Corrían los tiempos hacia adelante, recobraba Andalucía parte de la dignidad perdida, el aire traía rumores de libertad, aromas autóctonos, colores nuevos, sones de redención, rock en castellano, rock con raíces, la rehabilitación de la copla y una comparsa portuense que influyó sobremanera en la transición democrática, por estos lares, firmando la banda sonora de un verano trepidante que aún no ha muerto. Raza Mora, de la peña Los Majaras, resucita cada año en la calle para entonar el pasodoble piedra angular del andalucismo entonces en ciernes, el relato de un suceso trágico que cambió el destino de esta tierra. O así. De nuevo, el carismático e incombustible Pedro, Albaiceta con su voz de altos vuelos, el mítico Pacoli, Paco Soto y muchos otros, renovaron su pasión por la letra y la música popular de la Bahía de la Luz.
Un cuatro de diciembre muere un malagueño/una bala traidora le quitó la vía/tan sólo porque estaba queriendo a su pueblo/y alzando la bandera de su Andalucía.
Seguro que la mano que apretó el gatillo/no importa de qué lado ni de qué partido/es una mano sucia de alma retorcida. ¿Por qué razón, por qué razón/señalaron con sangre la fiesta de los andaluces?/con un asesinato que a nada conduce/pues no renunciaremos a nuestra autonomía.
Andalucía tendrá como escudo/ su nombre y orgullo, su furia y su fe. Los malagueños te llorarán siempre/y nunca te olvidarán, José Manuel Caparrós, tú, tu bandera blanca y verde/ahora que nadie te apunta/cuelgala en el cielo azul/en el lucero mayor/dile a las estrellas que eres Andaluz.
La letra es de Diego Caraballo Blanco.
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