Juan Nadie, Jason Ventolera y la Familia Macabra, tres historias profundas y americanas, personalidades del country del norte para abrir el Open 2012, segunda edición, los conciertos otoñales en el Aulario de La Bomba bajo el patrocinio del Consorcio para el Bicentenario. Triplete de sensaciones. Un viejo pionero del punk metiendo fuego a la tradición junto a una decana banda canadiense capaz de todo. El grupo paralelo de un oscilante folkrockero con raíces heavy. Y la siniestra y encantadora pareja de narradores del alma en blanco y negro.
El cartel que esta noche estrena en Cádiz la compañía Rocky Mountains, antes de emprender una gira por diversos puntos del país, ofrece una amplia y diferente cara de la tradición musical norteamericana, alrededor del country, lo llaman country alternativo, en verdad no es más que música americana en movimiento. Muchos estilos a tropel, preludio del prometedor ciclo que continuará el 16 de noviembre con Rickie Lee Jones, leyenda y diva del folk-rock, y se cerrará el 20 de noviembre con el guitarrista Wilko Johnson, ex líder de Doctor Feelgood, padres del pub rock inglés.
Juan Nadie, a la sazón John Doe, fue punk antes que fraile. Tras cuatro lustros de carrera, salpicada de trabajos esporádicos en el cine como actor, se adhiere el artista a la causa de los canadienses The Sadies, expertos en temas cortos, instrumentales con aires de surf, folk, rock y el amor al country que los vincula con John Doe. Ambas figuras comparten versiones de toda la vida en el "Country club" que ilustra el celebrado disco, así que anuncian clásicos para esta noche, la revisión de standards del género y algún toque especial. También se espera lo inesperado de Jason Molina y su banda Magnolia Electric, el proyecto colectivo de tal individualidad, un brillante músico que se suele desdoblar. No en vano, el 14 de diciembre volverá a la Bahía gaditana, tocará en El Puerto junto a otro que tal baila, Will Johnson, con quien ha registrado otras canciones. Jason Molina sale a la calle solo o en compañía de otros, y esta noche se transforma en maestro de ceremonias de su particular espectáculo, visión privilegiada del rock y sus alrededores de un tipo que confiesa sus devaneos con el heavy, que llega al punto de realizar selecciones para sus músicos o grabar tres discos en un año.
Para terminar, drama total, Brett y Sparks Sparks escenifican sus historias truculentas, y practican el bluegrass con diligencia. Suelen construir sus discos en casa, en Chicago, y se confiesan admiradores de los Platters, y del surrealismo, y del country rancio y moldeable. Sus canciones caminan por el lado salvaje de la ficción negra, y sus voces, por los rincones más oscuros y hermosos.
Octubre 09, Cultura, Diario de Cádiz
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