Este blog, que cumple un año, reivindica hoy su disco de cabecera. Número uno. Sergio Makaroff. Músico argentino de largo recorrido. Música luminosa, inteligente, divertida, juiciosa, irónica, audaz, reconstituyente, vitalista, rebelde, directa, terapéutica y vehemente. Comprueben el tejido en su web, sergiomakaroff.com, recorran su biografía entre Buenos Aires, Nueva York y Barcelona, su lugar de residencia actual. Compositor, cantante, disc joquey, cómico, periodista, exquisito vividor, Sergio pertenece a la saga de grandes músicos argentinos, tocó de chico con Sui Generis, con Charly García y compañía, y llegó a España en el 78, como Moris y los Tequila, con quienes compartió aventuras. Ariel Rot, años después, continúa a su lado como guitarrista y director musical. En su primer grupo en España, Manolo García aporreaba la batería. Luego vino el vaivén, que va y viene, y Makaroff publicó sensacionales discos en solitario, desde el "Tengo una idea" hasta el penúltimo, pues ya graba estos días otra pieza redonda.
Número uno. Una sesión de Makaroff contiene letras de filosofía vital. Al amor imposible, al amor verdadero, a la psicoanalista macizorra, al sentimiento de culpa, al asesino, a la verdad, a la sonrisa y a la condena. Sergio reivindica la esclavitud, no le interesa la libertad, firma un extraordinario reggae esdrújulo, y compara la euforia con una pelotita de ping pong, y te trae y te lleva por su mundo, simple e interesante. Sergio puede vivir sin alfajores Habana, sin la samba brasilera, sin sus gorritos de lana, pero si no está con ella se siente morir. Luego se pregunta dónde estará la verdad, dónde se puede esconder, la ha buscado pero tal vez se distrajo detrás del placer. Quizá si la viera de pronto echaría a correr.
El desamor, según Makaroff, no es tan dramático. El tipo canta a la mujer abandonada, la anima a salir a la calle, a no darle la brasa, no te atolondres, que te está esperando un hombre. En la noche, cualquier cosa puede ocurrir, al personaje de Always Together le sorprende un tatuaje de vuelta de su toma y daca entre el placer y el dolor, a quién le prometería amor eterno, Makaroff es experto en canciones de resaca, como aquel "No soy un borracho", y del amor fugaz, como el Rock del Ascensor. Y brillan sus retratos de la loca sociedad, en este caso el tío del campanario, un tirador solitario, la realidad le hace daño, se siente la obra maestra de un genio del mal.
Si el mundo fue y será una porquería, toda la culpa es mía, sentencia Sergio en la décima copla, autoculpa por un tubo, la culpa de tus noches en vela, la culpa de las torres gemelas, la culpa del ausente de Kyoto, la culpa de Rodrigo y su Rato, la culpa del fatal maremoto, la culpa de la concha del pato. Y de remate, la carta cantada a Ingrid, la psicoanalista. ¿Y si fuera argentina?
miércoles, 18 de marzo de 2009
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2 comentarios:
Hombre... el disco no esta mal, pero yo recuerdo que me gusto mas uno de los anteriores...que saco con 18 chulos...no se si sabes a cual me refiero. Hace tiempo que no lo escucho.
Pero bueno, desde luego es un tipo muy original a quien hay que escuchar.
Sigue sorprendiendome, Alcina... a ver cual es nuestra proxima coincidencia.
Claro, Ignacio, creo que aparecía una caricatura suya en la portada ... hay gustos pa tó, quizá el mejor sea el primero, "Tengo una idea", pero en esta temporada no me acuesto sin escuchar "Número uno". Ya preparo nuevas coincidencias, salud !!!
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