla le quedaban dos telediarios.
Diciembre 08, Deportes, Diario de Cádiz
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