domingo, 6 de julio de 2025

Un verano literal


 Llegó la familia Ruido. El domingo, a las ocho de la mañana, la Black & Decker se toma la revancha en los pisos turísticos y el cortacésped hace amigos en los "chaleres" de la costa oeste californiana de El Puerto. No les digas na que se mosquean y acuden a los tribunales por un "me cago en tus muerto" a destiempo.

 Domingo, a las ocho y media de la mañana, adagio cantábile, empezó la temporada alta por todo lo bajo. Tengo la próstata grande y la esperanza escuálida, los expertos se preguntan si estamos preparados para el turismo, primeros cortes de luz intermitentes, la familia Ruido reza una plegaria por sus quince días de escándalo en do mayor y el tren de cercanías se llena de chavales disfrazados de raperos chungaletas camino del botellón portuense, turismo de borrachera, hemos pasado de la ciudad de los cien palacios al Magaluf al Sur de nuestras entretelas, falta personal en el bar de abajo, la camarera de turno se vuelve turulata sirviendo desayunos a los recién llegados de la tierra de la libertad y uno aprende nociones de economía acelerada mirando de reojo el periódico del usuario de junto. El banco doble uve se quiere comer al banco no sé qué, opá, métele una opa al ricachón adversario del Ibex 30 y pico. El Gobierno pone pegas, dicta normas alternativas, echa cohone, aparentemente, pero el banco doble uve, accionista de ese grupo maqueón con tanta prisa, se lo pasa por el arco del triunfo y sigue adelante, hasta que la señora pitiminí, la hija que se hizo con el botín cuando falleció la ambición de la familia Ruido se marca una jugada perfecta y compra las voluntades del banco no sé qué, no sé muy bien para qué porque no entiendo mucho de economía pero voy aprendiendo poco a poco morsegando las noticias que muestran los móviles de los vecinos de desayuno. 

"Irse al carajo", se despide un lugareño enfadado porque no le han atendido a tiempo, mientras el deseo se arremolina precisamente a la vera de un cajero automático patrocinado por la hija del Motín y uno de los últimos de la fila me pregunta: "¿Está usted aquí?", y yo le respondo: "No. Bueno, sí, estoy aquí, pero no estoy aquí. A mí que me registren". Literal.

 El nota se mosquea un poco, pero a mí me hace gracia este verano literal, y por demás criminal, y de improviso embarco la pelota y respondo con segundas a Lorena, que me pregunta con guasa: "¿A que nos sabes con quién me encontré ayer?". ¿Cómo voy a saberlo? ¿Qué? ¿Bien, no? Y la vida sigue como si nada. Nos quedamos más tranquilos, y suspiramos por un futuro de categoría, cuando vemos la foto del amiguito del narco y sus dos ex enemigos en la cumbre de la mentira, los recortes y el peligro. Eme Punto Rajoy farfulla que en sus tiempos se luchaba un montón contra la corrupción, jajaja, y ahora me acuerdo de las castas del vecino de la cortadora de césped, todos llevamos un José María Aznar dentro, un yonqui del dinero, un asesino en serie, un ruidoso compulsivo, un tocapelotas profesional. Tengo la próstata grande.  



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