Coti dará hoy gracias a la vida, el Teatro Falla asistirá al primer concierto del artista argentino desde la muerte de Mercedes Sosa, con quien nunca pudo cantar al alimón. "Jamás podré cumplir ese sueño". señala en el diario Concordia Hoy, donde recuerda el cúmulo de sensaciones que causó la Negra cuando interpretó un dueto con Javier Calamaro durante la grabación de un disco precisamente producido por Coti. "Cuando ella comenzó a cantar el mundo entero se paró, lo llenó todo de magia". Coti, que esta noche protagoniza el apartado de música pop comprendido en el ciclo Vivamérica, se presenta en Cádiz entre el dolor que los argentinos comparten estos días con el resto del mundo y la esperanza, los amores imposibles y los horizontes cercanos, las benditas canciones y la maldición colchonera, las luces y las sombras que acaso presiden su carrera. Más luces que sombras, más dulce de leche que errores avinagrados. A Roberto Fidel Ernesto Sorokin nunca le gustaron sus nombres, por eso se puso Coti.
Nominado a otro Grammy Latino por su reciente disco, en competencia directa con mitos de su país como la propia Mercedes Sosa y los legendarios Luis Alberto Spinetta y Fito Páez, el cantante rosarino afincado en Madrid desde los albores del siglo trae a Cádiz su colección de estribillos pegadizos y actitudes rockeras, con su punto canalla aunque también fresco y luminoso. Recuperando el paso acaso perdido con el anterior álbum, defendiéndose de las acusaciones que lo sitúan en el lado más cómodo del standard del pop-rock, Coti apura la década que tantas satisfacciones le ha brindado con un quinto disco prácticamente elaborado por su cuenta y riesgo, compuesto, tocado y producido de forma artesanal y concienzuda. En el videoclip de su primer single, curiosamente, aparecen dos futbolistas amigos del cantante, el argentino Maxi y rel uruguayo Forlán, ambos del Atlético de Madrid, ambos dos admiradores de la obra de Coti, que alcanzó su punto álgido, tras un par de álbumes magníficos, con el disco en directo del 2005. Ecos del número uno. Nada fue un error, como dice la copla, todo es susceptible de pintarse de color esperanza, la célebre canción de Diego Torres compuesta por Coti, cuya labor en la sombra no se conoce a fondo. Coti lleva muchos años trabajando como músico de sesión, compositor y productor, desde muy jovencito en su Argentina natal, no en vano ha tocado en discos de los hermanos Calamaro y producido tal vez el disco clave de Andrés Calamaro, "Honestidad brutal".
La fertilidad creativa del músico, que escribe para otros por encargo o amistad, se traduce también a nivel personal. Coti tiene cuatro hijos, dos parejas de mellizos, uno de ellos llamado Dylan. Algunas de sus canciones suenan al folk rock originado por Dylan y captado por los Byrds, al surf rock de los Beach Boys, a los grandes cantores argentinos antes mencionados, sin olvidar al inmenso Charly García, que ya se encuentra mejorcito de lo suyo y se apresta a escenificar su enésima reaparición en el país que siente tal adoración por su figura. En el mismo artículo escrito tras la muerte de Mercedes Sosa, Coti apunta algunos emotivos recuerdos, en especial el momento en que Charly García subía al escenario para cantar junto a Mercedes Sosa hace algo más de un cuarto de siglo, cuando la democracia regresó a la Argentina, la República mundial del folklore profundo e inventora del rock en castellano. Uno de los míticos precursores del rock con eñe, Litto Nebbia, produjo precisamente el primer disco de Coti, el padre de las melodías mellizas.
Octubre 09, Cultura, Diario de Cádiz
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