El ex presidente cadista y jefe de la oposición municipal muestra sus esperanzas y dudas acerca del Centenario del Cádiz y el Bicentenario de La Pepa
Dos o tres centenarios, un corazón gaditano. Cien años del Submarino, dos siglos de La Pepa. Sensaciones extrapolables. Dos toros de Miura, que no de Tom Cruise, a punto de atropellar al olvido. Fútbol y libertad. El hombre que acuñó la expresión "Con el Cádiz, a Primera", en los albores de los años setenta, a riesgo de ser tomado por loco, renueva su pasión en amarillo, con orgullo e inquietud. Del 10 al 12, José Antonio Gutiérrez Trueba recorre el futuro inmediato con esperanzas y espíritu crítico. El que fuera presidente del Cádiz, jefe de la oposición municipal y decano de los abigados advierte que queda tiempo, pero poco, para la redención y algunos pisos más para que ascensor frene en seco. Lo que ocurre es que nadie sabe si sube o si baja. Gutiérrez Trueba, antes de marcharse con su familia a bordo de un crucero alrededor de los países bálticos, navega por las procelosas aguas del Cádiz imprevisible. Y se moja.
Un poco de ocio del pueblo, la religión de la pelota para aliviar las penas del capital, el robo del siglo y la crisis del chantaje emocional. La salvación del Cádiz, según San Mateo. "Los cimientos del centenario tendrían que haberlos iniciado este año, pero se han hecho las cosas mal, no funcionó el equipo, no se pusieron los medios necesarios para afrontar la Liga medio bien y propiciar el salto a Primera. Si logramos salvarnos llegaremos con un año de retraso. Habría que tomar medidas drásticas, poner dinero y confiar en la suerte". Sueña la margarita con ser romero, sueña Gutiérrez con el Cádiz del Doce en Primera. "Dudoso", tercia en voz alta, pero estamos a tiempo". ¿A tiempo de qué? Cádiz, de toda la vida, siempre ha estado a tiempo.
"Le temo al Murcia", suspira el ex presidente cadista, que contempla adversarios amarillos en el horizonte, hermanos de sangre: Jose en Murcia, Vidal en Albacete, Calderón en Huesca. Pero Gutiérrez Trueba teme al Murcia por diversas razones, algunas de ellas históricas y sentimentales. El letrado gaditano acudió, en su tierna infancia, al primer desafío del Cádiz con vistas a primera. Año 40, bastaba un empate, el Cádiz perdió en Mirandilla contra el Murcia, cero a dos, y desde entonces, hasta su etapa de mandamás del club, no volvió a hablarse de ascenso. José Antonio guarda la entrada de aquel partido, así como el dolor de la derrota. Sin rencores, claro.
Tras alabar el pundonor y profesionalidad de la plantilla cadista, que lleva dos meses sin cobrar mientras se gasta una millonada en otros menesteres, por ejemplo, la "urgente" tribuna, tan urgente como aquella reindustrialización del cazón en adobo, Gutiérrez Trueba muestra a las claras su opinión acerca del Centenario del Cádiz, que en verdad significa el Centenario del primer club de fútbol fundado en Cádiz, no necesariamente el submarino. "Si nos pilla en Primera, aunque sea de refilón, será un éxito absoluto; en Segunda, anda, pero en Segunda B sería un fracaso total y más valdría no celebrarlo, pasarlo por alto", mutis por el foro y las castas del último. "Hay que hacer las cosas con cabeza. No quiero meterme en la labor de los técnicos, pero se han fichado mejores personas que futbolistas". Nada que ver con los Carvallo, Ibáñez o Eloy que firmó Gutiérrez Trueba, configurando quizá el mejor equipo de la historia, que luego completó De Diego hasta el primer ascenso amarillo. Gutiérrez Trueba puso los mimbres de aquella gesta. "Me costó muchos disgustos", asegura. Y traza una línea difusa entre el carácter optimista y abierto del gaditano y los fantasmas que se ciernen sobre sí, el Cádiz frío y el Cádiz caliente, la pasión y la desidia. Los extremos que se tocan. "Aquí nos volvemos locos por algo o pasamos de todo. Recuerdo obras de teatro en el Falla que desconcertaban a los actores, por el silencio reinante, o los cubrían de gloria con veinte minutos de aplausos".
