Óscar, el cantante, coquetetó con la canción de autor y el rock. El bajista Alberto se inició en la Escuela de Músicas Moderna de la UCA y viene de los Homeless, como Francisco Javier, que comparte labores de guitarra con Efrain, tocado por la psicodelia o el rock duro. Javier, el batería, arrastra killómetros de ritmo en las filas de orquestas de baile. De todo un poco, como los estilos dispares que confluyen en la fórmula mágica de Los Lantánidos, que pueden llegar a ser duros y tiernos, irónicos y amantes del psicodrama. No en vano, la banda abarca casi toda una generación, sus miembros han cumplido ya entre los 23 y 36 años y sus gustos abarcan, nunca aprietan. Puro pop poderoso de alta escuela, rock contundente, letras de calidad que dicen cosas, a veces simples, a veces escabrosas. Consecuencias de un sistema democrático basado en la confianza mutua y el libre albedrío. "Es complicado, pero escribimos tres de los cinco elementos y al final siempre llegamos a un consenso. No tenemos líderes, hacemos cada uno lo que nos da la gana". Sus canciones ya han encandilado a oyentes remotos, merced al myspace, y han requerido sus servicios desde la Fnac de Barcelona, lástima que no se dieron los condicionantes logísticos. Por así decirlo. Habrá más oportunidades. Alberto cree que los nuevos medios de comunicación de hoy, tan potentes como dispersos, abren algunas puertas, "pero se hace difícil destacar, pues todo parece fragmentado, se necesita un empujón en un medio de masas para hacer oír tu voz, o tal vez un golpe de suerte". A tres munutos de la gloria. Ellos mismos se ríen del triunfo fugaz y retan a los dioses del olimpo con algunas bromitas de buen gusto: No perderse la guasa que emplean en sus autopromociones. Ni la impecable factura de su repertorio.
Agosto 09, Verano, Diario de Cádiz
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