¿Aló? Repertorios para escuchar y ver, en busca de alguien con un poquito de compasión. Conmiseración y pasión por Cádiz y sus letras. Letras a pleno sol, letras del futuro o letras envasados al vacío del Falla, don Manuel del desconsuelo pa quien canta a las tantas al publiquito de Helsinki. El negocio del frío. ¿Para quién canto yo entonces?, pregunta al aire el trovero solitario. Siempre hay alguien tras una letra de Carnaval; primero el autor, luego el conjunto de voces, y a la postre la gente que se apropia de ella, en el mejor de los casos. Las letras retratan; primero al autor, luego al grupo que la interpreta y de seguro al receptor que las escucha, las engulle, las tritura, las guarda en su archivo mental o las tira al mar. Mira que eres novelera, Cádiz.
La legendaria estirpe Villegas, por mor del sorteo, responde también al tipo de "Los penúltimos". Este año, las tres agrupaciones escritas por la familia cantan en penúltimo lugar; esto es, casi al día siguiente, como quien dice. A las mil, las coplas corren el riesgo de constiparse, letras al relente, letras al abrigo del capricho del público cercano o remoto. De ahí que don Manuel tenga que oír letras del tiempo de boca de chirigotas extraordinarias como "Los paracetamoles" y "Los Strepsils". Y no vea usted cómo actúan "Los Frenadoles" en su cuerpo.
Empapaítos llegan los pasodobles castizos viñeros del Bicentenario, tres por cuatro, Doce. Retratan precisamente una entrevista de trabajo, que rimarse con irse al Inem, escritura real y automática para estos tiempos salvajes, el docupasodoble de la tragicomedia diaria.
Una semanita de bucle carnavalesco, coplas a todas horas, Martínez Ares por todas partes, y el milagro de la vida moderna: los penúltimos, al final, cantan por la tele en sesiones matutinas, vespertinas, nocturnas y soterradas.
Aprovechando el locuelo y a veces desesperado cambio de canal que permiten, o más bien piden a gritos, las agrupaciones codificadas, sólo para abonados y familiares, se encuentra uno de zapetón la telenovelería de los antiguos rolling estones, Gago el dramaturgo se lanza al rollo folletinesco con intríngulis y acento mexicano, hasta que alguien grita ¡Cai! y ya parece la puerta del Barabás. Más teatral que boxístico, con menos golpes consecutivos y entreverados pero notable imaginación y calidad de recursos, mayormente trabajados en el absurdo, los cuarteteros del Gago dejan patente que el Carnaval, como cantan los bibliotecarios de la capital de la novena provincia, también es cultura, aunque algunos tengan poca cintura de cultura para abajo.
Como no podía ser menos, resucita Michael Jackson en los cuplés, ya era hora, y el nota pega en el clavo del mercado necrofílico tan en boga. Murió Michael Jackson y vendió un montón de compas. Normal. "La gente, aunque no le guste, si se muere se lo compra". Obsérves la rima. Lo suyo, en estos casos, sería gaditanizarlo, así que los del Gago imaginan la de cintas de los Cruzados que vedería el Melli en caso de que a Paco Rosado le diera por ... no permita Dios (o quien sea).
Enero 10, Carnaval, Diario de Cádiz
La foto es de Lourdes de Vicente
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario