Javier Tisera
Buenos Aires
Nadie va a negar que la inmigración europea es uno de los pilares históricos-sociales de la República Argentina. Pero detrás de esa fachada de garbo y chepa gallega o de gloria de Vía Apia y acueductos romanos; se esconde otro mundo.
Detrás de esas bambalinas aparecen sombras y memorias de esclavos negros que consiguieron su libertad en las cargas de infantería de la Independencia o que fueron a parar a las mazmorras virreinales por colaborar con los criollos; los hijos americanos de los funcionarios españoles.
Hace tres años, una periodista norteamericana acusó a todo el país como xenófobo por no tener negros en su selección campeona del mundo; las carcajadas y la bronca de los argentinos se encaminaron al norte. Quienes hacían la crítica; soslayaban que fue el estado más racista de todo el continente americano. Pero ese artero e infeliz artículo periodístico; corrió un velo que como la tristeza brasilera “nao tem fin”.
Pero esa injusta crítica no solo mostraba una inquina acendrada, sino que además carecía absolutamente de fundamento, por una sencilla muestra: Diego Armando Maradona era descendiente de afroamericanos. El ídolo más encumbrado de los argentinos: El Diego, El Pelusa, El Nene (como le decían los técnicos), Diegote, D10S o como le decía su nieto (el hijo del Kun Agüero) Babu. Y acá debemos decir que miles de argentinos en forma cariñosa o despectiva le decía: El Negro Maradona.
Quién se podía imaginar que es zurdo e ídolo del pueblo argentino; desde la tumba iba a volver a estremecer la identidad nacional.
Era como si la percepción empírica y popular, daba indicios que, esa mota en el pelo y su piel cobriza, esa solidaridad con los menos favorecidos eran signos más profundos de una argentina secreta.
Y una novedad fue que el genealogista y profesor de Ciencias de la Comunicación la Universidad Nacional de San Juan, Guillermo Kemel Collado Madcur, era descendiente de una familia de esclavos africanos pero le era imposible señalar si del Congo o de Kenia.
Investigaciones de distintas universidades argentinas confirman un dato poco conocido: uno de los tatarabuelos maternos de Maradona fue un esclavo afrodescendiente que vivió en la provincia de San Juan durante el siglo XIX.
De esta forma, se comprobó que Diego no solo se identificaba simbólicamente con las raíces populares, sino que también era descendiente directo de afroargentinos, lo que lo convierte en una figura todavía más representativa de la diversidad del país.
La madeja de antecedentes comienza Francisco Fernández de Maradona, que embarcó para América en 1745 afincándose en San Juan de Cuyo, donde se casó con Francisca Arias de Molina. Con este matrimonio se «fundaba» la saga de los Maradona gallegos (el anteapellido Fernández se iría perdiendo), una saga entre cuyos miembros se cuentan los gobernadores Timoteo y Santiago Maradona, y a la que perteneció el prestigioso abogado de la Universidad de Buenos Aires José Ignacio Maradona, quien decía recordar haber hablado con el padre de Diego, escuchado de éste que su madre había sido una de las hijas del “ingeniero civil Santiago Maradona gobernador de la provincia de Santiago del Estero” y que él llevaba el apellido materno “porque a su padre no lo conoció”.
Collado Madcur ha mencionado que logró recrear el árbol genealógico de Maradona, retrocediendo hasta cinco generaciones. Este análisis cambió la percepción común sobre el linaje del futbolista, que tradicionalmente se vinculaba a una familia de patrones de Cádiz.
Ahora, se sabe que ese esclavo tuvo un hijo que nació libre, Juan Evangelista, quien se mudó a la provincia de Corrientes y se transformaría con el correr del tiempo en el tatarabuelo de Diego Maradona.
Durante su vida, el Diego llegó a contar en una oportunidad que tenía sangre guaraní y su familia venía de Corrientes, con un apellido de origen español y una parte de su familia que nunca había llegado a esa provincia del litoral argentino. La investigación arrojó luz sobre los ascendientes de esa familia correntina y se descubrió eran esclavos africanos; como el 70% de la población de Corrientes que aún no lo sabe.
El Diego no es el único
El caso de Maradona ayuda a derribar mitos sobre la composición étnica del país y a reconocer que, detrás de los grandes nombres de nuestra historia, también hubo personas que descendían de esclavizados traídos desde África.
En la memoria los argentinos sabemos que el general de José de San Martin, representado en los iconos oficiales como un blanco con ojos azules a pesar que en el Cuartel de Murcia sus compañeros cadetes le apodaban “el negro”; Bernardino Rivadavia, el primer presidente de Argentina quien siempre ha sido objeto de racismo por parte de sus opositores políticos llamándole “Doctor Chocolate”; Josefa Tenerio, la abanderada del Ejército Libertador, era una esclavizada de Gregoria Aguilar; Antonio Ruiz “Falucho”, esclavizado negro de la familia Ruiz; María Remedios Del Valle, madre de la patria Argentina; el sargento Juan Bautista Cabral (héroe de la batalla de San Lorenzo), hijo de esclavizados africanos, José Jacinto Cabral y Carmen Robledo, originaria de Angola; Gabino Ezeiza conocido también como “Negro Ezeiza” o “trovador de la pampa”.
Regreso con gloria
Diego Armando Maradona visitó San Juan en cuatro oportunidades: dos como jugador profesional, una con su espectáculo de Showball y otra como entrenador de la Selección Nacional, previo a la disputa del mundial de Sudáfrica 2010. En ninguna de esas ocasiones pudo imaginar que su antepasado vivió en estas tierras y peleó por la independencia argentina.
La primera visita de Maradona a la provincia de San Juan, se produjo en octubre de 1979, vistiendo la camiseta de Argentino Junior. En esa ocasión, enfrentó en un amistoso a San Martín de San Juan. El equipo local ganaba 3 a 0, pero unas pinceladas de Diego fueron más que suficientes y el Bicho de la Paternal terminó imponiéndose 4 a 3.
La segunda vez que pisó suelo sanjuanino fue tras el fracaso en el mundial España 82. En esa oportunidad, integrando el seleccionado argentino, enfrentó a un combinado de Cuyo. La albiceleste se impuso 9 a 1, con cuatro goles de Maradona.
La tercera visita del ídolo se registró con su espectáculo de fútbol reducido, llamado Showball. En esa oportunidad el combinado argentino enfrentó a Chile y el partido terminó 7 a 7.
La última vez de Diego en San Juan fue en el año 2010. Argentina ya estaba clasificada para el mundial de Sudáfrica 2010. Enfrentó a Costa Rica, que en el arco traía a Keylor Navas. Argentina ganó 3 a 2.
La historia de Maradona afrodescendiente permite poner en foco un tema muchas veces invisibilizado: la presencia de personas afrodescendientes en Argentina. A pesar de que hoy representan una minoría, su legado cultural y social es profundo.
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