Javier Tisera
Desde Buenos Aires
Desde hace tres años a esta parte; influenzer españoles suben contenidos de Argentina a diferentes plataformas. Día por medio, los vemos sorprendidos por hábitos, tradiciones o costumbres singulares de nuestro país. Es como si, después de ganar el Mundial en Qatar en el 2022, descubrieran que al sur del mundo; había un territorio y unos habitantes por descubrir.
El mate (infusión con yerba mate), los alfajores, una geografía de cuatro climas, kioscos (estancos) multirubro (desde cigarrillos a comida rápida) abiertos las 24 horas, helados gourmet y comidas a la parrilla (asado) son temáticas singulares y que se repiten.
Otros, más politizados e ideológicos, desde diferentes ángulos descubren las dictaduras, las masacres de los pueblos originarios, la nueva derecha con Milei y su ejército de trolls, la Guerra de Malvinas, el fenómeno peronista que nadie puede borrar y los gobiernos corruptos.
Esta mirada nueva de una joven España (incluidos vascos, gallegos y catalanes) se olvida de contextualizar que, todo lo que hoy los sorprende, son iniciativas e improntas de miles de españoles e inmigrantes del mundo, que desembarcaron en los puertos del Cono Sur.
En la Constitución de los argentinos, reformada por cada gobierno que asume desde 1893, su preámbulo nos dice que este instrumento político está destinado a reglar la vida de los ciudadanos argentinos “y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
A partir del momento que se firmó la carta magna; llegaron hombres y mujeres de todo el orbe. El único requisito era el deseo, “querer” vivir en esta tierra inhóspita para los europeos.
Y algunos, por desearlo o por necesidad, no sólo trajeron sus brazos para levantar un país; sino que en sus maletas y baúles, nos ofrendaron sus comidas, su cultura (en el amplio sentido del significado), sus dialectos que enriquecieron el castellano; y lo más valorado ; el alma de sus patrias.
0 comentarios:
Publicar un comentario