miércoles, 2 de julio de 2025

Corresponsal del Fin del Mundo: Asombrados y sin carabelas

Javier Tisera

Desde Buenos Aires


 Desde hace tres años a esta parte; influenzer españoles suben contenidos de Argentina a diferentes plataformas. Día por medio, los vemos sorprendidos por hábitos, tradiciones o costumbres singulares de nuestro país. Es como si, después de ganar el Mundial en Qatar en el 2022, descubrieran que al sur del mundo; había un territorio y unos habitantes por descubrir.

El mate (infusión con yerba mate), los alfajores, una geografía de cuatro climas, kioscos (estancos) multirubro (desde cigarrillos a comida rápida) abiertos las 24 horas, helados gourmet y comidas a la parrilla (asado) son temáticas singulares y que se repiten.

Otros, más politizados e ideológicos, desde diferentes ángulos descubren las dictaduras, las masacres de los pueblos originarios, la nueva derecha con Milei y su ejército de trolls, la Guerra de Malvinas, el fenómeno peronista que nadie puede borrar y los gobiernos corruptos.


Esta mirada nueva de una joven España (incluidos vascos, gallegos y catalanes) se olvida de contextualizar que, todo lo que hoy los sorprende, son iniciativas e improntas de miles de españoles  e inmigrantes del mundo, que desembarcaron en los puertos del Cono Sur. 

En la Constitución de los argentinos, reformada por cada gobierno que asume desde 1893, su preámbulo nos dice que este instrumento político está destinado a reglar la vida de los ciudadanos argentinos “y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. 



A partir del momento que se firmó la carta magna; llegaron hombres y mujeres de todo el orbe. El único requisito era el deseo, “querer” vivir en esta tierra inhóspita para los europeos.

Y algunos, por desearlo o por necesidad,  no sólo trajeron sus brazos para levantar un país; sino que en sus maletas y baúles, nos ofrendaron sus comidas, su cultura (en el amplio sentido del significado), sus dialectos que enriquecieron el castellano; y lo más valorado ; el alma de sus patrias.


Los inmigrantes, en su mayoría jóvenes expulsados por la pobreza y las guerras, encontraron en el fin del mundo un lugar donde para ser humanos no necesitaban ni pagar ni abjurar de sus identidades.
Esto que, parece un simple detalle edulcorado o romántico de unos liberales del siglo XIX, no está presente en los nuevos relatos digitales del siglo XXI. 
Sin embargo, se trató de una decisión política medular para poblar esta joven nación. Y nos atrevemos a decir que fue una iniciativa de vanguardia frente a los discursos racistas y expulsores de los patrones de la actualidad.
Estos nuevos comunicadores soslayan (por desconocimiento) que los muertos de Malvinas y de las dictaduras o de las guerrillas fueron nietos de españoles. Los que integraron los gabinetes de Perón o los que bombardearon la Plaza de Mayo en junio de 1955 fueron hijos de españoles y que hoy, los corruptos y neo liberales; son los biznietos de aquellos que llegaron al puerto de Buenos Aires.


Para entender y comprender a la Argentina hay que seguir el hilo de una historia en la que Europa es -en parte -el origen y el principio.
Muchos argentinos celebran verse todas las semanas en YouTube y ser redescubiertos por una parte del mundo. Siente, así lo dicen, como si empezaran a ocupar un espacio o una atención que nunca tuvieron de sus parientes lejanos. Porque, aunque este país parezca lleno de personalidad en la cancha de futbol, en su vida diaria todavía anda buscando aceptación y el beneplácito de los mandamás del  norte rico.
La Argentina es un barco que nos recuerda un arca bíblica, en la que viajan miles de especies y en la que se hablan miles de dialectos y que la proa apunta al sur, donde solamente desearon vivir los desahuciados de todas las tierras.

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