Si te regalan por Navidad un frasco in fraganti de la fragancia Eau de Crisis, mira la etiqueta, no te vayan a dar coba. Niebla y frío. Papel de regalo envuelve también deseos bajunos. Los colores se confunden estos días: los azules parecen rojos, los rojos se comen marrones, los grises ganan terreno, el blanco envidia al negro, el negro se pone verde. Vaya pedazo de Navidad se van a pegar a costa nuestra, costra nuestra, costa nostra. Los templos del consumismo, a pique de un repique, se colman de perjúmenes, ahora o nunca. Suena raro y paradójico, con lo mal que huele esta fiesta. Desodorante ambiental necesitan las palabras. Quizá sea mejor echarle naturalidad al asunto, pedir perdón y dejarse llevar por el aroma. Caña al mono, que es de goma. Compre, señora, compre, ya pagará el inglés el vino que se ha bebido. Curioso giro del destino: hace poco animaban al personal a ejercer el consumo responsable, ahora suplican el consumo a secas, pordió, y mañana implorarán lo que sea, llévatelo que te lo fío. Otra paradoja: desconfianzas mutuas y tol mundo fiao, aquí sí se fía, no se prohibe el cante, aquí tiene su casa, el derecho de admisión se fue al carajo, ¿quiere que le lea la mano? Todo menos reconocer un error de cálculo. No aprenderemos la lección, pero lo pasaremos bien viviendo, ¿que no?
viernes, 19 de diciembre de 2008
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2 comentarios:
Así es, la paranoia se instala hasta en los bolsillos. Muy bien escrito. Enhorabuena.
Un abrazo
Gracias, Breuil, felices fiestas !
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