Ya en calidad de ex político popular, jefe de la oposición durante ocho años de Carlos Díaz en la Alcaldía y amante de todo lo gaditano, Gutiérrez Trueba pasa del Diez al Doce con la misma filosofía. "Demasiadas comisiones con pensamientos contrarios. Más politica que realismo. Cádiz debería estar por encima de partidos políticos e ideologías, pero de momento sufre los efectos contrapuestos. Los políticos no trabajan al unísono, pero nos queda tiempo, lástima que se haya agravado la crisis económica ..."
Retahíla de proyectos presuntamente abandonados en el limbo. Gutiérrez Trueba enumera algunos de ellos, hoteles con fecha de caducidad, instalaciones de mírame y no me toques, la plaza de Sevilla en anteproyecto. "Por amor de Dios", repite José Antonio varias veces cuando se refiere a los bloqueos y parones de los proyectos emblemáticos y esenciales del Doce. "Llevamos hablando cuatro y cinco años de estos temas, las instituciones se han peleado varias veces, ocurren cosas tremendas como la declaración de bien de interés cultural de la estación marítima o el follón de la Aduana. Habrá en Cádiz edificios y lugares mucho más importantes, ni la estación ni la aduana valen nada. En realidad, doscientos años de tres mil no son nada", ahonda, y fija su mirada en Sevilla con envidia sana. El 92 tuvo un color especial, "mira lo que hicieron en Sevilla, proyectos de futuro". Y aquí seguimos esperando el Ave. "El Ave no vendrá, nos mandarán uno que corre mucho". El ave llegará a Cádiz cuando se le rompan los frenos. "Sevilla sigue siendo un barrio de Cádiz", bromea Gutiérrez Trueba. "Como no te rías es peor", enfatiza. "Hay que ver Zapatero ..." Y relata algunos comentarios captados al vuelo en el autobús, gente mayormente cabreada diciendo verdades como puños. Ya no se van a poder gastar ni bromas, oiga. "Mientras tanto, ahí están los sesenta asesores oficiales".
Para Gutiérrez Trueba, el proyecto de muelle a la vera del Castillo de San Sebastián "era una cosa de locos y se encontró con la oposición frontal de la gente, que no es tonta y no acepta órdenes de otros sitios. Ante todo, la dignidad". Y recuerda algunos episodios de su carrera política. "Me nominaron dos veces candidato a la Alcaldía y a la tercera quisieron ponerme el número dos. Me fui a mi casa. Alguien me dijo: ¿Eres tonto? ¿Vas a tirar 500.000 pesetas al mes? Quinientas y más. Me fui con la cabeza muy alta, la gente me saluda por la calle con respeto". Gutiérrez Trueba, a la postre, suelta la lengua: "Fui jefe de la oposición a Carlos Díaz y puedo decir que fue un caballero, pero en su partido no le dejaron trabajar. Luego le ofrecieron puestos en el Gobierno y se marchó a su trabajo como funcionario. Chapó por Carlos Díaz, que fue un ejemplo a la hora de administrar el dinero ajeno. Lástima que sus compañeros de partido le asestasen tantas puñaladas traperas, su error fue quitarlo. Teófila Martínez tomó el testigo y Cádiz ha mejorado muchísimo. Gracias a ella. Fue la primera que habló del Bicentenario y quien se ha implicado más en la tarea. La gente quiere a Teófila, incluso la gente de izquierdas, pues cuando se habla de esta tierra no hay politiqueo que valga, sólo cabe una cosa: Cádiz". Aún queda tiempo. Del Diez al Doce pasando por el Once electoral. A pique de un repique. Sálvese quien pueda.
Mayo 10, Cádiz 2012, Diario de Cádiz
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